Emilio Ruiz
Los días previos al de Todos los Santos y al de Todos los Fieles Difuntos nos han dejado dos momentos televisivos que ocuparán un huequecito en la historia de la pequeña pantalla. Uno de ellos es la entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez, en La Sexta. El otro, el concierto de OT. El Reencuentro, en TVE. Si deseáramos asignarle a cada uno de esos dos programas televisivos uno de los días festivos indicados, nadie dudaría de que al concierto del Palau Sant Jordi de Barcelona habría que aplicarle el Día de Todos los Santos, mientras que el Salvados de Évole casaría mejor con el Día de Todos los Fieles Difuntos. Mientras La Sexta concitó a torno a sí nada menos que a 4.141.000 espectadores en su minuto de oro, La 1 reunió en el mismo momento a 4.800.000 espectadores. Eso es “mucha gente”, que dirían los de Podemos.
Pedro Sánchez, con Jordi Évole |
El concierto de OT. El Reencuentro vivió un momento de estremecimiento nacional cuando Chenoa y Bisbal reeditaron su sensual Escondidos de hace quince años. Los momentos del postconcierto fueron de incertidumbre y de decepción cuando las redes sociales pregonaron que David había hecho una cobra a Chenoa. “¡Y eso es humillante!”, hasta llegó a decir Rita Maestre, la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, y eso que Chenoa no es ciudadana madrileña. Afortunadamente ese mal sabor de boca quedó rápidamente dilapidado cuando se publicitó que de cobra, nada de nada. Gracias a Dios que en cada espacio de nuestra vida siempre hay una cámara oculta. En un lugar del momento cobra también la había. La portaba –la cámara, digo- un tal Pablo Juanarena, que ha asegurado que “Ojo, en el ángulo inverso no hay cobra”. Y, efectivamente, desde el ángulo contrario al que los telespectadores vieron, David Bisbal se queda mirando a Chenoa mientras esta le acaricia la cara. No hay más. Bueno, sí había más, pero fueron palabras de cariño: “Ha sido, Chenoa, Laura, un privilegio actuar contigo y revivir este momento tan especial, porque te he querido, te quiero y siempre te querré, que se entere todo el mundo”. Vamos, que ahora me digan que no fue para emocionarse.
Mientras la gente sigue yendo y viniendo sobre la cobra de Bisbal que no fue tal, nadie ha reparado en otra cobra –esa sí de verdad, auténtica-, la que el domingo le hizo Pedro Sánchez a su ya examigo Antonio Hernando en La Sexta. En realidad, la entrevista de Évole a Sánchez fue, desde el principio hasta el final, una sucesión de cobras. La última se la hizo Sánchez a él mismo en forma de suicidio político.
La primera cobra de Sánchez fue para la Gestora: “Me di cuenta de que quería situarme ante una situación imposible: o me abstenía, o votaba en contra y rompía el mandato, que nunca lo he hecho. La única opción era salir del Congreso. Algunos de mis compañeros querían quitarme cualquier tipo de recurso". La segunda, para él mismo: “He cometido errores. El primero, cuando taché a Podemos de populista”. La tercera, para su incoherencia: “El PSOE tiene que mirar tú a tú y trabajar codo a codo con Podemos". La cuarta fue para Susana Díaz, que “debe definir el papel de los andaluces en el PSOE”. La quinta cobra fue para El País, que “me dijeron que si pactaba con Podemos irían radicalmente en contra”, La Sexta tuvo como destinatario su bisoñez: “Cataluña y el País Vasco son una nación dentro de otra nación que es España”. Y la séptima fue para Felipe González: “No nos reconocemos en él”.
La última cobra le retrató como un político de escaso nivel. Fue para Antonio Hernando: “Todo el que se dedica a la política se lleva chascos y decepciones. Para mí una decepción personal fue la decisión de Antonio Hernando de mantenerse en la portavocía". La forma descarada de arrojar a Hernando a los pies de los caballos retrató a un Pedro Sánchez imberbe que quiso de esa forma escribir su obituario político. ¡Ay, Pedro, con lo bien que quedaste el sábado por la mañana!