Pedro
Manuel de la Cruz
Director
de La Voz de Almería
La
asamblea general de Cajamar eligió el pasado miércoles a Eduardo Baamonde
presidente de su Consejo Rector. Es el cuarto desde que se fundó la caja. Juan
del Águila, Antonio Pérez Lao y Juan de la Cruz Cárdenas le precedieron en la
historia de la que ya es la entidad número catorce en el ranking del sistema
financiero español.
La primera vez que oí su nombre se lo
escuché a Juan de la Cruz en una sobremesa de otoño. Desde entonces he
coincidido con su sucesor en tres ocasiones. La primera fue en la Fruitlogística
berlinesa. Unas semanas más tarde en la sobremesa de un restaurante. Hace unos
días volvimos a encontrarnos. Las líneas que siguen a continuación no pueden
situarse en el contexto de una entrevista. Como siempre que acudo a este género
periodístico, recogen una transcripción libre y ordenadamente desordenada de
esas tres conversaciones. Una aproximación a quién es, cómo es y qué piensa el
nuevo presidente de la institución privada en la que trabajan, solo en la
provincia, más de 1.500 almerienses, en la que tienen depositada su confianza -y
su dinero- 370.000, y la que más ha hecho por el desarrollo de Almería y sin la
que no podría entenderse el presente y el futuro de la provincia
Edición de hoy de La Voz de Almería |
“Yo creo que el lugar en el que naces te
marca. Yo nací en Villalba, en Lugo, el pueblo de Fraga y de Rouco Varela,
del periodista Ramón Chao o del actual director de la RAE, Darío Villanueva.
Mis padres siempre tuvieron claro que mi futuro no estaba allí, que debía
estudiar. Creo que pensaban que para trabajar allí ya estaban ellos, que el
futuro estaba en los estudios. Es curioso, pero hay muchas comarcas en las que,
ante la falta de perspectivas laborales, la obsesión de los padres es que sus
hijos hagan carrera. Yo la hice en Madrid. Ingeniero agrónomo”.
Eduardo Bahamonde |
“Antes de acabar entré en contacto con
Carlos Tió y Jaime Lamo de Espinosa. Eso me marcó. Tió había participado
muy activamente en el Tratado de Adhesión de España a la Unión Europea y fue
quien me formó en política Agrícola Común, y Lamo, que había sido ministro de
agricultura con UCD, tenía una visión de Europa como futuro extraordinaria”.
“Ya con la carrera terminada, en la navidad
del 92, me encontré con un dilema. La embajada de Holanda en Madrid me
ofreció un puesto de asesor; por otra parte, Lamo me alentaba a marcharme a
Bruselas. Hice mi particular análisis DAFO, entonces estaba muy de moda, ya
sabes; bueno, pues el resultado salió favorable a la opción holandesa. Yo elegí
la contraria. El día 1 de enero comencé a trabajar en Bruselas. Fue un impulso,
intuía que me iba a ser más gratificante aunque, eso sí, me puse un plazo de
estancia allí de dos años. Al final estuve ocho. Y aprendí muchas cosas”.
“La primera, que para llegar a acuerdos hay
que negociar, que la negociación es un instrumento valiosísimo y que hay que
aprender para llevarla a buen puerto. Fueron años de mucho aprendizaje. Volví a
España y hasta diciembre de 2015 he sido director general de las Cooperativas
Agroalimentarias de España. ¿Qué cómo entré en contacto con Cajamar? Hace años,
a través de Lamo, que me pidió que colaborara en un número de Mediterráneo
Económico, la colección de estudios de la Caja. Después hice otro capítulo a
petición de Jerónimo Molina y Manolo Gutiérrez. Ese fue el camino que me
condujo hasta Cajamar, aunque siempre me había interesado la trayectoria de la
caja almeriense”.
“Después entré como consejero independiente
en el Banco de Crédito Cooperativo y durante dos años y medio he
pertenecido a su comisión ejecutiva, participando activamente en su gestión. Si
lo que quieres saber es quién me hizo la propuesta para presidir Cajamar, te
diré que fue Manolo Yebra en nombre de Juan de la Cruz. Inmediatamente después
hablé con Juan de la Cruz. Les dije que, para mí, era un honor y una sorpresa, y
les pedí que me dejaran que lo pensara. Sinceramente no hacía falta”.
“La idea me atraía, pero tenía que hablarlo
con la familia. Otro nuevo conflicto de opiniones. Mi hijo el mayor, que
tiene 21 años, me dijo que sí, que aceptara el reto. La niña, de 18, que no, que
si estaba cómodo en Madrid, que si ellos estaban bien, que para qué empezar
otra nueva etapa. Y luego el, pequeño, de 13 años, que me leyera la letra
pequeña, que con los bancos ya se sabe papá. Pero la decisión estaba clara.
Cajamar es un reto que me apasiona; lo tuve claro desde el principio”.
“Con el tiempo he observado que todas las
zonas donde se ha producido un desarrollo agroalimentario importante han
contado siempre con una cooperativa de crédito que les ha acompañado de forma
decisiva. Sucedió con Rabobank en Holanda, con el Crédite Agricole en Francia y
con Caja Rural y Cajamar en Almería. Esta provincia no puede entenderse sin
Cajamar y Cajamar sin esta provincia”.
