José Fernández
Periodista
Cuando
en alguna ocasión me han preguntado por las razones del secular aislamiento
infraestructural de nuestra provincia, creo que no he acertado a dar una
respuesta adecuada a las altas expectativas de mi interlocutor. A mí no me pasa
lo mismo que a Franz Kafka, que sostenía que la totalidad de preguntas y
respuestas se encuentran en el perro. Será porque no tengo mascota o porque sus
libros siempre me parecieron un tostón, pero nunca he podido sintetizar las
muchas razones por las cuales Almería es hoy, igual que en los tiempos del
taciturno autor checo, casi una isla en tierra. En todo caso, estoy seguro de
que uno de los motivos por los que seguimos sin AVE es nuestro amor por la
flora y la fauna autóctona.
Tortuga mora |
Los almerienses sentimos por nuestra tierra lo
mismo que Dian Fossey cuando veía a un gorila macho batiéndose el pecho. O al
menos eso es lo que se desprende del celo con el que los políticos almerienses
protegen el medioambiente de esta tierra áspera, golpeada/bendecida por un sol
de siglos y abandonada por las aguas en el suelo y en el cielo.
"Después de aquella inolvidable defensa del sapo leproso (Ergo Bufo) que retrasó durante años las obras de la necesaria autovía hacia Levante, estamos disfrutando lo indecible con la preservación del hábitat de la Tortuga Mora (Testudo Graeca)"
Y así, después
de aquella inolvidable defensa del sapo leproso (Ergo Bufo) que retrasó durante
años las obras de la necesaria autovía hacia Levante, estamos disfrutando lo
indecible con la preservación del hábitat de la Tortuga Mora (Testudo Graeca)
que también está retrasando aún más si cabe las no menos necesarias obras del
AVE.
Y ojo, que todavía tenemos que descubrir qué notable coleóptero anida en
el solar del materno-infantil para que la Junta acabe recibiendo un premio de
Greenpeace por su defensa. Desde que los políticos descubrieron la ecología
como comodín para excusar retrasos uno está como el personaje de Kafka, que no
sabe si se ha despertado soñando que es un bicho en peligro de extinción o si
en realidad soy una tortuga mora que se cree columnista. Eso sí que es una
metamorfosis.