Juan Torrijos
Periodista
El alcalde de Olula del Río, Antonio Martínez, acaba de declarar que son unos jóvenes que no dejan vivir a los demás. Si es cierto lo denunciado por el señor alcalde, y parece que no hay duda alguna, habría que preguntar a qué han venido todas las tonterías que se han dicho desde la delegación de Educación y la dirección del centro sobre puestas en marcha de protocolos.
Francisca Lourdes Fernández Ortega, delegada de Educación |
El acoso por el que ha pasado Alejandro le ha ocurrido y ha sido denunciado por otras familias a otros jóvenes escolares. No se pueda alegar que estamos ante un caso aislado y que se activó el protocolo en cuanto se conoció el problema de Alejandro, ya que todo apunta a que actos parecidos se venían produciendo con cierta asiduidad en el centro. Es posible que las anteriores familias no lo denunciaran, y que el tema no se ha descubierto hasta que la de Alejandro lo ha hecho a nivel nacional, pero dudo de que no se supiera entre el colectivo educativo, y por ende en el equipo directivo escolar.
Son vergonzosas las excusas que se vienen dando desde las instituciones educativas sobre la situación de Alejandro. Es una historia que nos parece alejada de la realidad. No entendemos como se le puede tener a un alumno sedado en casa por culpa de unos jóvenes, que según el alcalde del municipio “no dejan vivir en paz a los demás chicos”. ¡Y nadie sabía nada! ¡Y nadie ponía remedio! Y cuando una madre busca una puerta por donde clamar contra lo que le está sucediendo a su hijo, unos se ponen de perfil, otros hablan de protocolos y los más empiezan a reconocer que lo ocurrido con Alejandro no es nuevo, que se viene dando con otros niños. ¿A qué se han dedicado los educadores? ¿Y qué me dicen de la delegación de Educación de la Junta en Almería?
Si este país fuera medianamente normal sobre la mesa de doña Gracia Fernández estaría la dimisión de la delegada de Educación. Pero desgraciadamente para Alejandro, su familia y otros alumnos de Olula del Río no lo somos. Con decirnos que se puso en marcha el protocolo lo quieren tener todo arreglado. ¡Qué vergüenza!
Me parece bien que Antonio Martínez, alcalde, nos cuente parte de esa verdad que se viene viviendo en la vida educativa de su pueblo. Lo que debería decirle a los vecinos es si estos hechos los conocía desde hace tiempo, y si así era por su cargo, ¿por qué no los denuncio antes?