José
Ángel Ferrer
Doctor
Arquitecto
Nos
cuenta Italo Calvino en el prólogo de Las ciudades invisibles cómo el
viajero Marco Polo le habla a Kublai Kan, emperador de los tártaros, de una
serie de ciudades imposibles e imaginarias. Esto me trae a la memoria si no
podría ser Almería una de esas ciudades imposibles, por cuantas posibilidades
tiene de ser una gran ciudad y, sin embargo, entre unos y otros no hemos sido
capaces de desbloquear los grandes asuntos que la paralizan.
La Rambla |
El paso del tiempo
irradia clarividencia y objetividad a partes iguales, si la intención es la de
emitir un dictamen general acerca de la labor de cualquier dirigente, público o
privado, que haya concluido en su mandato. Si se añade la cercanía temporal,
dicha recapitulación es susceptible de aproximarse a un informe rayano en la
imparcialidad.
La dilatada gestión de Luis Rogelio Rodríguez-Comendador al
frente del consistorio almeriense nos trasmite algo tangible e irrefutable: la
labor desempeñada podría calificarse de notable en lo cotidiano, sin embargo,
no se han ejecutado actuaciones con la entidad y nivel suficiente que requiere
una gestión tan prolongada de doce años.
"Disponiendo de un casco antiguo tan próximo al Puerto, resulta cuando menos doloroso el hecho de no haber conectado todavía ambos entornos, tan diferentes como complementarios"
Nadie duda de que las pasadas
corporaciones han estado cargadas de buenas intenciones e ilusión pero,
probablemente, en algunos puestos clave se echó en falta personas con el perfil
adecuado para conducir a nuestra ciudad al lugar que merece por localización,
recursos, historia, cultura y población. Se ha carecido de una estrategia con
una clara visión de dónde queríamos estar dentro de unos años, es decir, la
definición de un posicionamiento de la ciudad, donde los agentes principales
estén alineados, sin titubeos, para alcanzar el objetivo propuesto. Más bien,
dio la sensación de que contaban con una parca visión de lo que los almerienses
demandaban de una ciudad tan olvidada a lo largo de tantos años.
Sin pretender
generar controversia alguna, sino más bien de profundizar en una línea
constructiva, considero que en la gestión municipal recién concluida han
quedado pendientes elementos clave para un desarrollo urbano moderno y eficaz,
que a día de hoy continúa exigiendo una veloz actuación. A la rehabilitación
integral del casco histórico se le siguen colocando tiritas que no terminan de
cubrir la sangrante herida. La exigua y controvertida restauración de algunos
elementos de La Alcazaba entronca con la escasa intervención general de esa
zona de la ciudad que, como en infinidad de localidades españolas, suscita el
interés prioritario del visitante.
Pero además, disponiendo de un casco antiguo
tan próximo al Puerto, resulta cuando menos doloroso el hecho de no haber
conectado todavía ambos entornos, tan diferentes como complementarios. Un
puerto, por cierto, con múltiples posibilidades pero con la sempiterna
asignatura pendiente de abrirse al mar y a la ciudad, obra culmen ésta si la
unimos con otra insigne y deseada demanda, el manido soterramientodel
ferrocarril y su conexión portuaria que, pese a tibios intentos, tampoco se ha
logrado culminar en pasadas corporaciones.
La reciente actuación en el
denominado Parque de la
Estación es urbanísticamente endeble, apenas aporta y no pone
en valor su entorno. En otros aspectos sí se ha avanzado, aunque los pasos
dados han resultado ser más bien fallidos. Me refiero, por ejemplo, al Plan
Urban, un conjunto de actuaciones entre pueriles y vulgares y, en algunos
casos, contraproducentes. O al Mesón Gitano, otra actuación que no alcanza el
nivel que requiere un entorno como la Alcazaba , al margen de la pésima gestión del
polémico expediente.
Con este modesto pero, a mi entender, necesario análisis, tan solo pretendo mantener vivo el espíritu de mejora y diferenciación
que debe presidir cualquier Ayuntamiento moderno, sin pretender desdeñar la
labor realizada en los últimos años que, sin duda, ha mejorado lo realizado en
tiempos pasados. Creo que es justo reconocer dichos avances y, a su vez,
alertar de las tareas pendientes y fallidas que, de realizarse adecuadamente,
convertirán en los próximos años a nuestra ciudad en un lugar de referencia.
Ese apasionante reto ha pasado a manos de nuestro nuevo alcalde, Ramón
Fernández-Pacheco, que junto al recién nombrado edil de Urbanismo, Miguel Ángel
Castellón, tiene ante sí el desafío de colocar a Almería en una posición
relevante dentro del sureste español y del Mediterráneo occidental, como ya
ocurriera antaño, cuando la ciudad era foco de desarrollo económico y cultural.
Seamos valientes y proactivos, tanto la nueva corporación como la sociedad
civil, para llevar con inteligencia a la ciudad de Almería hacia lo más alto.
En los últimos años, Almería languidece en comparación con la revitalización de
otras capitales de nuestro entorno o de algunos municipios de nuestra
provincia. Sin necesidad de abandonar lo cotidiano, se debe trabajar en
actuaciones singulares que ilusionen y refuercen la capitalidad de Almería y
que alimenten el orgullo de los almerienses por su ciudad, intervenciones
paradigmáticas que constituyan el preludio de esa Almería posible.