La impropia reacción del concejal Rafael Burgos

Emilio Ruiz
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El concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Almería Rafael Burgos Castelo disfrutaba el sábado de su último día de Feria. Junto a su amigo Ramón, un gitano muy conocido por sus compromisos sociales, se disponía a tomar un último trago en un céntrico pub. Vana pretensión. El portero del local les negó la entrada por la condición de gitano de Ramón. El concejal, en vez de reclamar la presencia de la policía o de acudir a una comisaría a formular la correspondiente denuncia, se limitó a coger su Facebook para quejarse de esta forma: “Hoy lamentablemente no me han dejado pasar en el Pub B… de Almería (omito el nombre por razones obvias) porque iba con un gitano. Una autentica vergüenza”. En el colmo del despropósito el concejal añade: “Y éste es mi amigo”, como si la circunstancia de la amistad fuera un aditivo que incrementara la repulsa del acto.

El concejal y su amigo (Foto colgada por Rafael Burgos en Facebook)

Rafael Burgos es concejal del Ayuntamiento de Almería con dedicación exclusiva. Es incluso uno de los concejales que da soporte al equipo de Gobierno, que, a su vez, gobierna porque el propio concejal y sus compañeros de partido lo han querido. A los vecinos de la capital el concejal Burgos les cuesta cada año 60.000 euros de sueldo, más los gastos de cotizaciones y otros varios como subvenciones a su grupo y disposición de bienes municipales. En total, pongamos 100.000 euros. Sea algo más o sea algo menos, esa cantidad siempre será más que suficiente para que el concejal no eluda su responsabilidad de actuar con gallardía ante un acto despreciable como éste.

La reacción del concejal ha suscitado diversos comentarios en las redes sociales. Algunos son entendibles y otros no tanto. Es cierto que todos ellos se apuntan al tono de la repulsa. Pero en ocasiones una adecuada actitud silenciosa es más efectiva que el vocerío demagógico. De los comentarios que se pueden leer en las redes se desprende que el incidente sufrido por Rafael Burgos y su amigo no es algo aislado. Cuenta Francisco Rafael González Burgos que un grupo de jóvenes con síndrome de down fue desalojado de la terraza del mismo local al grito de que "allí no querían a una panda de retrasados mentales y mongólicos".

La concejala exsocialista de Albox Lorena Ibanovich Muñoz, también de raza gitana (“aunque no lo parezco”, dice ella), ha denunciado que “yo misma he pasado por eso. No me extraña nada. No sabes lo que se siente cuando vas pasando por un pub de Almería y por ir acompañada de una prima mía, la cual era muy exagerada en cuanto a la pintura de ojos y pendientes (iba adecuada vestida y demás), no nos dejaron pasar... Directamente el portero nos puso la mano... Cuando la noche de antes estuve yo en el mismo sitio pero con otras personas. Aún me sigue pareciendo increíble, pero no me extraña para nada...”. La concejala también ofrece el nombre de este local, igualmente en el centro de la ciudad.

José Antonio Díaz Roda, presidente de la Unión de Consumidores de Almería (UCA), es una de las personas que ha reprochado al concejal su incomprensible actitud: “Como bien sabes –ha recordado a Rafael Burgos- la normativa prohíbe el derecho de admisión, salvo que el aforo esté completo y en casos muy excepcionales, que conociendo a Ramón no creo que fuera este caso; en lugar de darte la vuelta deberías haber solicitado la presencia policial para que hubiesen abierto diligencias. Las multas son bastante elevadas sobre todo si se logra demostrar que la denegación es por razón de la raza, ya que se incumple un derecho constitucional. En caso contrario lo seguirán haciendo”. Al reclamo de Díaz Roda el concejal le ha respondido con la dejadez habitual: “José Antonio, tienes razón, pero la Feria es corta, y no voy a perder la oportunidad de pasar un rato agradable con una persona entrañable, es el único momento que hemos tenido de tomar algo juntos fuera del trabajo del barrio”.