Antonio Felipe Rubio
Periodista
Ahora, con el nuevo Gobierno de Rajoy, aparece el verdadero reto que se concreta en varias preguntas: ¿Hasta cuándo? ¿Qué capacidad de maniobra? ¿Cuántas reformas y para qué? ¿Abrirá nuevas brechas entre afines? ¿Surgirán nuevas tendencias o alternativas? ¿Podrá consolidarse el centro-derecha ante la evidente escisión de la izquierda? Son muchas las dudas que se abren ante un periodo incierto que exigirá la visibilidad de una oposición no bien definida que se debate entre el protagonismo del PSOE y Podemos, y la capacidad para gobernar y entenderse entre PP y C´s.
No creo que sea nada fácil centrarse en gobernar con todos los sentidos cuando el horizonte está fijado en las más que próximas elecciones. Este periodo que se avecina no es la solución definitiva, sino un trámite para evidenciar que la salida que nadie quería (nuevas elecciones) es la única que funciona cuando no hay cultura ni voluntad de acuerdos.
El nuevo Gobierno (La Vanguardia) |
No es que seamos diferentes al resto de Europa; lugar donde se han prodigado gobiernos de coalición y mixtura ideológica. El problema radica en la extracción social que termina por alcanzar la máxima representatividad en distintos partidos políticos que han de jugar un papel determinante en la gobernabilidad de un país con mínimos deseos de no destruirse a sí mismo. Parece fácil entender que un gobierno ha de perseguir el bien común sin abrir simas ideológicas y cismas de convivencia.
Sin embargo, en España se sube el tono de las aspiraciones adquiriendo tintes de tragedia desde posiciones intolerantes e irracionales que alcanzan el nivel máximo de irascibilidad y odio indubitado que se expresa con el enfrentamiento directo que, por cierto, se alienta. No. No es que seamos diferentes al resto de Europa; el problema es que hay algunos políticos y líderes de algunas formaciones políticas que parecen salidos de una sórdida fiesta de Halloween.
Del nuevo Gobierno de España podemos esperar reformas y otras medidas que alienten la economía y el bienestar de los ciudadanos, pero no será de este Gobierno que acaba de configurarse; por cierto, sin almeriense alguno y con un perfil político que aguante el tirón hasta las próximas generales.
Rajoy reconoció que ir a terceras elecciones le daría mejores resultados al PP con un PSOE dividido y con una izquierda radical enfrascada en divisiones internas. Ahora es importante un periodo de rodaje que evidencie la buena voluntad del Gobierno, pero con imposibilidad de alcanzar las metas por empecinamiento de la oposición más radical y los posibles desacuerdos con los que facultaron el desbloqueo facilitando una forzada investidura. Para Rajoy se abre una nueva oportunidad que buscará el desengaño y el escarmiento de un electorado que un día pensó que podría gobernarse el país con una conjunción de fuerzas “progresistas” que han demostrado no tener capacidad siquiera para poner orden es su propia casa.
El nuevo Gobierno tendrá mucho cuidado en aportar ruido mediático, salvo para decir “¡ven ustedes cómo con esta gente es imposible!”. Eso es lo que creo ha podido impulsar a Rajoy a meterse en un terreno incómodo e inestable que, de administrarlo con inteligencia, llevará a la oposición a la desesperación, y al PP a rentabilizar el “sacrificio” con mayor cosecha electoral. Al fin y a la postre, qué son los partidos sino maquinaria para ganar las elecciones.