Emilio Ruiz
“¿Dónde está Pedro Sánchez?”, se preguntó el jueves por la noche Ángels Barceló, en Hora 25 , de la Cadena Ser. La misma pregunta se han hecho este fin de semana Juanma Romero, en las páginas digitales de El Confidencial, y Ainhoa Martínez, en las de papel de La Razón. La prensa de la capital del reino entiende que cuando una persona no está en Madrid es, sencillamente, porque ha desaparecido. ¡Ay, el pertinaz centralismo! Bien, pues Pedro Sánchez no está desaparecido. Está en Mojácar.
Tras las elecciones del 26 de junio, Pedro Sánchez ha continuado con la intensa actividad que inició en la última semana de la campaña, cuando veía que el ‘sorpasso’ era casi inevitable. En el partido están absolutamente convencidos de que fue durante esa última fase de la campaña cuando se consiguió el ‘milagro’ de darle la vuelta a las encuestas, a un resultado que parecía irreversible. Fue cuando el secretario general se lanzó a la calle a hacer el puerta a puerta y cuando se desarrolló la campaña telefónica personal. Ni Brexit ni miedo. Ni exceso de cariño, como cree Iglesias. En el PSOE solo se baraja un diagnóstico: la remontada fue mérito propio y no demérito de los demás.
El lunes Pedro Sánchez se reunió con su ejecutiva en Madrid. El martes viajó a Bruselas. El miércoles regresó a Madrid. Esa misma noche tuvo una larga reunión con el expresidente Felipe González, en el domicilio de éste de la calle Velázquez, de Madrid. Durante la mañana del jueves estuvo trabajando en su despacho de la calle Ferraz, y por la tarde cogió a su familia y se vino para su casa de Mojácar, donde ha permanecido hasta esta misma mañana, que ha emprendido, a primera hora, viaje de regreso a Madrid.
Durante los tres días que el secretario general de los socialistas ha permanecido con su familia en Mojácar no ha tenido ningún contacto político personal. Ni siquiera ha llegado a reunirse con Antonio Hernando, el portavoz parlamentario del PSOE y hombre de su máxima confianza, que ha estado también este fin de semana en Almería. En el viaje de Hernando a Serón, para asistir a la Fiesta del Jamón, pasó en coche a unos pocos kilómetros de distancia de la residencia mojaquera de su secretario general, pero no llegaron a encontrarse.
Los vecinos de Mojácar apenas han podido ver a Pedro Sánchez en estos tres días. Mientras su mujer, Begoña, y sus hijas, Ainhoa y Carlota, han bajado a la playa -el también bajó ayer un rato al chiringuito Aku-Aku-, él ha permanecido en su casa la mayor parte del tiempo con la sola compañía de su Ipad y su Smartphone preparando el importantísimo Comité Federal del sábado. En esta reunión se va a decidir la postura que el PSOE va a adoptar ante las negociaciones para la investidura de presidente del Gobierno.
Sánchez considera que, en unos momentos como éstos de tanta incertidumbre, lo peor que podía hacer era sumarse al coro de voces socialistas que ofrecen opiniones particulares sobre la decisión que el partido finalmente debe adoptar de cara a la conformación del nuevo Gobierno. El secretario general de los socialistas tiene en la manga una carta que siempre puede sacar: ante el aluvión de opiniones encontradas, la última palabra la pueden tener las bases del partido. Si eso sirve para acallar tanto griterío, ése es el mensaje que puede lanzar este próximo sábado.