Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
➤Si después de la victoria de Pedro Sánchez sobre Susana Díaz, a Jose Luis Sánchez Teruel alguien le hubiera asegurado que en el congreso provincial de ayer iba a obtener el 77% de apoyo hubiera firmado sin dudarlo. Nunca lo reconocerá en público -los políticos nunca lo hacen-, pero el triunfo del sanchismo le abrió ante su futuro en la dirección del partido un abismo más ancho y más profundo aún que en el que llevaba instalado desde que, en 2011, el grupo de los “apóstoles” optó por él para sustituir a Diego Asensio en aquel “golpe de partido” decidido por Sevilla para vengarse de la respuesta de Martín Soler a la soberbia de Griñán cuando en aquella mañana del 21 de marzo de 2010 y ante el ofrecimiento de que fuese consejero de Medio Ambiente, primero, y después de Empleo, el ya ex consejero de Innovación le respondió que “no, presidente, muy agradecido, pero me voy para Almería”.
Sánchez Teruel, ayer, en el congreso provincial |
He regresado a aquella primera mañana de primavera en la Casa Rosa y a aquellas tardes de conspiración en el umbral del verano de 2011 en la casa de Adela Segura en la Plaza de San Pedro, porque sin uno y otro capítulo la obra no hubiese tenido el final de ayer en El Toyo. Sánchez Teruel y Martín Soler representan dos estilos distintos -y a veces distantes; lo que no es ni un elogio ni una crítica- de hacer política. Pero hay dos circunstancias que les unen: uno y otro fueron elegidos para la Secretaría Provincial porque quienes optaron por ellos los consideraron manejables.
Cuando los renovadores aceptaron la propuesta de Antonio Llaguno de llevar a los altares a Soler lo hicieron creyendo que él sería el santo, pero quienes lo iban a manejar llevando las andas serían ellos. El dibujante Moreno diseñó entonces una viñeta extraordinaria reflejando la procesión tirando cada uno de los cofrades para un lado y a Soler tambaleándose en el trono.
Cuando los apóstoles del Antiguo Testamento del socialismo almeriense optaron por Sánchez Teruel lo hicieron pensando más en su debilidad manejable que en su fortaleza para pilotar el barco
Cuando los apóstoles del Antiguo Testamento del socialismo almeriense (así se llamaban algunos de ellos) optaron por Sánchez Teruel después de haber valorado algunos y en privado los nombres de Juan Carlos Pérez Navas y Jorge Cara lo hicieron pensando más en su debilidad manejable que en su fortaleza para pilotar el barco; al cabo ellos eran unos expertos capitanes y el exalcalde de Chirivel apenas había pasado el nivel de grumete.
Pero, como dice el dicho, ningún mar en calma hizo experto a un marinero y desde entonces han sido muchas las tormentas por las que ha atravesado el socialismo almeriense en las que el peligro mayor no eran las olas del exterior sino la amenaza de motín de algunos de los marineros. Doce horas después de que el recién elegido secretario general hubiese terminado la fiesta de la victoria con su equipo en la noche de las primarias en el gastrobar del Hotel Avenida, mantuve un encuentro con él.
Fueron dos horas de conversación y el azar quiso que en ese tiempo en que no paró el teléfono con felicitaciones una de las llamadas la hiciera una de las tres personas con más poder en el socialismo andaluz. Desconozco lo que su interlocutor le dijo. Lo que si escuche fue su respuesta: “No tengas duda. Llevo seis años recibiendo tiros y ese tiempo se ha acabado. Ha terminado la influencia de la mesa de camilla. El que quiera trabajar aquí tiene un sitio; él que no, que se vaya a su casa”.
En tres meses Sánchez Teruel le ha ganado la partida a dirigentes tan inteligentes y experimentados como aquellos que alentaban a sus rivales en las primarias
El tiempo dirá si será capaz de hacerlo o no. Lo que no tendrá, si no lo hace, es excusa. El apoyo cosechado ayer y el respaldo de la presidenta le quitan cualquier coartada. Tendrá que elegir entre la comodidad de la continuidad (sin riesgos a corto plazo pero suicida a largo) o la incomodidad de la renovación (con riesgos a corto si se equivoca, pero esperanzadora a largo si acierta). Ahora ha comenzado su tiempo. En tres meses le ha ganado la partida -con el aparato, sí, pero partida cuerpo a cuerpo- a dirigentes tan inteligentes y experimentados como aquellos que alentaban a sus rivales en las primarias.
Si en 2011 alguien le hubiera dicho a Teruel que Antonio Bonilla iba a ser el ideólogo de uno de sus rivales y que Martín Soler acabaría buscándole apoyos nadie lo hubiera creído
La batalla ha llegado a su final. De que sea capaz de acabar con la interminable guerra de guerrillas internas y de su valentía para defender con decisión las reivindicaciones almerienses ante el Gobierno andaluz dependerá, en gran medida, el futuro del PSOE en la provincia. El tiempo y los resultados electorales dictarán sentencia y la política está tan llena de desfiladeros que nunca y nadie puede escribir por adelantado su relato. Como nadie y nunca pudo predecir que aquellos apóstoles que un día lo elevaron a los altares hayan sido en estas primarias sus enemigos y aquellos a los que él sustituyó hayan acabado convirtiéndose en aliados.
Si en 2011 alguien le hubiera dicho a Teruel que Antonio Bonilla iba a ser el ideólogo de uno de sus rivales y que Martín Soler acabaría buscándole apoyos nadie lo hubiera creído. Y es que, como el corazón, la política tiene razones que La Razón no entiende.
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