Juan Carlos Pérez Navas lo sopesa

Emilio Ruiz

➤ Es feo con ganas el verbo sopesar. Pero ahora les ha dado a todos nuestros políticos por utilizarlo en lugar del verbo pensar, más familiar y asequible a nuestras entendederas. Uno y otro infinitivo vienen a decir lo mismo, son sinónimos. “Examinar con atención o considerar con prudencia las ventajas y los inconvenientes de algo, o su importancia y trascendencia”, dice el diccionario que significa sopesar. ¿Y qué es pensarse algo, sino precisamente eso? El caso es que Juan Carlos Pérez Navas está sopesando –si feo era el infinitivo verbal detestable es el gerundio- si presentarse o no a las elecciones primarias para elegir secretario general del PSOE de Almería. Una decisión de este tipo es algo muy personal. Se pueden oír a los próximos o a los lejanos, se puede consultar con los íntimos, pero la palabra final, la decisión última, el acto, en definitiva, del estampamiento de la firma en el impreso correspondiente es algo personal e intransferible. No corresponde, pues, a nadie más que al propio Pérez Navas determinar si da el paso o no de competir con José Luis Sánchez Teruel por la secretaría general del partido a nivel provincial.

Juan Carlos Pérez Navas

Dicho esto, que dicen los tertulianos, no entiendo el proceso de acaramelamiento que hacen la mayoría de los políticos con sus potenciales electores para dar el paso de presentar candidatura o no a un determinado puesto. Antes de tomar la decisión de presentarse a las primarias socialistas Susana Díaz se hartó de repetir que ella estaría “donde quieran los militantes”. Si entendió que donde querían los militantes que ella estuviera era en la secretaría general del PSOE, obviamente no supo captar el mensaje de los militantes, que precisamente colocaron en ese lugar a Pedro Sánchez. Lo mismo dice Pérez Navas, que estará donde digan los militantes.

Los pedristas de la capital estaban convencidos de que era uno de los suyos. Sin embargo, se significó en el apoyo a Susana Díaz

Pérez Navas arde en deseos de ser secretario general de los socialistas almerienses. Eso se le nota a las mil leguas. Y no es criticable. Todo lo contrario: un político sin ambición es un político fracasado. Y de fracasado, Juan Carlos no tiene nada. Quién que no fuera él iba a ser capaz de compatibilizar el cargo institucional de senador con la portavocía socialista en el Ayuntamiento de Almería sin que nadie le rechiste. Solo él. Además, da el perfil mejor que nadie. Mejor incluso que Sánchez Teruel (que no quiere decir que éste no le gane, que seguramente le ganará). Porque tiene en su haber una extraña habilidad: es capaz de contentar a todos, o al menos no disgustar a nadie. Eso es una virtud. Los pedristas de la capital estaban convencidos de que era uno de los suyos. Sin embargo, se significó en el apoyo a Susana Díaz.

Hay que reconocer que algunas personas disfrutan del don especial de estar ubicadas en cada momento en el lugar oportuno. Cambian de espacio sin que se les note. Miren el caso de la exalcaldesa de Uleila, Adela Cayuela: fue al congreso federal en la candidatura pedrista y al regional en la susanista. Algo así puede pasar con el candidato –si es que finalmente lo es- a la secretaria general del PSOE provincial Juan Carlos Pérez Navas. La mayoría de los socialistas almerienses no saben si Juan Carlos es más de Madrid que de Sevilla, más de Susana que de Pedro. Y no lo saben porque posiblemente no sea de ninguno de los dos. O sea de los dos. Esta ambigüedad le coloca en un lugar de privilegio para el estrellato… o para estrellarse. 

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