Algunos nombres para el futuro del PP de Almería

Pedro Manuel de La Cruz
Director de La Voz de Almería

"Oye, ¿y qué te parece Ramon Fernandez-Pacheco?" La interrogante abierta por Gabriel Amat cerraba una conversación en la que la probable marcha de Luis Rogelio de la alcaldía y el nombre de sus posibles sustitutos habían estado sobre la mesa en aquel mediodía de septiembre en el que la decisión del entonces alcalde ya había abandonado el rumor para hacerse parte de la estrategia política popular. Por eso, cuando el presidente provincial del PP lanzó la pregunta en aquel epilogo tardío de la conversación en un tono entre distraído y pícaro, no pude evitar recurrir a la escena del policía que, después de interrogar al principal sospechoso y ya desde el umbral de la puerta, se vuelve y apuntando su frente con el dedo índice – ah, por cierto, se me olvidaba-  lanza la pregunta más reveladora de su estrategia.

Maribel Sánchez
Amat -más cerca del western que del cine policiaco- no apuntó con el dedo su frente, pero yo sí apunté para la memoria que Fernandez-Pacheco iba a ser la clave sobre la que descansaría toda la estrategia del cambio generacional en el PP de Almería. Semanas después el elegido por Luis Rogelio y Amat era investido alcalde de la capital y el mecanismo del cambio se activaba, sin prisa, pero sin pausa, a la velocidad que, en cada momento, decide el conductor Amat.

Según el director de La Voz de Almería el futuro del PP provincial se encuentra en estos nombres: Ramón Fernández-Pacheco, Javier Aureliano García, Miguel Ángel Castellón, Francisco Góngora, Maribel Sánchez y Ana Martínez Labella

La renuncia de Luis Rogelio y su relevo por Fernandez-Pacheco ha sido hasta ahora el gesto político interno de más transcendencia en el PP provincial, pero sería un error situar en aquellos días del último otoño el inicio del proceso de renovación; como también lo sería creer que el proceso se aceleró cuando el presidente del partido confesó a Simón Ruiz en la resaca metafísica del “día después” de la amarga victoria del 20D que no se presentaría a la reelección en el próximo congreso provincial del partido. El desencanto de aquella mañana -pérdida de dos diputados, lo que dejaba fuera a Eloísa Cabrera- le hizo mirar con más posibilidades el adiós que la continuidad, una encrucijada dual a la que, todavía, no ha encontrado respuesta definitiva.

Pero si todas las cartas no están aún sobre la mesa, sí hay ya algunas boca arriba. Nadie en el PP (y menos el propio Amat, tan celoso de sus secretos, o Rafael Hernando, tan prudente en Almería como influyente en Madrid) lo va a confirmar, pero, en los últimos meses, de todos los dirigentes del PP que navegan entre la calma aparente y la duda personal, algunos se han acercado más a la playa del poder que otros, sin que esa proximidad sitúe en el naufragio a nadie.

"Frente a los que pensaban que el mandato de Ramón Fernández-Pacheco podría estar supervisado por Luis Rogelio, el ex alcalde ya se encargó desde el primer momento de dejar claro que no estaba, ni iba estar, en esa posición"

Todo está por escribir, pero en el relato que quedará diseñado en los próximos meses aparecen nombres llamados al protagonizarlo. Fernández-Pacheco cuenta con todas las bazas para ser la imagen del PP que vendrá. Es joven, no tiene mochila, no levanta aristas y está demostrando una formidable capacidad de entusiasmo. Frente a los que pensaban que su mandato podría estar supervisado por Luis Rogelio, el ex alcalde ya se encargó desde el primer momento de dejar claro que no estaba, ni iba estar, en esa posición. 

Luis quiere que Ramón sea el alcalde, no el sucesor, una actitud inteligente y de largo alcance que beneficia a los dos. Javier Aureliano es ya un clásico. Cuenta con toda la confianza de Amat y durante los últimos cinco años no ha dado un paso sin el consentimiento de su presidente. Miguel Angel Castellón continúa su ascenso y su pasado en el parlamento andaluz, su pretérito en Diputación y su presente en el Ayuntamiento le sitúa en una posición de futuro de extraordinario valor estratégico.

Desde el Poniente,  Paco Góngora quiere –y con razón- jugar el partido en el Partido. Su balance electoral y de gestión en El Ejido es extraordinario (desmontar el entramado económico, financiero, administrativo y clientelar del postencisismo se antojaba una quimera) y, con ese Haber, su aspiración es, por lógica, incontestada.

En la otra acera geográfica Maribel Sánchez continúa paso a paso (impulsada por la confianza total de su alcalde, un tipo listo) la marcha que le llevó desde la concejalía de Huércal Overa hasta el Senado. Sigan a esa chica. Está casi empezando, pero puede llegar lejos.

Al póker de nombres anterior hay que sumarle una figura emergente en la que muy pocos creyeron entonces y a la que casi todos elogian hoy. Ana Martinez Labella comenzó a recorrer su militancia en el PP por un camino lleno de piedras que el tiempo, el trabajo y la lealtad han acabado por romper. Miguel Cazorla la puso en su punto de mira y, qué error, no se dio cuenta de que, aquella posición, pretendidamente incómoda, ha acabado convirtiéndose en una de sus grandes aliadas.

Oficialmente el libro del PP que viene nadie ha empezado a escribirlo. Pero los reglones anteriores no forman parte de un relato de ficción, están escritos en el cuaderno de quienes, desde Almería, Sevilla y Madrid ya lo están diseñando. Al tiempo.