Tania Artajo
@opinionalmeria
La magia de David Bisbal inundó anoche el Palau Sant Jordi, de Barcelona. Todos los medios de comunicación de la capital condal se deshacen hoy en elogios hacia el cantante almeriense. Y como muestras, dos botones, precisamente de los dos periódicos de mayor difusión, La Vanguardia y El Periódico.
Bisbal, anoche (El Periódico) |
"El Bisbal más electrónico se reinventa en el Sant Jordi", titula el periódico de la familia Godó. En su crónica, Albert Domènech, es contundente:
La relación de David Bisbal con Barcelona es de aquellas que el propio cantante podría plasmar en una letra desgarradora para una de esas baladas de sus primeras épocas. También con el Palau Sant Jordi, templo conocido por un músico que ha regresado, una vez más, a la ciudad donde todo empezó. Y es que a escasos quilómetros del recinto donde ha presentado su sexto álbum de estudio, Hijos del mar, hace muy pocas horas había largas colas de gente que se preparaba para el casting de Operación Triunfo, programa que regresará la próxima temporada en la televisión pública.
El hijo pródigo del talent show, uno de los pocos que realmente ha podido saborear lo que significa la palabra ‘triunfo’ poco tiene que ver con aquel joven que era más conocido por sus rizos y sus simpáticas patadas voladoras que por una trayectoria que empezó a gestarse a base de hits latinos pegadizos que funcionaron muy bien, pero que ni el más optimista le auguraba por ello un futuro tan prometedor como el que finalmente ha tenido. Y es que Bisbal se ha convertido en uno de los artistas españoles más internacionales, capaz de solidificar una carrera bien dirigida, con pocos discos -comparado con algunos de sus compañeros de programa- pero con producto muy cuidado y controlado que ha ido evolucionando con el paso de los años.
Esta maniobra de perfección estilística ha sido palpable en un nueva noche en el Sant Jordi con un concierto de dos horas sin artificios tecnológicos y escénicos donde a su particular coctelera de ritmos latinos y canciones melódicas, ha añadido ritmos electrónicos que también son evidentes en su nuevo álbum en el que se ha rodeado para la composición de artistas y amigos como Antonio Orozco, Pablo López, Vega, Martin Wiik o Ninos Hanna, entre otros. El almeriense también ha mostrado su parte más reivindicativa y social, abrazada a un carácter latino que, aunque moldeado y estilizado, sigue conservando el sello- con vibratos y agudos marcas de la casa- de un artista espontáneo que ha conquistado el Palau en estos siete momentos que reconvertimos en escala musical.
DO: Energía roja con bases electrónicas
Con quince minutos de retraso se cerraban las luces del Palau para dar inicio a un show que ha empezado con el rojo como protagonista. Proyecciones con luces rojas, cubículos iluminados para los músicos de este color y un Bisbal que no se ha hecho esperar luciendo camisa blanca combinada con pantalones negros y una americana…sí, roja. La descarga escogida para su fulgurante inicio, ya con bases electrónicas, un tridente infalible que abrazaba diferentes épocas y discos: Mi norte es tu sur y Antes que no, de su último disco, y uno de sus hits mas bailables, Esclavo de sus besos. 10 minutos sin pausa con repertorio de bailes, posados varios, juego de luces y energía sobre el escenario como declaración de intenciones de lo que depararía su concierto. Tampoco ha faltado su declaración de amor: “Te quiero, Barcelona”.
RE: ‘Petons’ para mostrar su faceta más melódica
“Ara sí, per tothom, un petó. Gràcies Barcelona”. Deferencia de Bisbal en catalán antes de calmar los ánimos de un público venido arriba con una de sus baladas primerizas más emotivas. Un Quiero perderme en tu cuerpo que ha significado la primera flecha al corazón del almeriense al público catalán. El intérprete ha continuada con su demostración de potencia vocal con el desgarrador medio tiempo Culpable -muy coreada por el público- que ha enlazado con El Ruido, otra de sus piezas más intensas y de más difícil interpretación que ha engrandecido junto a su banda. El almeriense se ha permitido el lujo, al más puro estilo dj, de mezclar esta última canción con Tú y yo, ya con una descarga eléctrica más evidente y una de las muestras más evidentes de su coqueteo con samples, efectos sonoros y electrónica.
