Jóvenes emigrantes

José Miguel Fernández Galdeano
IU Vícar

Cuando yo tenía 10 años, mi padre se fue a Alemania a buscar trabajo. Eran finales de los años sesenta y en España la cosa estaba bastante más jodida de lo que está ahora. Mi padre era prácticamente analfabeto. Pertenecía a una generación en la que tenía muy claro como había que quitarse el hambre; la propia y la de su familia. Y para ello, si hacía falta se iba al fin de mundo. Paradojas de la vida; ahora quien se ha tenido que ir a buscar trabajo a Alemania es mi hijo, ingeniero informático por la Universidad de Almería desde 2010.

Es lo que hay

La situación actual por la que están pasando la generación de jóvenes a la que pertenece mi hijo creo que es bastante más traumática de lo que pensamos, y van a tener que pasar muchos años para superarla. Se dice que es la generación mejor formada. Todo un patrimonio de mano de obra cualificada que les regalamos a nuestros vecinos europeos para que la exploten a su antojo.

La percepción que tenemos los padres con hijos que han tenido que emigrar fuera de nuestras fronteras es diversa, dependiendo de las circunstancias que se den en cada caso. Pero en lo que sí coincidimos la mayoría es en que se te queda un sentimiento de frustración  y un cierto desgarro de ver que el fruto de tanto esfuerzo que hacemos los padres respecto a la formación de nuestros hijos se  va lejos porque aquí no hay oportunidades para ellos.

Tratamos de ver el lado positivo, que también lo hay. Nuestros hijos van adquiriendo aprendizaje y experiencia. Practican idiomas, conocen entornos profesionales nuevos, y en algunos casos, hasta encuentran su pareja y forman una familia. Si ellos están felices, nosotros también… Puede ser una reflexión un tanto anticuada, pero no se tienen hijos y se educan para que luego se vayan al extranjero.

El problema es que no se ven perspectivas de futuro que nos lleve a pensar que la situación actual vaya a mejorar. Mi otra hija va a empezar el tercer año de carrera y ya está pensando en que su futuro profesional no lo ve aquí en España. Independientemente de que pueda ser una tendencia, lo cierto es que si esto no lo remedia nadie, la próxima generación de jóvenes  van a seguir practicando la “movilidad exterior” como decía la impresentable ministra de trabajo hace unos años. Mucho me temo que la sangría va a seguir.