“No quiero cambiar Cajamar, no he venido a
cambiarla; vengo a colaborar en su adecuación a los tiempos y en su
anticipación para resolver los retos del futuro. Hay que abrirse a los nuevos
tiempos, adelantarnos a ellos, a sus demandas. Cajamar lo ha hecho, lo está
haciendo y lo va a hacer”.
“¿Que si vamos a cerrar oficinas? No es
nuestro propósito. Es más: hasta ahora la Caja está abriendo donde otros
cierran. Pero los tiempos cambian y la banca del futuro tendrá que adaptarse a
ellos. Nuestro reto son los jóvenes. La respuesta de cómo será el futuro está
en los jóvenes”.
“Las nuevas tecnologías van a jugar, están
jugando ya un papel fundamental. Dentro de unos años casi todas las
operaciones financieras se harán desde el móvil, pero la cercanía, el
acompañamiento personal, el consejo seguirán siendo imprescindibles. Los
jóvenes compran coches, casas y eso continuarán haciéndolo en nuestras
oficinas, con nuestra gente”.
“Los agricultores almerienses han sido y
son un ejemplo. Su adecuación a las normas y a las directivas de Bruselas
es un ejemplo admirable. La seguridad alimentaria, la trazabilidad, el cultivo
ecológico…en tantas cosas los almerienses han actuado tan rápido y con tanta
eficiencia que son un referente agroalimentario que causa admiración, incluso para
mí, que ya lo conocía. Tenemos que continuar por ese camino. Ese es nuestro ADN”.
“Un ADN en el que también es fundamental la
confianza en el conocimiento ajeno. Hay que salir fuera y ver lo que hacen.
El conocimiento es una fuente de enriquecimiento permanente y eso los
almerienses lo llevan a la práctica como nadie. Como han sabido y saben llevar
a la práctica como nadie la demostración de confianza y permeabilidad que
tienen hacia la gente de fuera, a todo aquello que les pueda aportar
experiencias y conocimiento”.
“La adecuación y la anticipación de la que
hablaba antes ha sido la norma que ha seguido la Caja desde su fundación.
Ahí ha estado su éxito, en su apertura de mente que ha hecho que desde su
nacimiento no haya parado de crecer”.
“Tenemos que continuar por ese camino.
Es necesario ampliar la dimensión de nuestras empresas para ser más
competitivos en los mercados. Unos mercados que no están sólo en el interior o
en Europa. Tenemos el reto de los mercados emergente fuera de la UE. Ahí están
Estados Unidos, Canadá, China, la India. Ahí está el futuro”.
“Internacionalizar no es solo vender fuera.
Es conocer el mercado, encontrar aliados y buenos clientes que te garanticen el
pago. En los nuevos mercados las situaciones son más complejas, pero que ir
hacia ellos. El sector agroalimentario almeriense -y también el de la piedra-
provoca admiración en Europa y eso es bueno, muy bueno. Los habitantes de esta
provincia deben sentirse orgullosos de haber sido los actores de ese milagro.
Almería se ha hecho a sí misma”.
“Durante estos meses he entrado en contacto
con todos los territorios en los que tenemos una presencia importante -las
tres provincias de la comunidad valenciana, Cataluña, Valladolid, Sevilla,
Málaga, la Andalucía occidental, Murcia, Canarias- y en todos lados he
encontrado trabajadores satisfechos e ilusionados, integrados y partícipes de
una misma filosofía. Y también me he encontrado con clientes muy comprometidos
con nosotros y nosotros con ellos”.
“Cajamar no es una entidad que presta
dinero, o que solo presta dinero; ocupamos el número 14 en el ranking
financiero español porque actuamos como compañeros de viaje de los
emprendedores, les acompañamos en su desarrollo empresarial. Nos ven como
aliados y confían en nosotros. Nos dicen: “Jamás hubiésemos llegado a esto sin
vuestra colaboración o esto no lo hubiéramos hecho sin vuestra ayuda”. Y esto
en el sector agroalimentario, pero también en otros sectores”.
“¿Que cómo nos ven en Cataluña con el
momento que se vive allí? Pues mira, sinceramente, no nos está afectando. Estamos
creciendo. Tenemos clientes extraordinariamente buenos que nos valoran como
eficientes y como aliados a largo plazo. Y eso es importante en los tiempos que
corren”.
“¿La política nacional? La veo como
cualquier ciudadano español que quiere estabilidad y que cree que ha llegado el
momento del acuerdo, de los pactos, de las alianzas. Con el convencimiento que
hay que entrar en una dinámica en la que será imprescindible el entendimiento”.
Cajamar comenzó el miércoles una nueva
etapa. Eduardo Baamonde será el capitán que estará al frente de una nave
magistralmente dirigida desde su fundación aquella lejana mañana del 1966 por personas
que ya forman parte de la historia de esta provincia. Cuando llego a este punto
y aparte pienso inevitablemente en esas personas y recuerdo una frase leída
hace años y que dibuja con palabras la aspiración vital de aquellos que
hicieron la Caja y Almería guiados por el amor infinito a esta provincia y que
ahora, desde la misión cumplida, solo aspiran -¿verdad, don Juan, Antonio, Juan
de la Cruz?- a leer hasta bien entrada la noche y, en invierno, viajar hacia el
Sur emocional que tanto les conforta y por el que tanto han hecho cada día y
sin descanso.
(Publicado en la edición de papel de La Voz de Almería. Autorizada su reproducción).
(Publicado en la edición de papel de La Voz de Almería. Autorizada su reproducción).