MI: Sube la intensidad, sobra la ropa
Ocho temas -una media hora- ha tardado Bisbal en despojarse de su americana roja y desabrocharse botones de su camisa. Con Sí pero no el intérprete se ha marcado uno de sus tradicionales movimientos pélvicos, al ritmo de la contundencia instrumental del grupo que le acompañaba con seis músicos en el escenario. “No hay descanso”, admitía el andaluz antes de entonar uno de sus hits de su álbum anterior, un celebrado 10 mil maneras muy coreografiado y cantado en la pista y las gradas del Sant Jordi. “Esa es la energía de mi gente de Barcelona”, culminaba en cantante antes de cambiar el escenario del concierto.
FA: El doble regalo acústico de la noche
Y es que Bisbal sin su parte acústica es menos Bisbal. A pesar de reconocer su evolución en la sonoridad ante el público del Palau, el artista ha dejado claro que no podría obviar un género desnudo que también le ha dado noches de gloria. Con un set acústico de cinco músicos, y ya sentado, el de Almería ha regalado al público algunas de sus piezas más conocidas en un medley acústico (Esta ausencia, Amar es lo que quiero, o 24 horas no han faltado) que ha culminado con el tema más reivindicativo de su nuevo disco, Duele demasiado: “Alcemos la voz por los niños, que ellos no tienen culpa”, gritaba antes de interpretarla. Un tema que le ha llevado a colaborar con Unicef y a mostrar su faceta más filántropa.
SOL: Amanece de nuevo en el Palau con ‘silencio’ discotequero
“Ojalá no amaneciera hoy para quedarme todo el rato cantando con vosotros”. Cualquier seguidor de Bisbal sabía que ante esta declaración, el bloque de cuatro temas que despertaría de nuevo al Palau se iniciaba con un No amanece, otro de sus temas más recientes que llegaron para quedarse. Una premonición para la que no hace consultar a ningún futurólogo. Junto a ella, y llegando a mitad del concierto, el intérprete ha defendido una rockera y contundente Calentando voy y una discotequera Como será. La guinda al póquer musical, un reconvertido Silencio en un tema menos guitarrero y más bailable. Y no, el Sónar estaba unos metros más abajo. Y tampoco , el silencio, como era previsible, se ha convertido en un jolgorio de adrenalina en el Palau.
LA: Sobredosis de azúcar con dedicatoria para Rosanna Zanetti incluida
Bisbal ha preparado un show enérgico con estratégicas pausas para aquellos que disfrutan más de su vertiente romántica. Y el momento azucarado de la noche ha llegado con Lo tenga o no que tal y como se ha sincerado es “una canción concebida en un momento en el cual me encontraba buscando el camino para llegar al amor de mi vida. Todavía no la conocía pero hice una canción para aquella persona que pasaría toda la vida junto a mi. Para aquellas personas que todavía no han encontrado esa persona, os lo juro, llega”. Y claro, iba con dedicatoria incluida: Para mi Rosanilla, pareja de Bisbal. Por si fuera poco, el intérprete ha redondeado el momento con dos de sus hits más emocionales y demandados. Un Digale a piano y voz que ha contado con la inestimable ayuda del público en un multitudinario karaoke emotivo, y Mi princesa, otra joya de la corona para un artista polifacético que puedo hacer bailar o emocionar a partes iguales. Esta última, ha tenido un invitado de lujo, Roger, al que tuteló en la segunda edición de La Voz Kids y que ha contado con él en uno de los momentos más especiales de la noche.
SI: Sube la fiebre en la parte final del show moldeando sus éxitos
Y tras la única colaboración de la noche, Bisbal ha escogido un nuevo póquer de éxitos para culminar su enérgico espectáculo. Como no podía ser de otra forma, lo ha hecho combinando una de sus nuevas propuestas, la bailable Fiebre con tres de las cartas que nunca fallan en su baraja ganadora para ganarse el público más nostálgico. Eso sí, lo ha hecho evolucionando el sonido de temas como Lloraré las penas, menos latano y más electrónica, Torre de Babel, que sí ha mantenido su esencia oriental-con movimiento de cintura incluido- y el primer éxito del de Almería, un Ave María que poco tiene que ver con la versión que defendía hace 15 años pero que sigue levantando la pasión de sus incondicionales. Una ‘cobra’ a sus orígenes más latinos que ha evolucionado para ofrecer un show más moderno y contundente en un escenario que le debía un noche exclusivamente musical.
