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Carta abierta a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía

José María Mellado
Fotógrafo

Me dirijo en esta carta a los responsables de esta Consejería de Cultura de todos los andaluces, como andaluz que soy, almeriense y fotógrafo. Acabo de conocer la preocupante noticia de que la Junta no renueva en su cargo como director del Centro Andaluz de la Fotografía a Pablo Juliá y –lo que es peor- no parece haber ninguna intención de nombrar a otra persona para su puesto. Y siento la necesidad –y la obligación moral- de elevar mi protesta más firme ante ustedes.

Es posible que desde sus despachos en Sevilla no conozcan la labor que el CAF lleva haciendo por la Fotografía española durante este último cuarto de siglo. Ni siquiera por qué está en Almería y no en otra ciudad andaluza, ni el daño que a la Cultura española puede hacer dejar sin cabeza sine die una institución como el CAF. Me voy a permitir darles mi visión como conocedor del mundo fotográfico dentro y fuera del país. 

Pablo Juliá (Expofoto)

Almería ha sido desde muchas décadas atrás el epicentro de algunas de las manifestaciones artísticas más importantes del país, en particular en lo que respecta a movimientos fotográficos. Quizás por la luz tan mágica y limpia que disfrutamos o  al no estar de camino de ningún sitio, aislada en una esquina del sureste español, Almería ha dado grandísimos fotógrafos de valor internacional: Manuel Falces, Jorge Rueda, José María Artero y por supuesto nuestro Premio Nacional Carlos Pérez Siquier, entre otros.

Es tierra de fotógrafos, sin duda. El movimiento AFAL es un referente internacional – no sé si saben que sus miembros han expuesto incluso en el MoMA de Nueva York- y se acaba de abrir al público una sala permanente en nuestro Centro artístico nacional de referencia, el Museo Reina Sofía, dedicada en exclusiva  a AFAL. Por todo esto, señores, y por el empeño de Manuel Falces, es que el CAF está en Almería.

Fundado hace 25 años por Manuel Falces, fue desde sus inicios afianzándose como un Centro de referencia a nivel nacional. Pero en los últimos años y bajo la dirección de Pablo Juliá se ha convertido en la institución más importante dedicada a la Fotografía en España, no sólo en Andalucía. Este mérito no es sólo suyo, sino de todo el magnífico equipo que integra el Centro. Ese prestigio ha trascendido nuestras fronteras y el CAF ha conseguido una gran proyección a nivel internacional, de nivel igual o superior a las mejores instituciones culturales españolas de cualquier ámbito.

En Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Rusia, por mencionar algunos países de nuestro entorno europeo, y en toda Latinoamérica el CAF es perfectamente conocido y respetado en los círculos culturales de máximo nivel. Pablo Juliá ha logrado culminar con éxito lo que Manuel Falces comenzó: CAF ≈ Prestigio ≈ Fotografía del máximo nivel ≈ Andalucía ≈ Almería.

Ese prestigio es el que permite que el CAF haya seguido ofreciendo a los ciudadanos andaluces exposiciones del máximo nivel nacional e internacional, a pesar de que desde la Consejería han ido reduciendo el presupuesto drásticamente un año tras otro. Los autores han confiado ciegamente y aceptado condiciones muy poco ventajosas por el mero hecho de que su obra se exhibiera en el CAF y –qué duda cabe- por el prestigio a nivel personal que el hasta ahora director se ha ganado en su intachable y ascendente trayectoria en tantos años de trabajo.

Todo no dura para siempre y es posible que Pablo haya cumplido –con gran éxito- su ciclo al frente del Centro. Pero esta decisión irreflexiva que ha tomado la Consejería presenta dos aristas muy preocupantes y peligrosas:

1. Pablo Juliá debería cuando menos liderar la conmemoración del cuarto de siglo que cumple el Centro. Él y su equipo, que lo han llevado a lo más alto a pesar de los bajísimos presupuestos, son los responsables de este éxito. Destituirlo a tan sólo unos pocos meses de los actos conmemorativos sólo mancha su labor de años y la de las personas que forman su equipo.

2. La supervivencia del Centro corre un grave riesgo si se materializa la intención de la Consejería de no nombrar por ahora un director. Sin un líder carismático, prestigiado en el panorama artístico nacional e internacional, y que haga la labor de dirigir y de promover las actividades del Centro dentro y fuera del país, el CAF acabaría siendo una especie de fotoclub o museo meramente testimonial en la ciudad, en vez de seguir siendo el ente artístico más importante de la provincia y el único con repercusión internacional.

Los almerienses no podemos conformarnos con aceptar ver agonizar a la institución artística más importante que tenemos con diferencia y que –como hicieron en su tiempo los miembros de AFAL- lleva la voz de Andalucía y de Almería por todo el mundo. Y menos en su veinticinco aniversario. Yo animo a todos los almerienses a que expresen por todos los medios posibles su  disconformidad y rechazo a estas actuaciones de la Consejería.

Y a los responsables de la Junta les conmino a replantearse esta decisión por sorpresa, al más puro estilo estalinista, y tengan en consideración la gran pérdida que supondría para la ciudadanía el aniquilamiento de esta valiosa institución. Si hay que terminar el ciclo de Pablo Juliá háganlo de forma ordenada y dejen que dé paso a su sucesor sin que el Centro Andaluz de la Fotografía corra el menor riesgo de supervivencia.