Las audaces declaraciones de la directora de la Alcazaba

Gabriel Guirado
Amigos de la Alcazaba

En un alarde inusual de elocuencia y agudeza, no dejan de asombrarnos las audaces declaraciones que la directora de la Alcazaba, María Luisa García Ortega, ha realizado recientemente. En ellas se lamenta de cómo el entorno condiciona la excelencia de su gestión en el monumento que dirige. La directora arremete contra el Ayuntamiento de Almería por “el estado de abandono que presenta la zona del parque de La Hoya ante la falta de limpieza brutal que desluce y perjudica la imagen hacia el turismo y hacia la propia Alcazaba. La gente cuando se asoma, desde La Alcazaba, para hacer fotos ve en el cerro de enfrente todo un vertedero de basura y una escombrera”, comenta.

Alcazaba de Almería

Por sus palabras, suponemos que debe ser tal el cúmulo de inmundicia que le impide ver, desde su confortable atalaya en el Baluarte del Saliente, el estado de ruina y desolación en que se encuentran las murallas de la Hoya y de San Cristóbal. Esperemos que una vez que el Ayuntamiento acceda a su petición de limpiar la zona que le impide ver la muralla, y ante el pánico y el riesgo de ceguera que puedan padecer los visitantes de la Alcazaba por el deslumbramiento que les produzca la visión de las asoladas murallas, María Luisa requiera con el mismo ahínco a sus superiores de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía para que, de una vez por todas, inicien los siempre postergados trabajos de restauración de las murallas.

La falta de comercios y el embellecimiento de los alrededores también forman parte de sus lamentaciones; pero donde hace más visible su desencuentro con el  mundo que la rodea y su aportación más aguda es para el Mesón Gitano, donde manifiesta que “antes de hacer esa inversión en el Mesón Gitano me habría volcado con La Hoya”. Como ven, una opinión muy respetable. Sin embargo, nuevamente antepone lo aleatorio a lo principal. El engendro del Mesón Gitano se ha construido con todas las bendiciones de la Junta de Andalucía, y contra la opinión unánime de sus propios técnicos, en un espacio de protección del monumento y no le hemos visto ni un solo gesto de oposición a tan aberrante proyecto. Como tampoco lo vimos cuando aceptaba encantada las heridas de acero corten que recibió la Muralla de la Hoya.

Pero si nos podemos quedar ciegos con el espectáculo del descubrimiento del lamentable estado de las murallas, también corremos el riesgo de ensordecer por el atronador ruido de la traca que ha provocado su última aportación y broche final a esta serie de desatinos. Discúlpennos, pero no sabemos si reír o llorar con esta nueva ocurrencia respecto a las pintadas que a principio de año sufrieron la falda de La Alcazaba y el Baluarte de Saliente, a causa de actos vandálicos, pero que no se denunciaron porque lo consideró una “chiquillada”, ahora se supera a sí misma manifestando que si se hubiera llegado a "llenar toda la muralla de pintadas se habría denunciado de inmediato". Sí, sí, “toda la muralla”. ¡Como lo oyen! Juzguen ustedes mismos.

Entretanto, y como ya nos advertían del “preocupante deterioro de las murallas y muchos de los espacios integrantes” los ocho miembros de la Comisión Técnica del monumento en un informe de 2014, al que ha tenido acceso nuestra asociación, la policía ha tenido que acordonar un lienzo de la muralla norte del Conjunto Monumental, ante el riesgo de derrumbe, como consecuencia del desprendimiento de algunos elementos de la mampostería, cuando aún resonaban los taladros que han agujereado los muros del Tercer Recinto de la Alcazaba, para la instalación de unos andamios con motivo de la celebración de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro.

Pero también, ante la indiferente mirada de los responsables, la Alcazaba duerme en la oscuridad de la noche por la falta de iluminación, la humedad se expande por amplias zonas, la muralla muestra profundos desgarros, la vegetación del interior y del exterior campa a sus anchas, los gamberros la cubren con sus pintadas con total impunidad o a sus pies permite que construyan el Mesón Gitano; pero mientras, doña María Luisa, se dedica a contemplar cómo las soluciones, para su gloria y un mayor lucimiento del monumento, pasan por las acciones de los demás y no por las propias.

Y mientras la directora contempla su entorno, el máximo responsable de velar por el monumento en Almería, el delegado territorial de Cultura de la Junta de Andalucía, Alfredo Valdivia, presencia impasible, instalado en su ya contrastada incompetencia, cómo se le cae a sus pies nuestra Alcazaba, la Alcazaba de todos los almerienses. Alguien debería asumir la responsabilidad ante tanto despropósito.