Hasta aquí la crónica del periódico decano. En el diario del grupo Zeta, Jordi Bianciotto se expresa de esta forma:
Queda lejos aquel David Bisbal de Corazón latino, el de Bulería, el que surfeaba sobre la ola de aquel pop no se sabía muy bien si caribeño o almeriense, agitando los rizos con sus bruscos giros de cadera y repitiendo «esto es increíble». Ahora, Bisbal tiende a un perfil sonoro más estilizado, menos asociado a un lugar o una cultura, un pop que abre las puertas a la electrónica y al r'n'b, y que sigue haciéndose fuerte en las baladas torrenciales que levantan suspiros. Un poco de todo hubo anoche en el Palau Sant Jordi, escala de su gira Hijos del mar.
El Periódico
Hasta aquí la crónica del periódico decano. En el diario del grupo Zeta, Jordi Bianciotto se expresa de esta forma:
Queda lejos aquel David Bisbal de Corazón latino, el de Bulería, el que surfeaba sobre la ola de aquel pop no se sabía muy bien si caribeño o almeriense, agitando los rizos con sus bruscos giros de cadera y repitiendo «esto es increíble». Ahora, Bisbal tiende a un perfil sonoro más estilizado, menos asociado a un lugar o una cultura, un pop que abre las puertas a la electrónica y al r'n'b, y que sigue haciéndose fuerte en las baladas torrenciales que levantan suspiros. Un poco de todo hubo anoche en el Palau Sant Jordi, escala de su gira Hijos del mar.
La sala le trae recuerdos desde los días de OT, 16 años atrás. «Noches mágicas», recordó en un local con tres cuartos del aforo lleno, al tiempo que nos lanzaba «un petó, un besito muy fuerte», tras abrir la sesión con una canción nueva, Mi norte es tu sur. «Cada palmo de piel, cada gota de miel, sabe a sur», cantó pronunciando larga y enfáticamente la u de sur como si sufriera un tembleque, sobre una cadencia marcadamente funky.
Bisbal lanzó un inusual agradecimiento a «los amigos de la prensa por haber venido». Y la electrónica le acompañó en otra pieza de estreno, Antes que no, que culminó poniéndose de rodillas en el extremo de la pasarela. Arrebato bisbaliano genuino, enmarcado en un montaje audiovisual potente, aunque sin ingredientes innovadores.
Pronto comenzaron a llegar las baladas: Quiero perderme en tu cuerpo, El ruido, Tú y yo... Poderío pulmonar y tensión en la sala cuando, tras despojarse de la chaqueta, abordó el éxito Diez mil maneras, arropado por los muy predispuestos coros del Sant Jordi. Nos informó luego de que el concierto iba a consistir en un viaje «por distintos géneros musicales», incluyendo «los sonidos orgánicos de la banda y otros más electrónicos». Abrió luego una pequeña cuña acústica con el rescate de Como la primera vez que condujo a Duele demasiado, canción comprometida con la campaña Uno más uno es mucho más de Unicef, en atención a los niños afectados por conflictos armados y desastres naturales. De ese tramo hondo y sentimental a un giro uptempo que nos llevó al r'n'b de Calentando voy y el funk de Cómo será.
En ese punto de la noche, Bisbal ya era el Bisbal que creció en público a través de la televisión, suelto, deleitándose con su personaje, el tipo que suelta frases peliculeras sin parpadear. «Ojalá no amaneciera hoy para quedarme toda la noche cantando con vosotros». Incluyendo la empatía con el público como parte del trabajo: «Qué bonito cómo canta mi gente», celebró antes de ponerse un gorro lanzado desde el público.
EL AMOR DE SU VIDA
La tenga o no es «una canción muy importante», confesó. «Porque fue concebida cuando yo estaba en el camino de encontrar el amor de mi vida». La dedicó a su pareja, su «Rosanilla» y aprovechó para consolar a quienes buscan tristemente por los valles de la vida con quien compartir la existencia. «Te lo juro: llega», sentenció.
Mi princesa la compartió con un joven amigo, Roger, «el niño, ahora ya adolescente, que nos enamoró a todos en La Voz Kids». El hit del nuevo disco, Fiebre, agitó el inicio del fin,un clímax marcado, ahí sí, por sacudidas rítmicas como Lloraré las penas, un poco reggaetonera, una muy urbana Torre de Babel y Ave María con guitarras airadas, recordando las raíces de este Bisbal en mutación.