…Y si ganan

Antonio Felipe Rubio
Periodista

Me resulta difícil encontrar similitud con lo que está ocurriendo entre el Gobierno central y el Govern de la Generalidad. Si acaso, alguna respuesta la encuentro en los geniales asertos del refranero popular: Vd. ponga la ley… que ya pondré yo la trampa. También me recuerda la peripecia del correcaminos y el coyote. Aquella serie de dibujos animados consistía en una permanente carrera del pajarillo que siempre salía airoso de las persecuciones y las ingeniosas trampas que, al ser de la marca ACME, normalmente perjudicaban al sagaz coyote hasta el punto de que alguna le explotaba en las mismas narices. Y así estamos: tú pones el 155, yo te pongo una independencia. Tú me pones un gobierno, yo siembro un caos ingobernable. Tú me pides una respuesta, yo te digo que verdes las han segado.
El hastío y la pertinaz reincidencia alcanza un grado de saturación que conduce a pensar -como ya expresa mucha gente- que lo mejor no es que se vayan, sino que se merecen que los echemos
Desconozco los efectos del 155 que, de llevarse a cabo en toda su potencialidad, pudiese llevar a una conclusión que satisfaga a todas las partes, algo improbable dado el grado de radicalidad alcanzado. En cualquier caso, estas diferencias ya vienen referenciadas en ficciones y realidades. La Biblia relata la vuelta del hijo pródigo como la experiencia de una aventura devenida en reconocido escarmiento. Y son incontables los relatos de púberes emancipaciones que se han saldado con la vuelta a la realidad que, por lo general, es la opción de mejor aprovechamiento o, por el contrario, la persistencia en el airado desarraigo que normalmente desemboca en experiencias tórridas y nada edificantes. Pongo estos ejemplos porque a estas alturas es comprensible la opción “¡que les den!”. El hastío y la pertinaz reincidencia alcanza un grado de saturación que conduce a pensar -como ya expresa mucha gente- que lo mejor no es que se vayan, sino que se merecen que los echemos. Sin embargo, hay que entender que esto no ha de bajar al terreno de los impulsos primarios. Esto no resuelve, como algunos pretenden, como una gallería o una disputa a las puertas de un puticlub.

Volviendo al refranero, cuando todo te da igual puedes emplear el “si sale con barba San Antón, y si no la Purísima Concepción”; pero es que esto no da igual y, además, nos jugamos mucho los españoles, incluidos los no secesionistas catalanes que pueden ver reactivado el actual infierno que ahora están padeciendo y que vienen sufriendo desde que se instaló esta deriva filo fascista en la que, de prosperar, pueden esperarse las peores consecuencias.
Las depuraciones y sacas siempre han sido patrimonio de los gobiernos impuestos por el fascismo de extrema izquierda y extrema derecha: aquí los extremos se tocan y comparten sus aberraciones
Imaginen a los que ahora no respetan ni sus propias leyes (Estatut) y protagonizan e inducen a los enfrentamientos en la calle, negocios, instituciones, fuerzas de orden… Imaginen a estos especímenes al frente de un gobierno republicano independiente como ganador en una contienda que se libró en tribunales de justicia y aplicación de leyes vigentes que, ahora, se pasarían por el forro poniendo las suyas a su interés y conveniencia. Pero esto ahí no quedaría. La “genética” de estos neopartisanos tendría como primer referente de actuación cobrarse la pieza de la disidencia. Las depuraciones y sacas siempre han sido patrimonio de los gobiernos impuestos por el fascismo de extrema izquierda y extrema derecha: aquí los extremos se tocan y comparten sus aberraciones.

Imaginen una recua desbocada por el posible triunfo independentista “dialogando” con un comerciante que ya fue castigado por rotular en español y que, además, izó la bandera de España… imaginen esa lista negra de estudiantes universitarios que no fueron a votar el 1-O… imaginen el futuro de ese vecino que puso a toda pastilla a Manolo Escobar en el balcón de su casa… Y, ahora, dejen de imaginar y miren la insidia de la CUP, los Omnium, ANC y la perroflautada que enarbola el “¡Arderéis como en el 36!”.

Si a estos semovientes les conmueve el guerracivilismo del 36, qué se puede esperar de un “diálogo” coetáneo tras una presunta victoria armada de rencor, odio, desprecio y venganza… Inimaginable.   

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