Antonio Felipe Rubio
Periodista
Como
en tantas ocasiones, nos distraemos en cómo curtir la piel del oso antes de
cazarlo. Nada se sabe con certeza sobre la llegada del tren de altas
prestaciones a Almería. Se habla de solucionar el paso a nivel de El Puche con
un proyecto de parcial soterramiento, Corredor Ferroviario Mediterráneo,
recuperación y usos para la estación, mejoras en la vía actual… O sea, una
mezcla de necesidades, proyectos, usos y reivindicaciones que se arremolinan y
solapan sin establecer orden de prioridad y viabilidad.
Problemas que sugieren nuevas preguntas |
La
difundida noticia sobre la excursión a Sevilla mediante el penoso trasbordo
tren/bus/tren no es un problema directo de la pésima línea almeriense, surge al
programar las obras del AVE a Granada que, al retrasarse ostensiblemente, han
producido un “temporal” aislamiento de la capital vecina que no tiene vías
operativas para enlazar con ningún sitio, quedando el bus como lanzadera
obligatoria para opciones como el apeadero de Antequera. En definitiva, hasta
que se resuelva el problema en Granada seguiremos padeciendo las consecuencias
de este disparate.
En
Almería surgen varios problemas que se pretenden resolver con soluciones que
sugieren nuevas preguntas. La primera de ellas es si alguien sabe si el tren va
a llegar hasta el centro o se quedará en las afueras. Si se pretende solucionar
el paso a nivel de El Puche con un soterramiento de la vía, esto implicaría que
se mantendrá el actual trazado y habrá que pensar que el soterramiento progresará
hasta la actual estación; de otra manera no se entendería hacer una costosa
obra y luego optar por llevar la estación terminal a las afueras. Sale más
barato hacer la estación el Sector 20 y quedaría eliminado el problema del paso
a nivel, el soterramiento, la conexión con el puerto, la amenaza del mineral… O
sea, una solución radical que acabaría con polémicas e interminables
alternativas que nunca acaban de cuajar.
Tenemos
dos opciones: lo práctico o lo romántico. Sin duda, contar con la llegada del
tren soterrado hasta la vieja estación es deseable, pero colisiona con la
realidad de la disponibilidad económica. Por tanto, es necesario hablar claro y
decir qué se va a hacer para evitar especulaciones y alcanzar una solución
rápida y práctica. A estas alturas, con la experiencia acumulada, nadie va a
extrañarse por las oportunidades perdidas; ya estamos acostumbrados. En
cualquier caso, Almería necesita una opción ferroviaria de altas prestaciones
para desarrollar su potencial comercial y turístico que permanece atenazado por
las continuas indecisiones y reiteradas frustraciones.
Ahora
se despliega el abanico de nuevas promesas e “inminentes” proyectos de mejora.
También tenemos la recomendación de Adif para posible uso de la estación que,
según orienta el propietario, podría convertirse en un remedo de la Estación
Gastronómica de Valladolid. Una especie de festival de las franquicias y crisol
de gastrobares que demuestra el desconocimiento del gestor de Adif sobre la
distribución de espacios y la riqueza arquitectónica de la estación de Almería,
que dista mucho de la reconvertida estación pucelana.
Hemos
pasado del ampuloso proyecto de Leira y Bustinduy (lago susceptible de
naumaquias y elevados edificios singulares) a un prosaico lo-que-sea, con lo
que se tenga, ¡pero ya! No en vano es un buen lema de los legendarios
templarios: Haz lo que puedas, con lo que tengas, allá donde estés… pero
siempre llévanos a la gloria. Entiéndase lo de gloria como éxito o, en algunos
casos, como premiado destino tras una larga vida consumida en espera y lamento.