Unión Europea: o es la unión de los ciudadanos o será un bodrio

Félix
de la Fuente Pascual

Hace una semana decía que la iniciativa ciudadana europea está muy lejos … de ser una auténtica participación de los ciudadanos. Tampoco se puede comparar con la iniciativa legislativa popular. En primer lugar, no es una iniciativa legislativa, sino una petición a la Comisión Europa para que presente al Parlamento Europeo una propuesta legislativa. El Reglamento (UE) nº 211/2011 del Parlamento europeo y del Consejo, de 16 de febrero de 2011 sobre la iniciativa ciudadana, por el que se regula esta iniciativa,  no dice, sin embargo, que la Comisión esté obligada a presentar la propuesta, ni tampoco en qué términos debe presentar la propuesta, y mucho menos que El Parlamento o el Consejo estén obligados a aceptarla. Por el contrario, la Comisión puede rechazar la petición (art. 225 del Tratado de funcionamiento de la UE).

La unión de los ciudadanos

No voy a decir que esta iniciativa no sirva para nada y que no signifique un paso, aunque sea de hormiga, hacia un mayor grado de democracia y de participación de los ciudadanos, pero dadas las dificultades para lograr las firmas necesarias  para esta iniciativa, dados los largos procesos y plazos hasta que la iniciativa llega al Legislativo, la no obligatoriedad tanto de la Comisión como del Parlamento Europeo y del Consejo para atender a esa petición, los muchos e importantes campos que quedan excluidos de esta petición, porque la Comisión no tiene competencia en ellos –seguridad, defensa y política exterior-; la importancia de este mecanismo es realmente mínima.

Si a nivel nacional, donde teóricamente el soberano es el pueble español, es decir los ciudadanos (Constitución Española), la iniciativa ciudadana juega un papel absolutamente irrelevante, ¿qué papel a jugar a nivel de la UE, donde la soberanía la tienen los Estados?

Es aquí donde reside el verdadero problema. Se pretende implicar al ciudadano en todo el proceso democrático de la Unión pero, por otro lado, ni los ciudadanos ni sus representantes a nivel europeo  –El Parlamento Europeo- tienen derecho de iniciativa para cambiar las Leyes europeas o los Tratados. Está muy bien que la Comisión Europea pida la opinión de los ciudadanos sobre esto, pero, si realmente busca la calidad democrática de la Unión, no necesita preguntar a nadie. Está muy clarito en los Tratados (y  desde su primera versión). Se trata de “una unión cada vez más estrecha de los ciudadanos de la Unión”, no de los Estados, ni de los partidos políticos (en realidad dice “pueblos”, pero toman esta palabra en el sentido de “ciudadanos”). Paralizar el proceso, buscar escusas, excluir al ciudadano es violar los tratados de la Unión.

Es curioso que a nivel de la UE no haya posibilidad de referéndum, que es donde más claramente se expresa la voluntad de los ciudadanos

Es curioso que a nivel de la UE no haya posibilidad de referéndum, que es donde más claramente se expresa la voluntad de los ciudadanosso que a nivel de la UE no haya posibilidad de referéndum, que es donde más claramente se expresa la voluntad de los ciudadanos. Un solo referéndum. No se pretende imitar a Suiza. Un solo referéndum en el que los ciudadanos podamos votar sobre las relaciones con nuestros representantes, en el que podamos expresar qué es lo que queremos y qué esperamos de ellos. Queremos saber si nos representan o representan a sus partidos. 

Actualmente, y no sólo a nivel europeo, los partidos políticos no sólo nos imponen nuestros representantes, sino incluso las condiciones -también las económicas- en que nos van a representar. De acuerdo, los partidos políticos son necesarios, y los parlamentarios deben tener libertad de acción, pero esto no quiere decir que tengamos que ser sus esclavos y que sean ellos los que nos impongan las condiciones para representarnos. 

Este es el verdadero cambio que necesitamos: una Europa de los ciudadanos, no una Europa de los partidos políticos, ni de los Estados.

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