Emilio
Ruiz
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El
incendio producido en el cementerio de neumáticos usados ubicado entre las
localidades de Seseña (Toledo) y Valdemoro (Madrid) ha puesto de manifiesto una
vez más el enorme problema medioambiental que tenemos en España por la escasa
reutilización que se hace de este tipo de producto. En España se colocan cada
año 25 millones de ruedas y se generan en torno a 300.000 toneladas de
neumáticos usados (algo así como el triple del acopio incendiado). Una parte de
estos neumáticos se reutiliza en recauchutado, material reciclado y
transformación de energía. Otras 70.000 toneladas de ruedas se quedan en
vertido sin saber qué hacer con ellas, con un significativo impacto
medioambiental. Para eliminar estos residuos se recurre con frecuencia a la
quema directa, lo que provoca graves problemas medioambientales ya que
produce emisiones de gases que contienen partículas nocivas para el entorno.
Cementerio de neumáticos |
La
cubierta de un neumático está compuesta por más de 200 elementos. Parte de una
base de goma a la que se añaden diversos productos químicos y componentes metálicos
y textiles. Los porcentajes aproximados de los componentes que dan forma a un
neumático son: 18 %, caucho natural (obtenido del látex de algunas especies
vegetales); 29 %, caucho sintético derivado del petróleo; 21 %, carga de
refuerzo en negro de carbón o sílice procedente de hidrocarburos o del gas
natural; 17 %, hilos de acero; 6 %, hilos textiles de nailon, y 9 %, diversos aditivos
químicos (azufre, oxido de zinc...).
"El caucho completamente limpio puede tener diversos usos: relleno de campos de césped artificial, alfombras, losetas de goma, cubiertas, masillas, suelos de seguridad, parques infantiles, rellenos de terraplenes, balsas de infiltración, depósitos de agua, impermeabilización en vertederos, etc."
Los métodos
para la recuperación de neumáticos usados son diversos, y el producto obtenido
es igualmente diferente. Mediante el triturado se obtiene caucho mezclado con metal,
que se separan por medios magnéticos (imanes). El caucho completamente limpio
puede tener diversos usos: relleno de campos de césped artificial
(amortiguación y absorción de impactos), alfombras, losetas de goma, cubiertas,
masillas, suelos de seguridad, parques infantiles, rellenos de terraplenes,
balsas de infiltración, depósitos de agua para sistema de protección contra
incendios, impermeabilización en vertederos, etc.
Uno
de los empleos que en ocasiones se ha dado al caucho procedente de la
trituración de neumáticos es para mezclarlo con el asfalto. Este uso puede
absorber todo el excedente. Al margen de los beneficios ambientales, el asfalto
obtenido produce un pavimento más viscoso y elástico, que se deforma menos, mejora
la adherencia y aguanta mejor la intemperie, las temperaturas extremas y el
agua. El firme gana en durabilidad y reduce de forma significativa la
contaminación acústica.
Todos
los grandes productores de asfaltos –empezando por el más importante, Repsol-
tienen contrastadas las ventajosas propiedades que ofrecen los asfaltos
tratados con caucho procedente de los neumáticos usados. Si esto es así, ¿por
qué no se intensifica su empleo? El problema suele ser siempre el mismo:
económico. La tonelada de betún se encarecería en tono al 8 ó 10 %. ¿De verdad
que esta carestía no compensa ver cómo vemos desaparecer ese problema
medioambiental tan grave que tenemos con los numerosos cementerios de
neumáticos que hay expandidos por toda la geografía nacional?