Antonio Felipe Rubio
Periodista
Emilio
de Llera, doctor en Derecho, es fiscal desde 1979 y ha desarrollado su carrera
en los juzgados de Bilbao y Badajoz, para trasladarse a Sevilla en 1983 donde
desempeñaba el cargo de fiscal decano de la Fiscalía Provincial hasta su
nombramiento como consejero de Justicia de la Junta de Andalucía. Recientemente,
tras su visita a Huelva -desconozco si previo paso por La Palma del Condado-
tuvo una avinagrada intervención televisiva en la que destiló efluvios
insultantes hacia los jueces, la justicia y los votantes de Podemos.
Emilio de Llera |
Sobre
la formación podemita aseguró que si sube el voto para Iglesias (actualmente en
torno a cinco millones) es síntoma de un “país enfermo”, olvidando que estuvo a
punto de contagiarse de populismo si hubiese prosperado el pretendido pacto con
Teresa Rodríguez, extremo que no culminó al evitar el PSOE agitadas
experiencias de una inquieta izquierda radical que hiciese de la legislatura un
incómodo tormento; progresista y reformador, pero tormento a la postre.
En
cuanto a los jueces y la justicia, De Llera, sin tomar aire ni sorbo, lanzó una
andanada contra la independencia de la Fiscalía que “siempre está a las órdenes
del superior jerárquico (…) y color político”; todo un alegato a sus firmes convicciones,
que se hubiesen reforzado tras una inmediata crítica a sus propias actuaciones
como fiscal decano que, como él mismo orienta y revela, podría haber cometido
presuntas prevaricaciones de haber seguido la pauta de obediencia a la jerarquía
en ciertos intereses de parte.
De
los jueces, dice De Llera que “actúan como reyes de taifa y hacen de su capa un
sayo”. Además, dedica epítetos de impunidad a los de instrucción que “pueden
meter el dedo en el ojo a alguien, y después ser irresponsables de sus actos”.
El destilado de calificativos subió de graduación al decir de los jueces que
son “independientes… tan independientes y tan irresponsables que hacen lo que
les da la gana. Hitler era independiente, y mire la que montó”.
Distinguido
doctor en Derecho:
Hitler
no era independiente, dependía del nacionalsocialismo, que instrumentalizó como
arma y excusa para exhibir su mayor dependencia: locura genocida. Estoy
de acuerdo con usted en la dependencia de los jueces, como lo estoy con la de los
albañiles, periodistas, fontaneros… Todos dependemos de algo, incluso más
elevado que sus desafortunadas debilidades a la hora de comparar. Dependemos de
nuestras ideas, familia, amigos, trabajo, orientaciones intelectuales y
flaquezas materiales. Y esa dependencia nos hace ser responsables y consecuentes
con nuestro proceder, más o menos acertado, pero menos sectario que el que
usted exhibe. No
pretendo acompasar la ola de denuestos que, con justicia, le propine la
Oposición o la ofendida judicatura, y que espero silencie y parapete el
corporativismo del Ejecutivo y allegados.
Le
ruego encarecidamente renueve su repertorio de remedos y referentes históricos
que en nada se coligen con la acuñación propia de un pretendido socialista
progresista. Sacar a pasear a Hitler podría tener un pase si lo hiciese en
compañía de Otegi o cualquier otra basura semejante. Pero comparar a los jueces
de este Estado de Derecho con uno de los mayores monstruos del genocidio,
estandarte del odio y crisol de todas las miserias no tiene un pase. Hay
comparaciones odiosas que, según quien las propicie, adquieren mayor
repugnancia.
Le
estaría muy agradecido me comparase con una mierda si le hacen llegar estas
líneas; mierda de hiena si le place, pero cualquier cosa antes que con Hitler o
cualesquiera criminales de la libertad. Sí, libertad que, como a algunos jueces
y periodistas, nos ha llevado algún disgusto y desazón mantener, ejercer y
defender.
Espero
y deseo que en lo personal no le perjudique este desatino que, a buen seguro,
disculpará lo antes posible. En cuanto a su permanencia en el cargo, lo tengo
tan claro como que Stalin y Lenin fueron los peores criminales de la humanidad,
aunque alguno de sus conmilitones los tenga en el cabecero de la cama, y
perdone por la comparación.
Quisiese
quedar a su disposición, y estar a su lado en la crítica si esto le hubiese
acaecido a un ministro o consejero de Justicia de otro color político. Porque
no dudo que si esto lo dice un oponente se le arrojaría al desuello; y ahí
estaría yo, con su señoría. Son
cosas que tiene la dependencia y la independencia.