Félix
de la Fuente Pascual
Hace ya muchas décadas que los países de la Unión Europea dejaron de ser países coloniales, salvo –como siempre- el país de las excepciones, Gran Bretaña. Personalmente, pienso que un país colonial no cabe dentro de la UE y colonizar económicamente a otro país no cuadra tampoco con el espíritu de ésta.
Conviene tener esto presente al examinar las relaciones entre la UE y los países de América Latina y del Caribe. Posiblemente con ninguna otra región del globo tiene la UE sobre el papel tal número de acuerdos como con América Latina. Incluso existen unas estrechas relaciones del Parlamento Europeo con el Parlamento Andino y con el Parlamento de Mercosur. Y sin embargo, en la práctica, las relaciones entre ambos grupos no pasan de ser unas relaciones normales.
Muchas relaciones |
No se trata de que la UE extienda sus tentáculos comerciales a otras áreas de influencia, sobre todo ahora que Trump se está enfrentando a muchos de estos países. No, no se trata de llenar el vacío que dejen los EE.UU. ni de imitar las relaciones comerciales de China con Latinoamérica. Se trata de dar sentido a los múltiples acuerdos de asociación que tiene la UE con todos (creo) los países de ese continente: con Mercosur, con México, con Centroamérica, con la Comunidad Andina, con los países del Caribe. Se trata de llenar de contenido a estos acuerdos y de desarrollarlos en la medida de lo posible y de lo deseable.
Pero, qué es un acuerdo de asociación con la UE? Los acuerdos de Asociación son el lazo institucional más estrecho entre la UE y sus socios externos. Cada acuerdo de asociación tiene tres partes: Diálogo político, Cooperación y Comercio. Estos acuerdos van más allá que los acuerdos de libre comercio. Pretenden fomentar la cooperación frente a los problemas de nuestro tiempo: la democracia, el buen gobierno, el narcotráfico, el terrorismo, el crimen organizado, el desarrollo sostenible. Se trata de acuerdos abiertos y en evolución, que pueden enriquecerse a medida que las relaciones mutuas se intensifiquen y los intereses comunes se diversifiquen.
La asociación es un término intermedio entre cooperación y adhesión, es decir pasar a ser miembro de la UE. Es una cooperación especial. En contraposición a la adhesión, la asociación está abierta a países no europeos. Dentro de Europa, fueron países asociados a la Comunidad aquellos que por razones económicas o políticas no estaban en condiciones de adherirse a la Comunidad, siendo la asociación en este caso como un estado previo a la adhesión- Este fue el caso de Malta, Chipre, Polonia, Hungría, República Checa, República Eslovaca, Rumania, Bulgaria, entre otros.
El objetivo de la asociación entre la UE y los países de Latinoamérica y del Caribe es no sólo el establecimiento de una zona de libre comercio, en la que cada región ofrece un trato no discriminatorio a las mercancías de la otra y en la que se eliminan las barreras arancelarias y no arancelarias sobre los productos de la otra región, sino también un instrumento de colaboración política, social y cultural.
Si los acuerdos de asociación en muchos casos son el estadio previo a la adhesión de dichos países a la UE, si muchos de los Estados que se han adherido a la UE no tenían el grado democrático que hubiera sido necesario, como estamos viendo, si el acuerdo de asociación con Turquía ha dado lugar a unas negociaciones previas sobre la posible adhesión de este país, a pesar de que democrática, cultural e incluso económicamente está a años luz de los demás países de la Unión y de que sólo tiene una pequeñísima parte en Europa, podríamos preguntarnos si Turquía, o incluso algunos países balcánicos comparten con Europa más valores e ideas que Chile o Argentina por ejemplo.
Si la UE debe ser mucho más que un mercado común, la situación geográfica, siendo un requisito, no debe ser el requisito principal. En la actualidad, soy partidario de la profundización de la UE, no de su ampliación, tanto más si la ampliación supone, como en el caso de Turquía, cerrar las puertas para siempre a una unión política de Europa.