José Luis Masegosa
Periodista
Aún en pañales, nada más echar a andar, este febrero locuelo ha iluminado con candelas de acierto a una cigüeña blanca que por San Blas ya no se va, y que con acierto se ha posado en un nido de sueños sobre el campanario de Los Gallardos, ese pueblo que apellida con su nombre a todos sus vecinos. Crotora la alba cigüeña de Los Gallardos que ha traído desde el seno de la Academia de Televisión un merecido premio, de los denominados Talentos, que reconocen la excelencia profesional detrás de las cámaras y que por unanimidad de la junta directiva lleva nombre de un gallardero, Antonio Torres Flores, Chacho Torres, un hijo del pueblo que desde tiempo temprano abrazó el periodismo, un oficio que para él es un privilegio y una profesión que es y será la mejor del mundo.
Antonio Torres (Foto: Rodrigo Valero) |
Un ejercicio que siempre ha tenido un referente gráfico en la inseparable fotografía en blanco y negro de Casimiro Pérez, último superviviente del realismo más almeriense, el de la tragedia de las Bodas de Sangre, con quien Antonio conversó en una secuencia única de su brillante carrera profesional. Una trayectoria marcada por la praxis periodística en los diarios, en la radio, en la televisión, en los libros y publicaciones, pero sobre todo en la fluidez de su verbo, preciso y equilibrado, y en la amenidad y profundidad, a la par, de su conversación. Una actividad desarrollada durante décadas en numerosos medios, junto a una apasionada tarea docente conforman un curriculum excelente que no es preciso detallar, porque quien conoce a Chacho sabe que sus mejores cualidades no residen en la fecunda y brillante carrera profesional, sino en su amplísimo maratón de galardones humanos: en su inabarcable generosidad, en su inevitable debilidad por el otro, en su compromiso con la condición humana y en su gigantesca solidaridad.
Tal es así que quien conozca a Chacho y no sepa ser su amigo tiene un grave problema consigo mismo, porque Antonio no es amigo de sus amigos, es hermano. Habla cuan siente y actúa cuan es, una actitud que dice mucho de su franqueza, de su sencillez y de su tolerancia, esas condiciones que tan alta cotización tienen en nuestro oficio. Tan diáfana personalidad es más que merecedora de este nuevo Talento, que siempre lo ha sido: en los recorridos al pedal a Bédar del hijo de Andrés el del Correo, en la atención a los consejos de Dolores, la madre única, en los chutes al balón en el instituto veratense, en los desvelos de una familia entrañable: Marisa, Antonio, Juanita, Andrés, Ginés.., en la cercanía y, como Saramago, en el amplio conocimiento de sus vecinos, de su gente, en los olores y sabores del bar de José María, padrino nominativo del premiado, en la vida y en el tiempo del Levante, de Almería... ahí, con todos y en todo está Chacho, el Talento de Los Gallardos.