Casarse con una tiesa

José Fernández
Periodista

Recuerdo que en las clases de Teoría de Comunicación se explicaba a los alevines de periodista las funciones del lenguaje, siempre según el poco ameno modelo del lingüista ruso Roman Jakobson, al que el Señor tenga en su Gloria. Por si usted no conoció la dicha suprema de profundizar en los factores constitutivos del proceso de comunicación lingüística, le hago un resumen: el emisor es quien emite el mensaje; el receptor es el destinatario del mismo y el mensaje es la experiencia que se recibe y transmite con la comunicación. El mensaje, por tanto, es la clave de toda comunicación.


Ahora bien, lo que el plomizo profesor Jakobson no sabía es que íbamos a acabar sintetizando el proceso fijándonos sólo en el emisor. Es decir, que no importa tanto lo que se dice, sino quién lo hace. No es la primera vez que escribo acerca de esta evidencia, pero no puedo evitar hacerlo cada vez que en el rompeolas de la actualidad aparece varada una declaración que confirma esta teoría.

La presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha comparecido en la comisión de investigación de los ERE y, en un momento de su declaración, le debió salir Triana pura y espetó a sus interrogadores que ella se había casado “con un tieso”, explicando que su marido ganaba 1.400 euros mensuales. No entraré ahora en el desprecio que supone para todos los parados andaluces esa consideración despectiva de la tiesura, ni en si el marido favorecido por los cursos falsos ganaba en realidad más dinero.

Lo que quiero destacar es el atronador silencio de todos estos observatorios, organismos y asociaciones vinculadas al PSOE, ante esta manifestación de arrogancia con tintes de machismo inverso. ¿Se imaginan qué no estarían diciendo todos estos chiringuiteros del poder andaluz si un cargo masculino del PP hubiera dicho que él se había casado con “una tiesa”? Es lo que el cansino de Jakobsen nunca pudo sospechar: que en España haya acabado siendo más importante el emisor de los mensajes que los mensajes en sí. Algo habremos estado haciendo mal… o bien. Según se mire.