Antonio Fernández
Periodista
El proyecto que lidera la organización Life Conhabit Andalucía en Almería, que se ha encargado del estudio previo y del proyecto con el que se pretende devolver a las zonas esteparias y a los artales del entorno de El Toyo su biodiversidad, afronta el reto de justificar ante las voces críticas el arranque de una zona de pitas. Aunque la tónica general es la indiferencia, surgieron voces como las de la Plataforma en Defensa de las Pitas de Almería que se niegan a aceptar ese plan de limpieza de las pitas por considerarlas un elemento patrimonial e identitario de importancia para la provincia de Almería.
La plataforma de defensa de las pitas no quiso sumarse al proyecto |
Esa oposión y argumentos no demasiado sólidos en contra han movido a Life Conhábit, que cuenta con el respaldo de la Comisión Europea, a organizar una serie de acciones con las que pretenden hacer llegar a la opinión pública, a los colectivos ecologistas y ciudadanos las razones que aconsejan realizar una experiencia de arranque de las pitas para intentar recuperar el paisaje y la biodiversidad que fueron los protagonistas de esta zona de Almería, ubicada entre El Alquián y Retamar, y entre esta y el Cabo de Gata, a lo largo de miles de años.
El primero de esos argumentos es que las conocidas como pitas, en realidad agave sisalana (sisal) y agave fourcroydes (henequén), nunca formaron parte del paisaje almeriense hasta que a mediados del siglo pasado se puso en marcha un cultivo experimental en esta zona. Entre 1953 y 1956 se plantaron allí tres millones de estos ágaves, en ambos casos especies ‘artificiales’ desarrolladas en otros continentes, una plantación industrial que nunca llegó a consolidarse y que fue abandonada poco después.
Como explicaba el botánico Juan Mota, esos ágaves, esas pitas importadas entraron en competencia con los azufaifos, auténticas reliquias vivientes de la vegetación autóctona capaz de soportar altas temperaturas y fuertes sequías, desplazándolos y empobreciendo el conjunto del ecosistema. Asociado a ese deterioro se ha estudiado también la pérdida de biodiversidad en las especies animales, especialmente las aves, que encuentran serias dificultades para sobrevivir en un sistema artificial presidido por los ágaves o campos de pitas.
En base a esos y otros estudios realizados, el programa de Life Conhabit ha planteado un proyecto experimental sobre una superficie de 16 hectáreas para retirar las pitas y permitir la recuperación de los ecosistemas autóctonos, analizando así la capacidad de recuperación y la pervivencia de otras especies animales o vegetales. Para explicar esas razones, o el hecho de que el plan de acción sólo afecte a un 1 por ciento de las pitas almerienses, ayer realizaron un plan de visitas y divulgación con vecinos, organizaciones ecologistas como GEM, Amigos del Parque o Posidonia y una amplia representación de investigadores y profesores.
Las jornadas divulgativas que ayer se desarrollaron en la zona de El Toyo, junto a pitas, azufaifos o artos, llevan a la conclusión de que las pitas son un elemento ajeno a la biodiversidad almeriense, pero que se ha hecho un hueco en la imagen de la zona y de la provincia. Un debate que puede dar mucho de si, pero que es difícil encajar. Ayer mismo Fernando Sanz, coordinador del Life Conhabit se lamentaba de que la Plataforma en Defensa de las Pitas, principal opositor al plan previsto, no quiso sumarse a las actividades organizadas.