Kayros
Periodista
Sin
que sirva de precedente, me van a permitir ustedes que tercie en la
disputa de la tortuga mora, asunto que ocupó ayer a dos de los
habituales columnistas de este medio. Quizá no es aconsejable meterse en
público con tus propios compañeros, pero alguna vez teníamos que mirar dentro
de casa.
Si he leído bien la nota que publica Jose Fernández, periodista
cercano a las tesis del PP, la culpa de nuestro atraso ferroviario la tendría
la ecología. “Estoy seguro de que uno de los motivos por los que seguimos
sin AVE es nuestro amor por la flora y la fauna autóctona (…). O al menos eso
es lo que se desprende del celo con que los políticos almerienses
protegen el medioambiente en esta tierra áspera”.
Tortuga mora |
Creo que
Jose Fernández se hace eco de una tradición que fue muy discutida
durante el boom del ladrillo. Hubo empresarios que hacían mofa de los
ecologistas considerando cuando menos una solemne tontería dejar de
levantar un pueblo en la costa solo por no molestar a la lagartija amarilla. Evidentemente el desarrollo parecía entonces enemigo frontal del medio
ambiente.
Por su parte el compañero Torrijos es algo más explícito a fuer de
irónico. El título lo dice casi todo: “La tortuga mora tiene la culpa de las
obras del AVE, según el PP”. Dentro, en el texto, el autor cita la frase del
inefable Rafael Hernando Fraile, donde dice que "las obras no se han iniciado de nuevo por culpa de las tortugas moras”.
Aquí se cruzan un par de
falacias: Una es echarle la culpa a la Junta de Andalucía de no haber retirado
a tiempo el hábitat de la tortuga mora. Y la otra introducir la idea entre
posibles votantes de que el parón del AVE fue una cabezonería de los
ecologistas.
Que yo recuerde, con el Gobierno socialista se estuvo construyendo
puentes y túneles. Las obras las paró el PP bajo la doctrina de que estábamos
en crisis económica, y como dijo Rodríguez-Comendador, el AVE había que
postergarlo “sine die”.
Respecto a la ecología como elemento regresivo
del desarrollo pocos ciudadanos conscientes podrían hoy sostenerlo.
Baste ver cómo se ha salvado la playa del Algarrobico. Al margen de los
problemas laborales y humanos que esto conlleva, lo cierto es que
precisamente fueron los ecologistas quienes tuvieron razón desde el principio.
De lo contrario hubiéramos llenado la playa de ciudades abandonadas.