Emilio Ruiz
Los resultados de las elecciones del domingo fortalecen la posición del Partido Popular, al sumar catorce diputados a los 123 que ya tenía; apaciguan las aguas en el Partido Socialista, al ver que no se produce el temido sorpasso y mejora levemente su porcentaje de votos, si bien ha perdido cinco diputados; bajan los humos a Podemos, que estaba convencido de conseguir el liderazgo de la izquierda, y diezman la fortalece de Ciudadanos, que ve cómo muchos de sus votantes han vuelto a la casa común de la que salieron. Este panorama es más clarificador que el del pasado 20-D, pero no lo suficiente como para poder concluir que es cosa hecha la formación de nuevo Gobierno y, sobre todo, que puede estar garantizada la estabilidad del nuevo Parlamento. Ni una cosa ni otra.
Tendrán que darse la mano (Foto: El Confidencial) |
El escenario de pactos tiene tantas incertidumbres como las que tenía el pasado mes de diciembre. Se da por sentado que el PP debe formar Gobierno y que, en consecuencia, Rajoy no debería rehusar esta vez el encargo del Rey. Pero, ¿qué mayoría parlamentaria puede formar el PP? El presidente en funciones, en sus primeras declaraciones a un medio de comunicación tras el recuento de votos, a la Cope, ha vuelto a dirigir su mirada al Partido Socialista. PP y PSOE suman 222 diputados, muy por encima de la mayoría absoluta, establecida en 176. Sinceramente, creo que aún hoy sigue siendo inimaginable pensar en un Gobierno de coalición PP-PSOE.
No acaban en esa combinación las posibilidades de Gobierno. Hay otras. También es posible un Gobierno del PP con la abstención del PSOE y el voto favorable de Ciudadanos. Serían 169 ‘síes’ frente a los 71 ‘noes’ de Unidos Podemos, además de los nacionalistas. Otra opción es el tripartito PSOE-UP-C’s, que suma 188 diputados. Considero que ninguna de estas tres formaciones políticas ha salida fortalecida lo suficiente de estas elecciones como para dar este paso. Lo que en la anterior legislatura era una opción posible en ésta es una opción casi irresponsable.
Los resultados del 20 de diciembre descansaban en la espalda del PSOE la posibilidad de facilitar un Gobierno. Intentó conformarlo en torno a sí y no pudo ser. En esta ocasión, la situación no es muy distinta. Los socialistas no van a tener más remedio que refugiarse en la abstención y dejar al PP la vía expedita para que empiece a gobernar, en coalición con Ciudadanos o en solitario. Produce repulsa la sola posibilidad de pensar en unas terceras elecciones. A esta situación de interinidad hay que ponerle fin y el PSOE es, por activa o por pasiva, quien tiene la capacidad de hacerlo. A veces la historia enfrenta a uno a situaciones que no desea. Y ésta, para el PSOE, es una de ellas. La negativa de ayer hay que entenderla como lógica. En adelante, ya parlarem.