El corto espacio de tiempo que el escritor y pintor Ramón Gaya (Murcia, 1910-Valencia, 2005) pasó en la provincia de Almería con las Misiones Pedagógicas fue suficiente para conseguir dos de las cosas más queridas por él: su novia, que después sería su mujer y madre de su única hija, Fe, y su obra pictórica Luis Cernuda en la playa de Almería.
Con 17 años Ramón se marcha a Madrid, becado por el Ayuntamiento de Murcia. Allí se convierte en visitante asiduo del Museo del Prado y conoce a Juan Ramón Jiménez y a casi toda la Generación del 27. Muy joven aún se va a París. Expone en la galería Aux Quatre Chemins y visita a Picasso y traba amistad con Bores. Decepcionado con el carácter mercantilista de la pintura, y a pesar de la enorme vitalidad cultural parisina, regresa a España. La República le sorprende en Barcelona. El 1932 empieza a colaborar con las Misiones Pedagógicas.
Ramón Gaya, en una sesión de las Misiones Pedagógicas |
El Patronato de Misiones Pedagógicas lo crea el Gobierno de la República en mayo de 1931 con el ánimo de salvar el abismo cultural existente entre el campo y la ciudad. En la provincia de Almería, entre 1933 y 1935, se organizan tres Misiones: la Misión de Poniente, que se desarrolla en Vícar, Felix, Enix y Marchal de Enix; la Misión Normalista, la más humilde, sin personal de fuera, que se extiende por Alhabia, Terque, Bentarique, Santa Cruz, Alsodux, Alboloduy y Alcudia de Montagud, y la Misión del Museo del Pueblo, sin duda la más importante de las tres.
La Misión Museo del Pueblo o Museo Circulante se adentra en la provincia de Almería, procedente de la de Granada, en el año 1934
La Misión Museo del Pueblo o Museo Circulante se adentra en la provincia de Almería, procedente de la de Granada, en el año 1934. Va a permanecer en nuestra provincia del 11 de febrero al 16 de abril. Visita Vélez-Rubio, Huércal-Overa, Albox, Purchena, Vera, Cuevas del Almanzora, Garrucha y Níjar. Los misioneros llegan “en un viejo cacharro con motor, cargados de maletines, cajas, trípodes y bolsas de viaje”, según la prensa de la época. De sus actividades se encargan Ramón Gaya, Antonio Sánchez Barbudo (escritor, poeta y periodista), Rafael Dieste (escritor), María Zambrano y Luis Cernuda.
En la Memoria de las Misiones, el paso de la Misión Museo del Pueblo por Cuevas del Almanzora (del 18 al 23 de marzo) es considerado como “muy brillante”, pero “de poco interés para los fines misioneros”. ¿Por qué esta aparente contradicción? Nos lo explican ellos mismos: “Contra lo que suele suceder, aquí abundan las señoras, profesores de Instituto, maestros y estudiantes de bachillerato”, pero no el público más popular, objetivo último de las Misiones.
Fe Sanz, en 1936, fotografiada Por Gaya |
El encuentro de Fe y Ramón en Cuevas del Almanzora se convierte en un auténtico flechazo. Ella tiene 26 años y él, 24. María Zambrano, amiga de ambos, facilita la relación. Tras un primer encuentro, los jóvenes quedan en verse en Madrid. Hasta ese nuevo encuentro Ramón vive un ataque de pasión. Lo cuenta años después su compañero de Misión Antonio Sánchez Barbudo: “Empecé a observar que Ramón caía en un estado casi permanente de abulia, de silencio y melancolía; en ese estado de postración que yo llamaba ‘de brazos caídos’. No tardé mucho en descubrir… que la causa de todo era Fe, la ausencia de Fe: Gaya estaba enamorado”. Años después Gaya comentaría el encuentro con Fe en Cuevas: “Me pareció que era una persona que yo conocía de siempre y que no tenía secretos para mí, y en la que yo podía confiar de una manera absoluta”.
El 24 de junio de 1936 Ramón Gaya y Fe Sanz se casan en Madrid. Poco después estalla la guerra. Tras los bombardeos, Gaya pierde casi todas sus pinturas. El matrimonio se traslada a Valencia, donde es acogido por el poeta Juan Gil-Albert. Casi al final de la guerra, durante un bombardeo de la aviación fascista, a la espera de la evacuación en la estación de Figueras, camino de Francia para reunirse con su marido, Fe, que llevaba en brazos a su hija, es gravemente herida. Finalmente muere el 3 de febrero de 1939. Alicia, su pequeña, es rescatada de los brazos de su madre agonizante por Carmen Muñoz, esposa de Rafael Dieste, que la pone a salvo en suelo francés. Ramón Gaya, sin conocer la terrible noticia, cruza los Pirineos con el ejército republicano. Espera un reencuentro familiar que nunca se producirá.
