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Y en eso llegó el fascismo

Antonio Felipe Rubio
Periodista

La pasada sesión plenaria del Ayuntamiento de Almería se caracterizó por algunos asuntos recurrentes en los que se apreció un notable crecimiento de la carga ideológica que adorna y entorpece la solución eficaz a los problemas de la gente. Cuanto más se pregona con gobierno de la gente, empoderamiento, democracia participativa… y las nuevas acepciones de la factoría de discursos emergentes menos se solucionan los problemas de la gente. La carga ideológica es un resorte que suple al racional argumento, solapado y ensordecido por el ruido frentista que, cuando se desata iracundo, dibuja la vileza política y el escaso recurso intelectual que traspasa las fronteras de lo institucionalmente correcto para instalarse en la procaz y tabernaria afrenta profusa en insultos y agravios.

Amalia Román (IU), en una entrevista en Interalmeria

“Son ustedes la derecha más fascista de la ciudad y del país”.  Así se despachó la concejala de Izquierda Unida, Amalia Román, en clara alusión a la formación de Ciudadanos tras una intervención del defensor de una moción, Rafael Burgos. Cabe esperar, ante tamaña aseveración, que la intervención de Burgos fuese política y moralmente reprobable; pero no, el detonante para tan gruesa afirmación fue la argumental defensa de los derechos de la mujer que, por cierto, se aprobó por unanimidad de todos los grupos. Y esto es indicativo del infructuoso esfuerzo en aderezar algunas mociones que, contando con asentimiento unánime, precisan de un ejercicio aclaratorio sobre posiciones ideológicas que, como vemos, dirimen en hostión o histrión. Y el problema radica en el enfado de la izquierda radical cuando desde posiciones de centro o moderadas se defienden argumentos patrimonio exclusivo de esa izquierda que se arroga el monopolio de la defensa de la mujer, el progresismo y todos los derechos universales.

Una vez fue pronunciada la procelosa frase que nos ocupa, el grupo naranja estalló en protestas que fueron acalladas por la cada vez más atronadora e imperativa posición de la edila, que llegó a solicitar amparo al alcalde por el uso de la palabra. Y, dicho sea de paso, no hubiese estado mal una reconvención para que la interviniente retirase esas palabras. Pero nada de esto acaeció, y hubo de esperar Ciudadanos su turno para pedir esa retirada; circunstancia que se reprodujo por otras dos ocasiones, sin éxito.

"No entiendo cómo se suele calificar “cultura de izquierdas” lo que es intolerancia, desprecio, injurias y provocación"

El desparpajo de la izquierda es directamente proporcional a la radicalidad de la misma. Cuanto más radical más aflora la soez e insultante desfachatez. ¿Acaso no se puede ser de izquierdas sin necesidad de insultar o montar performances estrafalarias? No entiendo cómo se suele calificar “cultura de izquierdas” lo que es intolerancia, desprecio, injurias y provocación.

El aluvión de neoconceptos y perversión del lenguaje está dando lugar a la pérdida del conocimiento y valor de las palabras. Fascista o fascismo -en boca del comunismo- es un riesgo de fácil retroversión. El fascismo (movimiento político y social de carácter totalitario. Actitud autoritaria y antidemocrática…) puede ser tanto de izquierdas como de derechas. Lenin o Stalin eran unos magníficos fascistas homologables a “efectos prácticos” con Hitler o Mussolini. El comunismo de Cuba, Venezuela, Corea del Norte… y unos algunos desafortunados países del continente africano no es precisamente ejemplo de libertad para entrar o salir, leer o escribir, discrepar o protestar… Y siempre con un fascista, un gorila rojo o un orondo dictador endiosado que ejecutan -en todos los sentidos- sus posiciones totalitarias y liberticidas que suelen dirimir en sangre, privación de libertad y administración de la miseria.

Por tanto, haya más caución en el exabrupto indiscriminado y gratuito. No se es más de izquierdas por insultar inmerecidamente al adversario ideológico propinándole atributos que, por efecto contrario, uno/una se hace acreedor/acreedora de idéntico calificativo.