La traición antes que la investigación

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Imagine al gerente reunido con el jefe de ventas. Imagine que se graba la conversación sobre la evolución de ventas: clientes maduros o verdes; ofertas a contrarrestar de la competencia; estrategia agresiva en producto y precios; incentivos para el equipo; tentativas para arrebatar vendedores estrella; operaciones colaterales e influencias para derribar opciones del oponente… Y, ahora, imaginen que esa grabación se hace pública. Ya se trate de vender lavadoras, automóviles, seguros, palanganas, cobertores… siempre habrá un sector del público, una asociación de consumidores y la propia competencia que estallará horrorizada señalando a ese producto o marca como “indigno de competir convirtiendo el mercado en un indecente campo de batalla con prácticas mafiosas… y tal”.

Ministro Fernández Díaz

Ahora, imaginen que estas prácticas se circunscriben al marco de la política con nutrido equipo de asesores, medios afines, abundante información e investigación de personas, entornos, historiales, fichas… y, además, que se sepa.

Todos los partidos políticos se apuntan a estas ocultas prácticas que, en definitiva, conducen a lo mismo: blindar al candidato de posibles acusaciones obteniendo mayores y más graves del contrario. A mayor información comprometida, más silencio y sosiego.

Otra cosa son los fondos de reptiles, cloacas y otras argucias para urdir tramas, inventar supuestos, tender trampas, intoxicar la opinión pública… y las fatales coincidencias. Y ya es coincidencia que se produzca un atentado (11-M) un jueves antes de unas elecciones generales. Y ya es coincidencia que “urja” descubrir una conversación entre el ministro de Interior y el director de la Oficina Antifraude de Cataluña mantenida hace ¡dos años! Y que se publique un miércoles antes de unas elecciones generales. Y aún quedan por ver las “improvisadas, espontáneas y desinteresadas” manifestaciones contra el Gobierno. “No merecemos un gobierno que miente” Rubalcaba dixit. Por cierto, el mismo que alardeó de tenerlo todo investigado: “Lo sé todo de todos”, Rubalcaba “Pixi” (homenaje a la inolvidable ministra).

Ahora habrá que volver -como siempre- a reconocer la capacidad de movilización a través de medios afines y redes sociales para montar performances frente a las sedes del Partido Popular. “¡Asesinos, mentirosos, mafiosos…!”. Todo previsible.

El problema en este país, territorio, federación de nacionalidades… y gobiernos autonómicos separatistas es que ya nadie llama a las cosas por su nombre. En España hay una serie de políticos que pretenden -al margen de la ley- la secesión de sus territorios; y eso, es sencillamente delincuencia y alta traición. Y a los declarados al margen de ley hay que seguirles sus delincuenciales pasos, así como a su connivente entorno.

Invitar a buscar e investigar no es lo mismo que trampear, urdir e intoxicar. Es más, el titular de Interior, ha de instar al investigador antifraudes a que encuentre pruebas de fraude, corrupción o delito. Lo que no entenderé es que partidos políticos llamados constitucionalistas aprovechen para cargar contra quien hace su trabajo. ¿Acaso para Pedro Sánchez o Albert Rivera es grave que se investiguen posibles corruptelas de los dirigentes separatistas? ¿Prefieren que se alcance el separatismo mediante corruptelas no investigadas? ¿Qué es más grave, la traición o la investigación que trate de evitarla?

No creo que sea nada extraño investigar y contrarrestar a la empresa que pretende hundir nuestro producto en el mercado con malas artes. Todo lo contrario. Sin embargo, en política pasa como con el contrariado padre en cierta población de provincias: “Lo importante no es que la niña sea puta; lo peor es que se sepa”.