En Garrucha la Misión Museo del Pueblo permanece del 25 al 28 de marzo. Es durante este último día cuando Luis Cernuda manda al impresor Bernabé Fernández-Canivell la carta que Manuel León nos recuerda en su trabajo El viaje de Luis Cernuda a Garrucha. “En Garrucha, pueblo de pescadores –escriben los misioneros-, se instaló el Museo en la Caseta de Náufragos, casi sobre el mar. Tuvimos mucho público, y del más interesante. Sabido es que la gente de mar, aunque sean del norte unos y del sur otros, parecen unidos en una sola gran patria. Por eso aquí, en este pueblo de Almería, hemos vuelto a encontrar aquel fervor niño, aquella familiaridad respetuosa, aquellos ojos de afán incendiado por oírnos que vimos en los pueblos costeros de Galicia. El campesino es más hermético y receloso; pero el marinero, aun ese que sale a pescar las tardes en una barca pobre, tiene una mirada grande para todo, y cuando se encuentra torpe no adopta el resentimiento, sino la ambición más limpia. Una de esas tardes precisamente, que paseábamos por la playa, nos abordaron unos pescadores jóvenes para consultar dudas creadas por nuestras palabras. Hablamos de muy distintas cosas, y en la manera respetuosa y nada disparatada que tenían para aludir a temas políticos, comprendimos que entre el zapatero o el portero de una gran ciudad y estos hombres descalzos existe un abismo de finura, de elegancia auténtica, de pureza (en favor de los descalzos, naturalmente), que no es fácil suponer desde lejos”.
Ramón Gaya y Luis Cernuda se conocen desde antes de la Misión Museo. “Conocí a Cernuda –cuenta Gaya- en un jardín. Paseaba, marchaba solo, pero iba con ese aire del que lleva a su lado unos galgos decorativos. Comprendí ya entonces que una sombra le acompañaba a todas partes, un perro inseparable y misterioso, su vida misma quizá, el boceto de una vida no vivida. Conocí a Cernuda en un jardín, pero en realidad él siempre parece estar en un jardín. En la calle o en el salón no se le comprende. Tampoco en el campo; un jardín o una playa es su fondo verdadero”.
"Durante el asueto de las Misiones Pedagógicas en Garrucha Ramón Gaya inmortaliza la estancia de Luis Cernuda con su obra Luis Cernuda en la playa de Almería"
Es entonces, durante el asueto de las Misiones Pedagógicas, cuando Ramón Gaya inmortaliza la estancia de Luis Cernuda en Garrucha con su obra Luis Cernuda en la playa de Almería. La acuarela es su técnica preferida en esos años. El cuadro tiene unas dimensiones de 22 x 30 centímetros y en él se ve a Cernuda recostado sobre la arena blanca de la playa de Garrucha. “Cuando se abría hace unos meses la más que interesante exposición dedicada a Cernuda en la Residencia de Estudiantes, me llamó la atención un gouache de Ramón Gaya que lo retrata frente al horizonte en una playa almeriense. Me pareció que, de todos los retratos y fotografías suyas recogidos a distintas edades de su vida, en los diferentes lugares donde estuvo en España y en el exilio, el que quizá mejor puede representarle sea el cuadro de Gaya”, recuerda el expresidente del Gobierno José María Aznar tras su visita a esa exposición.
No es el único cuadro de Ramón Gaya con motivos almerienses
El cuadro Luis Cernuda en la playa de Almería no es el único que Ramón Gaya pinta con motivos almerienses. En el año 1937 el pintor participa en el Congreso Internacional para la Cultura, organizado por la Alianza de Escritores Antifascistas. En el concurso de pintura presenta dos cuadros. Uno es Espanto. Bombardeo de Almería (1937), que obtiene el primer premio de pintura en los Concursos Nacionales. El otro es Palabras a los muertos. Retrato de Juan Gil-Albert. Estos mismos cuadros son expuestos en el pabellón de la República Española de la Exposición de París de 1937.
Espanto. Bombardeo de Almería es un óleo sobre lienzo (80 x 85) de tonos sombríos y casi premonitorio de lo que le sucedería al propio Gaya. Muestra la tragedia española en las figuras de cuatro mujeres, víctimas civiles de un ataque aéreo. Una de ellas parece pedir ayuda, aterrorizada, mientras otras dos intentan socorrer a otra mujer abatida entre los escombros. Los dos cuadros con motivos almerienses se encuentran en el Museo Ramón Gaya, de Murcia.
Publicación de este artículo en la edición de papel de 'La Voz de Almería' |