Emilio Ruiz
El periodista Carlos Herrera ha mostrado esta mañana en su programa ‘Herrera en Cope’ su indignación por la actitud del fiscal del caso del ‘niño del móvil’ de esta forma tan singular: “¿Quién es este fiscal, qué ha bebido? Imagínense que hubiera habido un juez igual de cretino. ¿Pero cuánto tonto hay en España con carné?" Herrera se refiere a la decisión del Juzgado de lo Penal nº 1 de Almería, Luis Miguel Columna, que ha absuelto a María Angustias H. H., de 37 años, quien fue denunciada por su hijo de 15 porque le quitó el móvil para que dejase de jugar y estudiase, puesto que al día siguiente tenía un examen. El Ministerio Fiscal pedía una pena de nueve meses de prisión por un delito de malos tratos, puesto que para arrebatarle el móvil a su hijo se produjo "un leve forcejeo".
El juez Columna ha puesto "las cosas en su sitio" |
A lo largo de la mañana Carlos Herrera ha mantenido una entrevista con el juez Luis Miguel Columna, quien ha manifestado que otro fiscal, el participante en el juicio, ha compartido su decisión. “Las cosas están muy complicadas –ha dicho Columna a Herrera- para que los padres puedan ejercer la patria potestad desde la Ley de Protección del Menor”. Sobre la actitud del fiscal, el juez Columna ha dicho a Carlos Herrera que “una cosa es lo que se denuncia y otra el juicio oral”, sin querer calificar en ningún momento la petición primera de la fiscalía.
En los hechos objeto de la denuncia y sentencia el joven se presentó en dependencias de la Guardia Civil para interponer una denuncia contra su madre. La Benemérita remitió el atestado al Juzgado de Instrucción número 3 de Roquetas de Mar, que dio traslado de los hechos al Ministerio Fiscal, que solicitó la apertura del juicio oral y formuló acusación contra María Angustias H. H. por un presunto delito de malos tratos.
El juicio rápido se celebró el lunes y en él declararon el menor, su madre y el padre de ésta y abuelo del adolescente. El menor se ratificó en su denuncia y María Angustias declaró que, a su entender, solo había hecho lo que debía hacer como madre. El abuelo del niño dio la razón a su hija.
El juez ha sentenciado que "es evidente que la acusada se encontraba en el pleno y correcto ejercicio de los derechos y obligaciones derivados de la patria potestad, sin que en momento alguno se extralimitase en ello". "Es más- añade-, sería responsabilidad de la madre el haber dejado a su hijo jugando con el móvil y no hacerlo estudiar, pues entre esas obligaciones que se establecen en el Código Civil derivadas de la patria potestad está la de preocuparse por la educación de los hijos, que es precisamente lo que hizo la acusada en la acción enjuiciada, sin utilizar rigor innecesario alguno para ello".
Sobre este particular, Carlos Herrera ha escrito en el diario Abc el siguiente artículo que por su interés reproducimos:
El juez ha sentenciado que "es evidente que la acusada se encontraba en el pleno y correcto ejercicio de los derechos y obligaciones derivados de la patria potestad, sin que en momento alguno se extralimitase en ello". "Es más- añade-, sería responsabilidad de la madre el haber dejado a su hijo jugando con el móvil y no hacerlo estudiar, pues entre esas obligaciones que se establecen en el Código Civil derivadas de la patria potestad está la de preocuparse por la educación de los hijos, que es precisamente lo que hizo la acusada en la acción enjuiciada, sin utilizar rigor innecesario alguno para ello".
Sobre este particular, Carlos Herrera ha escrito en el diario Abc el siguiente artículo que por su interés reproducimos:
Un fiscal de Almería
Al poco de haber dicho por
tercera o cuarta vez la frase "Nene, deja el móvil y ponte a estudiar que mañana tienes examen",
la madre le arrancó de las manos el teléfono al hijo, no sin forcejeo supongo,
ya que un quinceañero, consentido o no, se rebela con furia ante la confiscación de sus
"bienes", y le conminó a ponerse a estudiar lo que
fuera. Ignoro lo que pasó al día siguiente en el examen de marras, pero sé que
el menor, en compañía tal vez de un tercer familiar, se personó ante la Guardia
Civil y acusó a su madre de "malos tratos". El
Instituto Armado en lugar de mandarlo a su casa con condescendencia pero
también con firmeza,tramitó
la denuncia. Que llegó al juzgado correspondiente. Y que debió
impresionar tanto a un fiscal de sensibilidad disparada que, después de ser
admitida a trámite, elaboró una estupefaciente petición: diez meses de prisión para la madre por malos tratos.
La vista se celebró y el juez, un hombre sensato, sentenció que todo aquello
era un disparate y que quitar el móvil a un adolescente gilipollas no era
maltrato infantil. Total: tiempo perdido para el juez, que tendrá cosas más
importantes a las que dedicar su esfuerzo, y tensión innecesaria para una
familia que queda, inevitablemente, tocada tras la decisión de un
fiscal tan adolescente, en principio, como el muchacho del móvil. Imaginen por un
momento que en lugar del juez Luis Columna de Almería, un hombre con sentido
común, tramita el caso cualquier cretino con toga, que los hay, del panorama
patrio. Y que decide que, efectivamente, la madre de ese niño sometió a trato
vejatorio tipificado, por lo que se ve, en el ordenamiento jurídico español a
esa pobre criatura y que la condena comporta entrar en prisión (no estaría de
más que nos dijera el fiscal en qué ley española dice que por quitar el móvil a
un niñato te corresponden diez meses de cárcel). ¿Nadie se da cuenta, excepto
el juez decano, que eso supone el fin de esa familia y el fin estructural de
ese adolescente mal inducido? ¿Nadie se apercibe de la pérdida de tiempo que
supone para la Administración de Justicia debatir estupideces como la presente?
¿Nadie va a llamar la atención a un fiscal que por impericia ha puesto en
peligro a una familia y ha hecho perder tiempo a la burocracia judicial?
¿Tampoco al fiscal Jefe que visó la acusación?
Alguien
dejó dicho que el ejercicio de la Justicia debe recaer en gente con templanza
que si, además, sabe Derecho, ejercerá su labor con provecho para la sociedad.
En el caso de esta, supongo, perpleja madre de El Ejido, Almería mía, nadie
dará crédito a lo ocurrido. Celebremos que la cosa acabó
bien y que, con
el tiempo, todo quedará en una anécdota para contar en las comidas de Navidad.
Aunque ha estado a un milímetros de transformar una unidad familiar en un
zafarrancho irrecuperable.