Entre Gran Bretaña y la UE nunca hubo un verdadero amor

Félix
de la Fuente Pascual

No pertenezco a ningún club de fútbol, pero siempre me ha llamado la atención la fidelidad de los socios a su propio club, una fidelidad que yo desearía para otras instituciones y organismos. Estamos oyendo estos días, con motivo del Brexit,  que la UE no es un club, al que uno se puede afiliar y del que uno se puede dar de baja cuando le apetezca,  pero, en vista de lo fácil que ha resultado salirse,  creo que sí estamos ante un club cualquiera.

La situación de Gran Bretaña dentro de la UE se había hecho insostenible

La ruptura de Gran Bretaña con la UE no ha supuesto ningún acto de infidelidad. Donde no hay ni ha habido amor no ha existido matrimonio ni sacramento. Y entre Gran Bretaña y la UE nunca hubo un verdadero amor. Tanto el ingreso de Gran Bretaña en la UE como su permanencia ha sido un apaño puramente económico. Pero, ojo, me estoy refiriendo a los políticos británicos, no a los ciudadanos británicos, porque en muchos de estos últimos sí existe y ha existido amor. Y estos últimos han sido objeto del mayor fraude político de los últimos siglos. Un fraude político que puede tener unas gravísimas consecuencias jurídicas, económicas y familiares.  Los políticos ingleses no han sido infieles a la UE, han sido infieles a sus propios ciudadanos, y de paso también a ciudadanos de la Unión residentes en Gran Bretaña.  Son a ellos a los que los políticos británicos han dado el salto.

Es verdad que a ningún país se le puede retener a la fuerza dentro de la UE,  pero que una decisión y cambio tan transcendental como el ingreso o la salida de la UE se puedan decidir por la mayoría de un voto, o de un puñado de votos, esto no es serio. No es serio ni por parte de Gran Bretaña ni por parte de la UE. No es serio tampoco que el Parlamento Europeo, que es el representante de todos los ciudadanos de la Unión, haya hecho “mutis por el foro”, aunque, es verdad, lleva mucho tiempo callando, sometido a la dictadura de los partidos nacionales. Y el artículo 50 del Tratado de la UE, que regula la salida de la Unión,  se aprobó alegremente con el visto bueno del Parlamento Europeo.

La situación de Gran Bretaña dentro de la UE se había hecho insostenible, pero los ciudadanos europeos no pueden quedar abandonados por decisión de los políticos. Sigo defendiendo que los ciudadanos también estamos unidos directamente con la UE, sin intermediación de  nuestro respectivo Estado, y no se nos puede quitar así sin más la ciudadanía europea. Y si no es así, que no se vuelva nunca más a hablar de ciudadanía europea.

En toda ruptura hay dolor, y en el caso del Brexit, el dolor lo tienen los ciudadanos, unos más que otros, naturalmente. Incluso los que no estamos directamente afectados  sufrimos también esta ruptura, porque a unos conciudadanos nuestros se los ha privado de la ciudadanía europea contra su voluntad y  porque los que nos confesamos europeos nos sentimos amenazados de perder un día dicha ciudadanía, y también contra nuestra voluntad.

Que Gran Bretaña haya dado el salto a muchos ciudadanos británicos/europeos es grave, pero más grave aún sería que el salto se lo dieran también la UE y el Parlamento Europeo.