Catálogo ministerial de promesas incumplidas

Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería

La firma el pasado lunes de un convenio entre Costas y el Ayuntamiento de la capital para continuar el paseo marítimo hasta la desembocadura del río Andarax y el acuerdo para regenerar las playas de La Cañada y El Toyo me llevó inevitablemente al baúl de los recuerdos para encontrar la crónica de la visita que la entonces ministra de Medio Ambiente y hoy presidenta del PSOE, Cristina Narbona, hizo a Almería para apoyar la candidatura de Nono Amate a la alcaldía. Aquel sábado 12 de mayo de 2007, la ministra puso sobre los periodistas todo su armamento de seducción electoral masiva en busca de votos. La crónica de aquella visita está firmada por Antonio Lao, entonces redactor jefe de La Voz y hoy director de Diario de Almería, y el catálogo de compromisos de Narbona fue tan abrumador que no me resisto a proporcionar al lector un ejemplo de manual del cinismo político.

Cristina Narbona y Pedro Sánchez

La crónica, recogido en la página 7 de La Voz decía, textualmente, lo siguiente: “La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, estuvo ayer en Almería para apoyar al candidato socialista a la alcaldía de la capital, Jose Antonio Amate. La responsable de Medio Ambiente insistió en el compromiso de su Ministerio con la provincia en materia de agua y recordó que dos tercios del programa de desaladoras y reutilización previsto para esta tierra, que cuenta con una inversión de 400 millones de euros, ya está adjudicado. En esa línea el secretario general del PSOE, Martín Soler, aseguró que “esta tierra tiene garantizada el agua para que nunca más vuelva a pasar sed”.

Narbona -continuaba la información- confirmó la apuesta de su Ministerio por la mejora de la costa de Almería, con una inversión en regeneración de playas y en paseos marítimos por encima de los 12 millones de euros. “Tenemos en marcha tres grandes actuaciones, con una inversión de más de doce millones de euros, que espero puedan ser contratados este mismo año. Vamos a dar continuidad al Paseo Marítimo de la capital, apoyando si es necesario al Ayuntamiento en la adquisición de los terrenos; la ejecución de una senda peatonal desde el Perdigal hasta el Toyo y la aportación de un millón de metros cúbicos de arena de la desembocadura del Andarax a las playas de Almería.

La ministra ha hablado también -añadía la información- del Algarrobico. El proceso de expropiación de los terrenos sigue su curso, aunque avanzó que la intención del Ministerio y de la Junta es poder demoler cuanto antes. Por ello mantienen contactos con los propietarios, en un intento de cerrar un acuerdo, y acortar los tiempos. Además, anunció -terminaba la información- que Acuamed está redactando el proyecto que permitirá regar la margen izquierda del Andarax “tanto con agua de la desaladora de Carboneras como la de Rambla Morales”. El acuerdo de todas las partes implicadas, para que pase a Acuamed, está prácticamente cerrado”. Fin de la crónica. 

Han pasado diez años y más de un mes desde entonces y aquellas palabras, que tan bien sonaron aquel día, se antojan hoy más una condena que un compromiso. Porque de toda aquella catarata de promesas nada (o casi nada) se ha hecho y, lo que se ha hecho, nunca ha sido con la eficacia y prontitud que se anunció. El agua sigue siendo una asignatura pendiente sin resolver, entre otras cosas porque Narbona, tan verde ella, ya se ocupó de derogar el trasvase del Ebro; la ribera del Andarax continúa sin regarse, salvo un riego de emergencia de Níjar, con agua de Carboneras; la desaladora de rambla Morales -esa que tan cerca estaba de pasar a ser parte de Acuamed- se ahoga en el estropicio más absoluto en medio de decenas de millones de deuda bancaria; la desaladora de Palomares habría que convertirla en un monumento a la estupidez: se hizo junto a una rambla que, a los pocos meses de su inauguración, fue destruida por la riada del día de san Wenceslao, hace ya cinco años y seguimos a la espera; la planta de Dalías está ejecutada, pero su uso es mínimo porque no cuenta con redes de baja para llevar el agua hasta los invernaderos; el paseo marítimo sigue sin terminarse; la regeneración de playas es a lo que, esta semana, Costas y el Ayuntamiento se han comprometido (verbalmente y sin fecha, como para confiar); la senda peatonal desde el Perdigal hasta El Toyo es una línea en el aire; y de el Algarrobico me resulta obsceno añadir una línea más al caudal de despropósitos iniciado por ministra tan brillante.

La distancia entre aquellas palabras de la ministra y los hechos de su gobierno y de todos los que les siguieron -del PSOE o PP- es tan abismal como la caradura de aquellos y aquellas que, sin vergüenza, nunca cumplieron sus palabras. Claro que a unos los han premiado con un consejo de administración y a otra con la presidencia de un partido. Aunque lo que más abochorna es saber que, cuando unos y otros vuelvan a Almería, siempre encontrarán un coro de aplaudidores dispuestos a derramar incienso a su paso. La única duda que me queda entre quienes incumplieron su palabra y quienes les babean es en cuál de las dos trincheras hay menos vergüenza.