Miguel Ángel Vázquez
Portavoz del Gobierno de Andalucía
Poco a poco se está imponiendo un pensamiento que pretende establecer una línea divisoria en España entre el norte desarrollado y el sur subsidiado, un constructo basado en el estereotipo y en cierto clasismo. Esta corriente de opinión estaba muy localizada en la derecha nacional más rancia, que miraba hacia abajo siempre con desprecio, y la burguesía nacionalista periférica de ciertos territorios, que nunca aceptó el modelo igualitario del Estado de Autonomías que se ha consolidado por el impulso de Andalucía. El populismo cantonalista que ha surgido en los últimos años se ha subido también a este tren barato. Lo peor es que esta mirada sesgada está contagiando a sectores templados, incluso a sectores progresistas, que no se cortan en destilar un mensaje de corte insolidario y preñado de prejuicios.
Norte / Sur |
Escribía hace unos días el sociólogo Manuel Castells un artículo que se podría calificar incluso de ofensivo visto por la mirada subjetiva de un ciudadano sureño. Un pensador brillante como él escribía sobre la negativa de sectores del PSOE a un pacto con los independentistas catalanes la siguiente sandez: "Es tal el miedo de las autonomías del sur a perder sus privilegios de subsidio, que piensan que serían amenazados por una Catalunya con un concierto fiscal semejante al vasco, que han trazado una línea roja hecha de nacionalismo español y reivindicaciones presupuestarias". No es así, Castells, y lo sabes. Por poner un ejemplo: en Euskadi, con Hacienda propia, la financiación sanitaria supone más de 1.500 euros per cápita, mientras que Andalucía, con el sistema de financiación de régimen común, escasamente supera 1.000 euros. ¿Se pueden imaginar cuántas cosas se podrían hacer más en la sanidad pública de Andalucía, que pese a todo está entre las mejores de España, si tuviéramos esa financiación adicional que tiene Euskadi? Y otra pregunta: ¿Se quiere un modelo igual para Cataluña? Si es así, para el resto sólo quedaría la calderilla.
El debate de fondo que se vuelve a plantear es la España de dos velocidades, con ciudadanos de primera (en algunos territorios del norte y Madrid) y de segunda (fundamentalmente en el sur). Se busca quebrar los principios de igualdad y solidaridad que consagran la Constitución y que Andalucía, con su movilización cívica y el referéndum del 28 de febrero de 1980, reforzó para construir un modelo de desarrollo armónico. Si se quiere cambiar el modelo, que se diga abiertamente. Si se quiere redefinir el marco de convivencia y crear un estado asimétrico, que no se anden con subterfugios. Todo este debate nos lleva a lo que, en su momento, en Italia provocó el nacimiento de la Liga Norte y que ha provocado una profunda fractura social entre los territorios septentrionales y los del sur. No creo que sea el camino para avanzar. Sólo generaría la existencia de dos países en uno desde el punto de vista social.