Luis Caparrós Mirón publica 'Lágrimas saladas'

Antonio Torres
Director de Canal Sur

El exalcalde de Purchena Luis Caparrós Mirón ha escrito una novela que narra la vida de un matrimonio singular, formado por un cristiano y una joven de familia bereber. El estilo directo, claro y lo que representa un matrimonio mixto puede ser argumento para llevar la obra al cine. Caparrós, maestro, alcalde de Purchena durante el periodo 1991-2000, donde no paró hasta conseguir un instituto, fue delegado de Obras Públicas, Transporte y Vivienda de la Junta de Andalucía durante siete años. Ahora está apartado de su antigua actividad política para apostar por la escritura y reunirse con los amigos.

Opera prima de Luis Caparrós

Buena cuna, en la Rambla de Oria, ha tenido el autor de Lágrimas saladas, editado por Círculo Rojo. Su niñez se edificó a partir del año 1955 en el seno de una familia buena, integrada en el medio rural de este rincón orialeño por el que no hace tantos años transcurría el camino entre Oria y Albox. Un camino que Luis ha transitado infinidad de veces, pero quizás hubo una que le supo más amarga: cuando junto a su hermano Juan abandonó por vez primera su casa y su familia para ingresar en el colegio de los Padres Franciscanos, en Cehegín, tras abandonar las aulas rurales de la Rambla, donde aprendió las primeras letras de sus maestros don Domingo y don Luis,.

Su estancia murciana duró inicialmente tan solo un día porque el llanto y la tristeza de aquel pequeño de pocos años obligaron a sus progenitores a retornarlo a su domicilio. Un retorno también breve, porque al día siguiente su padre le entregó una pequeña azada y le puso a cavar la huerta. Aquella actividad manual debió gustar poco al pequeño Luis, quien esa misma jornada pidió reingresar, de nuevo, en el centro franciscano, en donde finalizó el Bachillerato elemental para trasladarse al Instituto de Albox y, con posterioridad, al Nicolás Salmerón, de la capital, desde donde pasó a la Escuela de Magisterio. 

Las riberas de la Rambla conocen muy bien los juegos y los pasos de Luis cuando en tantas ocasiones llevaba su cántaro de agua, bien con su borrica, o a pie, desde la Fuente de las Mercedes a su casa. Un hogar donde siempre ha sentido atracción por las viandas de la matanza familiar y donde aún resuena el frecuente canturreo con el que siempre alegraba su entorno. Pero no era el canto su única afición.  Luis tenía debilidad por las matemáticas y siempre gustó de la escritura.

“El tiempo te va dando palos y alegrías, pero siempre conviene tener sueños. Ir a los Franciscanos por el equivalente a tres euros anuales y comprobar que existían aparatos de televisión y tantas cosas que no veía en el pueblo merecía la pena para la familia donde estaba mi hermano Juan”.

Luis tiene bien partido el corazón de tanto amor que derrocha con las personas sin importarle ideología o posición. Auténtico, así me lo apuntaba el doctor Pepe Masegosa, quien  admira a Caparrós, desde El Campillo de Purchena. Ambos tienen un andamiaje muy sólido de saber de dónde venimos.