Juan Pablo Yakubiuk
Arquitecto y concejal del Ayuntamiento de Roquetas de Mar (IU)
“Si queremos que todo siga como está es necesario que todo cambie”, le espeta Falconeri a su tito, el Príncipe de Salina, en la deliciosa novela El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Desde su publicación, este pasaje ha servido para ilustrar a los que, en política, impulsan cambios con el solo motivo de acomodarse a nuevos escenarios para mantener sus intereses y privilegios intactos. Hoy esta figura felina de la política salta de la Sicilia Garibaldiana y aterriza en nuestras salinas de Roquetas, para sumarse a la rica fauna del lugar. Pero como una especie dañina, que los destellantes reflejos naranja de su pelaje deberían poner en alerta a todos los amantes de La Ribera de la Algaida y resistirse a sus engañosos ronroneos.
Roquetas de Mar |
Todo ha cambiado en los planes de Las Salinas: la contundente movilización de colectivos, con casi 30.000 firmas, más de 1.000 alegaciones e innumerables acciones de denuncia pero también de pedagogía sobre las riquezas de la zona han puesto muy difícil a los promotores públicos de esta urbanización seguir adelante con este plan de 8.000 viviendas nuevas.
Pero entre los restos del derrumbe del discurso del desarrollo inmobiliario como fuente de empleo e ingresos, nuestro astuto felino comienza a mutar su discurso para intentar acallar las críticas, pero cuidando preservar las cifras de negocio que supone esta urbanización, en forma de aprovechamiento urbanístico y edificabilidad. Solo busca ganar tiempo y que la presa relaje la guardia para que cuando sea demasiado tarde para ella todos los acuerdos tengan carácter definitivo y ya no se pueda dar marcha atrás.
Modificaciones del proyecto, franjas de amortiguación, comisiones de expertos, foros de participación, concursos internacionales son solo eufemismos en su boca para intentar dar ahora, solo después de la demostración de fuerza y razones de la sociedad civil organizada, una imagen contemporizadora y esperanzas a los vecinos preocupados por su futuro y el de las zonas naturales de Roquetas.
También es habitual que nuestro Gatopardo repita una y otra vez, con golpes en el pecho, la politización de este tema y no dude en tratar de ignorantes a más de 31.000 personas acusándolas de no saber nada de urbanismo. Cuando escuches decir a un concejal que un asunto se "ha politizado" y que son cosas “técnicas”: ¡Alerta! Lo que está buscando es que no haya debate ni crítica alguna a sus planes.
Estas felinas estrategias se desmontan rápido: todo acuerdo que vaya en el sentido de seguir desarrollando el actual PGOU de Roquetas, aun con modificados e innovaciones, seguirán engordando los bolsillos de los especuladores y vaciando el de los vecinos. Por contra: todo el que busque la anulación del actual Plan General y una vuelta a comenzar, será el que piense en el bien del interés general.
Sé que con estas palabras me ganaré nuevas amenazas e insultos del entorno empresarial y político del actual equipo de gobierno y socios, pero déjenme decir que no existe mayor honor que intentar ser objeto de supuestos expedientes disciplinarios colegiales o querellas por esta gente, y más aún por algunos de sus lacayos. Esta lucha ha tenido y está teniendo un alto coste para muchos vecinos, agricultores y profesionales, y este humilde concejal no iba a ser menos.
Es por esto que ante los nuevos dulces maullidos de este gatopardo solo los hechos son los que importan. En el pleno del Ayuntamiento, para salvar a Las Salinas de Roquetas, a La Ribera de la Algaida y a Turaniana, y con ellos el porvenir de las futuras generaciones, es votar en contra a la aprobación provisional de la innovación del Z-SAL-01.