José
Antonio Arcos
Periodista
/ www.joseantonioarcos.es
A José
Martín Martos lo dieron por muerto en la riada de la rambla de Albuñol en
el siglo pasado. Aquella trágica riada del 73 acabó con la vivienda y
los enseres de José, que lo recuerda vívidamente, como si hubiese ocurrido ayer
mismo. Aquellos hechos lo empujaron a él, como a muchas familias, a buscar una
nueva vida en la vecina comarca del Poniente almeriense.
Me
lo cuenta dentro de un invernadero, cerca de Roquetas de Mar, el pueblo en
el que arrancó una nueva vida cuando aún no existían invernaderos. La suerte le
ha sonreído a él y a su familia desde entonces. Prueba de ello es el guiño que
me hace su nieto, José Manuel Martín Martínez –también agricultor–
cuando me muestra el premio agraciado en el sorteo de semillas de pepino de la
jornada de campo organizada por Seminis.
Tres generaciones de agricultores |
José
Martín Martos, al abrigo del invernadero, ha logrado sacar adelante una hermosa
familia. Lo vemos en la imagen, en primer plano, a continuación sus hijos,
agricultora y agricultor ella y él, y al fondo su nieto José Manuel, también
productor roquetero. José me explica que su finca fue una de las primeras del
campo de Roquetas. Al principio todo era en la calle, “criaba de todo,
pero lo primero fue tomate”, recuerda mientras me lo describe, “después,
habichuelas e incluso maíz en los meses de verano para dar de comer a las
bestias”.
José
ya está jubilado, en sus últimos años como agricultor ponía calabacín,
habichuela, tomate o pepino. Justamente ahora nos conocemos en una jornada de
pepino tipo Almería, el tardío de Seminis, el 091. José quiere estar al tanto
de todo lo que pasa en el campo, y es que lo lleva en la sangre. Una sangre agrícola
que han heredado hijos y nietos (tres de ellos trabajan la tierra). Y es que el
rato echado con José ha sido de los más emotivos que he vivido en mucho tiempo.
Me recuerda a mi abuelo José María, que también fuera agricultor en Pampanico.
Hombres que te hablan despacio, sin aceleros, que te miran a los ojos mientras
lo hacen y que esperan en silencio tus respuestas, sin interrumpirte.
Generosidad máxima en esos hombres y mujeres de la primera generación que
levantaron nuestro bendito ‘mar de plástico’. Ellos, los abuelos. Testimonio
que tenemos que tener siempre presente para defender lo que con tanto
sacrificio ellos esculpieron, la silueta del invernadero, primero parral,
después ‘raspa y amagao’.
La
jornada de Seminis se celebró en una finca a pie de carretera, pero
no cualquier carretera, sino ese larguísimo asfalto que discurre anexo a Punta
Entinas entre los términos de El Ejido y Roquetas de Mar, muy cerca al núcleo
de San Agustín. Luis
Twose, responsable comercial, aparece junto al cartel anunciador de la jornada.
Con él bromeamos sobre el paralelismo con la famosa ruta 66 que discurre por
Estados Unidos recorriendo casi todo el país desde Chicago hasta Los Ángeles.
Seminis promociona su pepino tipo holandés, 091, como un pepino de largo
recorrido, con un ciclo amplío de cultivo con producciones escalonadas y
constantes durante el invierno. No son los 3.840 kilómetros
de la ruta 66, “pero es un pepino muy productivo, que no hace parada, de
gran recorrido”, enfatiza Manuel Martínez, comercial en la zona de Roquetas de
Seminis.