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Londres ya no sirve de excusa

Félix
de la Fuente Pascual

Reconocer la propia responsabilidad es propio de grandes personas. Buscar excusas es característico de  espíritus mediocres. Hasta ahora había siempre una buena coartada para seguir frenando el proceso de integración europea, pues la mayoría las decisiones de este campo requieren la unanimidad del Consejo de la UE y del Consejo Europeo (es decir, las reuniones de los respectivos ministros nacionales y de los jefes de Gobierno respectivamente) y por sistema Londres se oponía siempre. ¿Qué pretexto buscarán ahora los políticos nacionales, sí, esos señores que se esconden bajo el nombre de Bruselas, pero que deberíamos llamar París, Berlín o Madrid o cualquier otra capital de otro Estado miembro, para tapar su cobardía?

No es la excusa

Por de pronto, han pasado ya casi un año desde el Brexit y desde entonces ni se ha tomado decisión alguna ni hay expectativas de que se vaya a tomar en breve. A la falta de decisión de las instituciones de la Unión se junta la lentitud con que se mueve toda la maquinaria europea  La angustia en que están viviendo millones de ciudadanos, ya sean británicos o de la Unión, por la ligereza y la improvisación que ha rodeado la salida de Gran Bretaña,  bien merece cierta urgencia. Respecto a ciertos problemas, no es Londres quien debe imponer el ritmo, sino las necesidades de los ciudadanos y la responsabilidad de las instituciones de la Unión.

"Si los gobiernos están fomentando los nacionalismos de Estado, que no se extrañen luego de los nacionalismos de las regiones y de los populismos"

Es mucho lo que tiene que cambiar Europa, como dice Macron, pero el cambio tiene  que hacerse en la buena dirección. No es la renacionalización de competencias que hasta ahora estaban en manos de la Unión el camino que se debe seguir. Si los gobiernos están fomentando los nacionalismos de Estado, que no se extrañen luego de los nacionalismos de las regiones y de los populismos. El nacionalismo es populismo. ¿Por qué ha triunfado May en Gran Bretaña y Trump en América? Ante las necesidades de amplios sectores de la población, es verdad, han apelado a los argumentos más bajos.

Pero el nacionalismo es también el argumento más rastrero que están utilizando los gobiernos de los Estados miembros para destruir a la Unión. “España no puede perder su soberanía nacional”, “no puede perder ya más competencias” , y así caemos en la trampa los ciudadanos. En Alemania o en Francia y en los demás países utilizan los mismos argumentos. Pero ¿qué soberanía económica, militar, financiera, medioambiental, atómica... tiene España?

Que no nos engañen los políticos, cuando nos hablan de soberanía nacional están pensando en su propio “poder hacer lo que les da la gana”, se están refiriendo a la soberanía de partidos políticos. En una Unión Política los partidos políticos nacionales no podrán hacer lo que se les antoje y, por eso, se oponen a que la integración europea avance.

Se acabó el hacer de Londres el chivo expiatorio. Ahora no pueden esconder las cartas. No es la soberanía nacional la que importa al ciudadano, sino el llevar una vida digna, en la que no se vean continuamente amenazados por la inseguridad del futuro de sus hijos o por la inseguridad de su puesto de trabajo  y en la que todo el mundo tenga acceso a una educación y a unos cuidados sanitarios no discriminatorios. Esa es la única soberanía que nos importa.