Una abstención responsable

Emilio Ruiz

El Comité Federal del PSOE acordó ayer por 139 votos a favor y 96 en contra desbloquear la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno al imponer a sus diputados una abstención en la segunda votación. La decisión que ayer había que tomar en la sede socialista de la calle Ferraz no era si se deseaba o no se deseaba que el presidente del Partido Popular alcanzara la presidencia del Gobierno, porque la cuestión, planteada de esa forma, hubiera recibido el rechazo absoluto. No era esa la cuestión, digo. La cuestión estaba en decidir si se adoptaba una actitud que desbloqueara la actual situación de parálisis política –ciertamente, no impidiendo la elección de Rajoy- o bien se decidía conducir a los españoles a una nueva cita con las urnas en vísperas de Navidad. No era Rajoy sí o Rajoy no. Era principalmente terceras elecciones sí o terceras elecciones no.

Comité Federal del PSOE (Foto: RTVE)

En esta tesitura la decisión adoptada por el Comité Federal es la propia de un partido responsable. Ya lo anunció Pedro Sánchez tras las elecciones del 26-J: “Si actuamos con altura de miras, el PSOE estará en la solución”. Frustrados todos los intentos de conformar una mayoría alternativa, la solución al problema de gobernabilidad no conducía por camino distinto que no fuera el tomado ayer, el de la abstención.

El PSOE no es un partido antisistema ni es un partido rupturista. Es un partido con sentido de Estado. Siempre lo ha sido y siempre lo va a ser. Tras las elecciones del 20 de diciembre Pedro Sánchez hizo todo lo posible por conformar un Gobierno alternativo al de Mariano Rajoy. Consiguió atraerse la voluntad de Ciudadanos, pero no la de Podemos, que se dejó engatusar por la idea de sustituirle como primer partido de la oposición. Pablo Iglesias prefirió dejar en La Moncloa a Rajoy antes que enviar a Pedro Sánchez. Las elecciones del 26-J no solo no proporcionaron a Pablo Iglesias y Julio Anguita el deseado ‘sorpasso’, sino que debilitaron a la izquierda y potenciaron a la derecha. ¡Toma ‘sorpasso’!

Una vez que Mariano Rajoy acudió al Congreso de los Diputados con una lista de 170 apoyos, a Pedro Sánchez se le cerraron todos los caminos posibles para desbancarle. Se empeñó en la imposible y no quiso ver las evidencias. Se mantuvo en la negación absoluta. Podría haber vendido su voto a un coste muy elevado para el Partido Popular, pero se enrocó en el espacio de lo imposible. Podría hasta haberse cobrado la cabeza de Rajoy, pero su cerrazón ha conducido al PSOE a lo que precipitadamente tuvo que acordar ayer: dar paso a Rajoy a cambio de nada.

El acuerdo adoptado por el PSOE supone para todos los militantes un fuerte desgarro personal. Más aún para los que han cambiado el sentido de su voto que para quienes siguen instalados en posturas inamovibles. En política, y en general en todos los órdenes de la vida, a veces hay que tomar decisiones traumáticas. Lo más sencillo puede resultar quedarse instalados en la obstinación, pero no es con posturas rígidas como se consiguen los principales avances. La situación política española estaba en un atasco. Las circunstancias han querido que fuera el PSOE quien únicamente tenía capacidad de desatascarla. Podía haber eludido esa responsabilidad, pero creo que la decisión tomada es la que corresponde a un partido que a lo largo de su historia ha prestado muchos servicios a nuestro país y que debe estar preparado para prestar muchos más.

A muchos afiliados socialistas –sinceramente, creo que a la inmensa mayoría- no les gusta nada el acuerdo de ayer. Pero no es cierto que ha habido un abandono de ideales como no es cierto que se ha servido en bandeja a Podemos el liderazgo de la oposición. Eso es lo que cree y dice Pablo Iglesias, es lo que desea  y es lo que quería el 26-J. Nuevamente tendrá que esperar. Porque ese status no se obtiene por voluntad propia, sino por deseo de los ciudadanos. Y los ciudadanos dijeron alto y claro con su voto que hoy en día el principal partido de la oposición es el PSOE y no quien creyó que el 26-J se iba a consumar el ‘sorpasso’.