Miguel Ángel Blanco Martín
Periodista
Pensar y sentir, con el poder de la Palabra. Cuando el año 2017 avanza,
existe ya una abrumadora realidad que rodea a toda la sociedad. Como si no
pasara nada. Y sí está pasando, en una democracia secuestrada. Incertidumbre
ante el cercano futuro. Suspense, ante los nuevos tiempos. Optimismo y
pesimismo van de la mano. Casi nada es como parece. Por eso, pensar, sentir y
ahondar en el compromiso personal es un principio general para avanzar sobre la
realidad, para ser consecuentes, en este territorio almeriense, por ejemplo, y
en cualquier otro que pudiéramos imaginar. Todos los territorios, personales y
colectivos, están interconectados. No tienen sentido, los unos sin los otros. Y
nadie debe quedarse al margen. Democracia real, en Cultura, Política, Educación,
Sociedad, Justicia, Libertad, Igualdad. Éste es el año donde los debates de las
ideas tienen que forjar el renacer del pensamiento crítico en un proceso de
reencuentro con nuestra realidad más cercana.
Pensar y sentir, sobre el gran vacío de la política secuestrada
por la corrupción, especialmente de la clase política y financiera y del poder
judicial, que construye y gestiona la sociedad, al margen del sentir de la
calle. Para saber qué pasa de verdad, por ejemplo, en el Ayuntamiento, en la
Diputación, en los partidos políticos, en los sindicatos, ,en la Universidad,
en las grandes empresas. Hay que pensar y sentir cómo transcurre el día a
día de la vida ciudadana; cuál es la
razón de ser de los alcaldes y concejales, de los diputados, de los parlamentarios
de todo signo, congresistas y senadores de todo el espectro ideológico; cuáles
son sus compromisos y responsabilidades, incumplidas; cómo en el desarrollo de
lo político se tiene que emprender una recuperación de las ideas, de la
credibilidad perdida durante años. Y en este proceso, la realidad de la calle,
la ciudadanía, tiene que recuperar su conciencia crítica, su presencia,
protagonismo y poder perdido o abandonado, consciente o inconscientemente.
Pensar y sentir qué pasa con la vida cultural en esta provincia,
dominada por la cultura oficial. Cuál es la verdad que emana de los libros, de
la poesía, de la literatura en general, de la música, del teatro, del arte, del
cine, de los discursos de la palabra y de la imagen, de la ciencia. Hay que recuperar
y darle de nuevo sentido al lamento de Rafael Alberti, “qué cantan los poetas
andaluces de ahora…”; qué sienten los autores almerienses de ahora; cómo nace
la poesía y transforma el interior personal y el mundo; qué teatro empuja por
salir al escenario; donde están los cantautores, qué cantan los grupos
musicales, qué conciertos imaginan, qué música rodea la atmósfera cultural; qué
imágenes se escapan con voz propia de los objetivos fotográficos; qué transmite
el cine en las grandes y pequeñas pantallas. Para que emerja de nuevo con
fuerza la conciencia crítica cultural que ayude a desarrollar la imaginación,
no sólo a conocer e interpretar la realidad, sino a transformarla. Y para eso,
también es necesaria la conciencia crítica de un viejo y nuevo periodismo, con
el compromiso de desvelar los subterfugios de la realidad oficial.
Pensar y sentir dentro de las aulas, desde primaria hasta los
últimos círculos universitarios, porque en este territorio están las claves
para la construcción social, individual y colectiva de las personas, para
forjar conciencias con sentido del compromiso personal y colectivo.
Pensar y sentir qué significa, de verdad, el año de Miguel
Hernández, en el 75 aniversario de su muerte. Significa pensar y sentir sobre
la memoria histórica, sobre los vencidos, olvidados, humillados y ofendidos,
para poner freno a la impunidad del poder establecido y de quienes tienen
encarcelada, enterrada y desaparecida la verdad de la Palabra, que alimentan la
construcción de una sociedad alienada, donde el fútbol y la información-basura
son el auténtico opio del pueblo. Hay que recuperar la palabra del poeta: “Que
mi voz suba a los montes/y baje a la tierra y truene,/eso pide mi
garganta/desde ahora y desde siempre”.
Pensar y sentir sobre el corazón de la tierra, de la naturaleza
que agoniza, del planeta en proceso de destrucción, porque no estamos solos, porque
hay un solo mundo, que es nuestro, de todos. Y para eso, el poder de la Palabra
y la Conciencia crítica es vital y tiene que abrirse paso entre los escombros
de esta democracia difunta. Para que resucite.