Emilio Ruiz
El resultado electoral surgido de las urnas el 20-D fue calificado por la mayoría de los analistas políticos como de “endiablado”. El tiempo les ha dado –nos ha dado- la razón. Seis meses después de aquella cita electoral volvemos a votar otra vez con el deseo de que el resultado sea distinto. Parece que no vamos a tener esa suerte. La encuesta del CIS es prácticamente una fotocopia del acta electoral del 20-D, con la sola diferencia de que el lugar que ocupaba el PSOE ahora lo puede ocupar Unidos Podemos. Ayer, el sondeo de Metroscopia para el diario ‘El País’ ahondaba en esa situación: 28,9 para el PP; 25,4 para Unidos Podemos; 20,8 para el PSOE y 15,9 para Ciudadanos.
¿Quién pactará con quién? |
Los sondeos son persistentes en una misma dirección. Es cierto que la campaña puede producir algunos cambios. Pero, por notorios que sean, la correlación de fuerzas no variaría de forma susceptible. A efectos de conformación de pactos da igual que el PP baje un escaño o suba dos o que Unidos Podemos se distancie del PSOE dos o cuatro puntos. Da igual incluso que el segundo lugar lo ocupe el PSOE y no Unidos Podemos. El problema, insisto, sigue siendo el mismo, y ese problema no es otro que la incapacidad de formar una mayoría de Gobierno estable. Porque ésta es otra: no basta con elegir un presidente del Gobierno, lo esencial es obtener una estabilidad parlamentaria que dure al menos un par de años.
Tras los resultados del 20-D los cuatro partidos con mayor representación parlamentaria se parapetaron tras los vetos. El PSOE vetó al PP, Ciudadanos vetó a Podemos y Podemos vetó a Ciudadanos. ¿Variará este posicionamiento tras el 26-J?
Ante un panorama electoral como el que se avecina no hay más que esto: o se alzan los vetos o conducimos al electorado a una tercera cita con las urnas. No hay otra. Las urnas pueden traerle a Pedro Sánchez el peor resultado de la historia del PSOE, por debajo aún del resultado último. Pero, al mismo tiempo, le pueden traer un regalo envenenado: la llave de la gobernabilidad de España. El secretario general de los socialistas anunció días pasados que los españoles podíamos estar tranquilos; que, sea cual sea el resultado, no habrá nuevas elecciones. Olvidó explicarnos cómo se come eso. ¿Con una abstención socialista para que siga el PP? “De ninguna manera”, ha aclarado. ¿Buscando un acuerdo para hacer a Pablo Iglesias presidente del Gobierno? Ni soñando, digo yo, no sé si él también. Jamás Pablo Iglesias va a ser presidente aupado por los votos del Partido Socialista. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.