Marian Galv
Vanitatis
Esta es la crónica de una tragedia. Una tragedia de dimensiones drásticas, ciclópeas, cabría decir, en el tiempo y en el espacio. En el tiempo porque llevábamos esperando 15 años ese momento y hubo que soportar antes un sinfín de actuaciones, incluidas la de Juan Camus, para poder disfrutarlo. Pero sobrevivimos. El concierto de 'OT: El reencuentro' no era más que una coartada para dar cabida a esos tres minutos de éxtasis al son de 'Escondidos'. Era, en otras palabras, el envoltorio del chupachups.
Sobre un escenario, Chenoa, Bisbal… y el resto de España. En el espacio porque, aunque el asunto se escenificaba en el Palau Sant Jordi, donde este lunes cupieron unas 17.000 personas que hoy tienen entre 50 y 150 euros menos en su cuenta corriente, en realidad allí dentro estábamos todos. Los altos, los pijos, los necios, puede que muchos necios… Todos. Al menos tres generaciones de soñadores que tenemos 'Mi música es tu voz' como banda sonora de nuestro encuentro diario con Morfeo.
Todo iba bien al principio de esos tres minutos. Chenoa y Bisbal estaban dando toda una lección política a un país que ha vivido casi un año sinGobierno. La gran coalición sobre el escenario del Sant Jordi. Entre gritos y pitos, los españolitos, enormes, bajitos, 'chenoístas', 'bisbalistas', haciendo por una vez algo a la vez. Pero como todo lo que se somete a la Ley de Murphy, esto también se iba a torcer. Y hasta Íñigo Errejón se dio cuenta de ello:
A eso de las 12 de la madrugada, sin duda hora bruja, más bruja si cabe el día de Halloween, todos estábamos gritando en nuestro interior “que la bese, que la bese”, cuando Bisbal, hoy quizás el hombre más incomprendido del país, se echó hacia atrás en un gesto demoledor que, aunque parecía más un acto reflejo que otra cosa, sacudió la península con la fuerza de un seísmo que se merienda de un bocado la escala Richter.
47 millones de corazones desmoronándose a la vez al son de una preciosa balaba cuyo final solo bailó una cobra. Este es el triste resumen de un concierto que no dio para más. Ayer todos quisimos ser Bisbal por un momento y hoy todos somos Chenoa. Fin de la historia. Porque esta es la crónica de una muerte anunciada. Quizá la de 'Operación Triunfo', sí, pero sobre todo la de los sueños.
Las redes, una vez más, se han convertido en los testigos directos, fieles y demoledores de la peculiar escena. El público y los fans, al igual que la artista, finalizado el concierto ya no sabían si reír o llorar. Lo del chándal al lado de la COBRA con mayúsculas ha quedado en una simple y pobre anécdota.
Las redes, una vez más, se han convertido en los testigos directos, fieles y demoledores de la peculiar escena. El público y los fans, al igual que la artista, finalizado el concierto ya no sabían si reír o llorar. Lo del chándal al lado de la COBRA con mayúsculas ha quedado en una simple y pobre anécdota.
Durante el primer documental de 'OT: El reencuentro', David Bisbaltambién le hizo algo similar cuando, emocionadas, Rosa y Chenoa empiezan a llorar tras cantar 'Sueña'. El almeriense salió en apoyo de la andaluza a la que abrazó y besó. Chenoa se quedó sola y hubo un momento en el que pensó que Bisbal la iba a dar un abrazo, pero cambió de dirección y continuó con Rosa. Gisela, que reaccionó rápidamente, salió y la tomó entre sus brazos.