José Fernández
Periodista
Nota de la Redacción de La Opinión de Almería: La reciente quema de varios contenedores en la ciudad de Almería ha merecido la repulsa unánime. El concejal Juanjo Alonso calificó a sus desconocidos autores como “hijos de su madre”, apreciación que la concejala socialista Inés Plaza considera que el concejal se debería haber ahorrado porque denota cierto "discurso machista". En su artículo de hoy, titulado “Abrasando el sentido común”, el periodista José Fernández, asesor de comunicación del equipo de Gobierno, se extraña de la actitud de la concejala socialista. En fin…
Quema de contenedores en Almería |
Las recientes noticias sobre la quema de contenedores en Almería capital han venido a demostrar dos cosas que, por sabidas, no dejan de proyectar una sombra inquietante sobre el tiempo que nos ha tocado vivir. La primera, y más obvia, es la lacra insufrible del vandalismo que se ceba con lo que es de todos y que luego a todos –incluso a los responsables de esos desmanes- toca volver pagar.
Pero no es de esta reiteración en el malestar cívico de lo que les quiero hablar hoy. Me fijo en la segunda consecuencia de este hecho delictivo, que no es otra que la constatación del nivel de sumisión y esclavitud de muchos políticos locales al discurso políticamente correcto, y en su incapacidad de declinar esa obligación no escrita de significarse como sus garantes y respetuosos practicantes, aun a riesgo de parecer unos perfectos majaderos.
Lo digo porque el grupo Municipal del PSOE en el Ayuntamiento de Almería, después de condenar los hechos, no se resistió a la llamada de su naturaleza y encarnó la virtudes morales del guardián del centeno, lamentando en una nota de prensa que pasará a los anales (con perdón) del cuñadismo progre, que el concejal de Servicios Urbanos, Juanjo Alonso, hubiera calificado a los autores de la quema como unos “hijos de su madre” (sic.).
Por estupefaciente que les parezca, en opinión de la concejal socialista Inés Plaza, eso era una demostración del “discurso machista” que tiene interiorizado el PP. Todo ello, además, motivado por el empleo del eufemismo amable de acudir al hecho biológico del alumbramiento para evitar decir la sonora verdad de que los autores son unos hijos de la gran puta. Es decir, de una de esas mujeres que según otra progre solemne, la alcaldesa Carmena, se encuentran “en estado de prostitución” (sic.).
Entre los que hacen del vandalismo un estilo de vida y los que han abrasado el sentido común para abrazar con lisérgico entusiasmo el mantra del todos-y-todas, hemos acabado viviendo en un mundo que huele a chamusquina.