Juan de Dios Ramírez-Heredia
Presidente de Unión Romani
Presidente de Unión Romani
Un abogado gitano defiende a un alcalde sevillano acusado de corrupción. Por fin, se atreve uno a decir, leemos en los medios de comunicación y vemos en buena parte de los telediarios nacionales, que es un gitano, en este caso Juan Silva de los Reyes, quien, en el ejercicio de su profesión de abogado, actúa en defensa del alcalde del Ayuntamiento de La Algaba (Sevilla), acusado de malversar el dinero público.
El abogado gitano Juan Silva es el defensor del alcalde de la Algaba |
Sin entrar en el contenido de la acusación, que obviamente desconocemos, y sin prejuzgar si hay o no razón para que el Juzgado de Instrucción número 3 de Sevilla haya decidido acusar al alcalde de no haber actuado con rectitud por la adjudicación de un contrato a un empresario que es el padre de una militante socialista, lo que nos llama la atención es que, por primera vez, que sepamos, los medios hayan perdido la oportunidad de titular la noticia, más o menos, así: Un gitano abogado ejerce la defensa de un político acusado de corrupción.
Esta es realmente la noticia, que lo será a mayor abundamiento, si como se deduce de lo publicado en los periódicos, el abogado hace hincapié en que el contrato se adjudicó a la oferta "más ventajosa económicamente", es decir "a la más barata". Caso ganado. No obstante, el alcalde de La Algaba puede sufrir un correctivo por ser “ligerillo de boca”, lo que en este caso nunca sería un delito. Hay una grabación, objeto fundamental de la acusación, en la que el alcalde ―imitando al tristemente famoso exministro de Defensa, Federico Trillo, cuando era presidente del Congreso de los Diputados― dijo algo relacionado con la parte baja que los hombres llevamos entre las piernas. Lo cual está muy feo, pero que, en el peor de los casos, no sería más que una vulgar grosería.
Para nosotros, los gitanos ―déjennos presumir hoy que podemos hacerlo―, lo importante es que se han vuelto las tornas: un “gadchó” importante, político de primera fila en el ámbito municipal, recurre a un abogado gitano para que le defienda ante los tribunales. ¡Bendito sea Dios, esto empieza a cambiar!