➨ Manuel León
➨ Periodista
➨ Hubo un momento en la vida de Sofía Azcona Sanz en el que decidió dejarse caer en la capital de España sin paracaídas. Estaba trabajando en Murcia para la Hermandad Farmacéutica del Mediterráneo, una distribuidora de medicamentos, y la provocaron: “¿Quién se quiere ir a Madrid a abrir sucursales?”. Y ella levantó la mano, como en su antigua clase de las Jesutinas cuando preguntaban por la tabla periódica. Se alquiló un piso por teléfono en Getafe, se conformó con un sueldo discreto y empezó a sortear obstáculos -como Isco regateando defensas -en una ciudad en la que era una forastera.
Sofía Azcona |
Fue tal su afán que la pequeña filial de la cooperativa murciana fue sumando decenas de farmacias, porfiando con el líder Cofares, haciendo alguna herida al gigante del sector con 2.900 millones de facturación. Tanto, que para que no siguiera hurgando en la llaga la ficharon y ella cambió de camiseta con elegancia. En Cofares lo ha sido casi todo: desde directora de Calidad a directora Comercial y de Desarrollo Estratégico. Ahora está inmersa en el proceso de digitalizar la compañía, un reto para el que una nativa analógica se ha tenido que reciclar y con el que está consiguiendo racionalizar el gasto farmacéutico y agilizar los procesos entre clientes y proveedores.
La historia de Sofía Azcona con Almería arranca cuando su padre, el inspector médico Jesús Azcona, harto de los inviernos navarros ,decidió abandonar Pamplona y sacar unas oposiciones en la sureña Almería, donde fue creciendo Alicia y sus seis hermanos. “Vivíamos en la calle Navarro Rodrigo, frente al Quinto Toro y ya desde pequeña me gustaba bailar flamenco”. Su relación con la farmacia fue como un flechazo de verano: su vecina de Almería tenía la farmacia de Lubrín de Antonio Agüero y desde pequeña, cuando iba a visitarla los fines de semana, ya le empezó a gustar todo ese ritual de olores balsámicos y tarros enormes en los anaqueles.
Fue una estudiante de matrícula y tras acabar en la Facultad de Farmacia le dieron un premio extraordinario en 1987. Se puso a opositar para funcionaria de la Junta de Andalucía, pero su destino no pintaba tan apacible. Las oposiciones se aplazaron y ella escribió a la Hermandad Farmacéutica murciana que le dio su primer empleo y donde empezó a aprender este negocio.
Cuando ingresó en Cofares se hizo cargo del área comercial, en una corporación que, entonces, más que vender, despachaba. “Fueron años de estudiar mucho cada paso, porque cada decisión que tomábamos tenía una consecuencia directa en la cuenta de resultados, pero ya empezaba a haber mucha competencia y había que espabilar”. Cuando era la directora comercial de Cofares a nivel nacional, con 13 almacenes a su cargo, se quedó embarazada de una niña que venía prematura y dio un paso atrás, aparcó la carrera meteórica y el fragor de la gestión en primera línea. “Es lo que tiene ser mujer, a veces hay que renunciar a cosas, cuando volví, ese puesto lo desempeñaba ya otra persona”, explica.
Asumió entonces, en una vertiente más de su caudaloso currículum, la dirección de Calidad y coordinó una guía para normalizar todos los almacenes con Aenor. Luego montó un call center para profesionalizar el trato con las más de 11.000 farmacias a las que Cofares suministra medicamentos, que fue un hito en el sector. Siguió por caminos como el de poner en marcha marcas blancas de Cofares y prestar asesoramiento nutricional a los clientes. Hasta que cayó en la cuenta, como Saulo del caballo, de que renovarse o morir: “Vimos que el negocio del futuro va a ir por lo digital y decidí dar un paso al frente, a pesar de que hasta mis hijos sabían más que yo de redes”.
Se apuntó a una Escuela Digital -fue como volver a las Jesutinas- y presentó un plan de negocio a la alta dirección que le aprobaron. Desde entonces, Sofía Azcona, la brillante farmacéutica almeriense, está inmersa en hacer una pequeña Amazon dentro de Cofares, con 40 profesionales a su cargo e intentando simplificar el trabajo a sus socios y clientes: más de 11.000 farmacéuticos. Superó un cáncer de mama con una deportividad que a ella misma le sorprendió, con el entusiasmo que, dicen, contagia.
Sofía Azcona lleva desarrollando proyectos imaginativos desde hace más de veinte años. Piensa que “las mujeres seguimos siendo muy pudorosas a la hora de pedir lo que nos merecemos y de demostrar lo que sabemos”. Pero reconoce que ha conciliado bien “porque he tenido la suerte de contar con un marido estupendo”. Esta alta ejecutiva almeriense vuelve a su tierra cada vez que puede, a pescar al curricán con su hermano en Roquetas, a saborear el arroz que le cocina su madre y a seguir alumbrando proyectos.