Félix
de la Fuente
Me gustaría saber lo que
pensarán los habitantes de esta parte de la península ibérica que llamamos
España dentro de 25 años. Ni siquiera sé si seguirán llamándose españoles, pues
el complejo de inferioridad nos ha perseguido siempre, cuando en realidad no
somos ni mejores ni peores que otros pueblos. Sé de un nacionalista que se
avergonzaba de hablar públicamente en español, porque nuestro idioma era el
idioma del imperio y, por eso, ¡qué ironía!, prefería hablar en inglés.
No quiero restar el más mínimo mérito a nuestra Constitución, que supuso la superación del enfrentamiento entre las dos Españas y la base para una larga época de prosperidad, aunque lamentablemente esta prosperidad no haya llegado a todos
Han pasado 40 años desde que
se aprobó la Constitución española. No había entonces internet ni redes
sociales, ni se podía llamar por teléfono gratuitamente a cualquier parte del
mundo. La velocidad con que ha avanzado la sociedad en estos 40 años puede que
les parezca ridícula a las futuras generaciones, y sin embargo estamos ante una
sociedad totalmente diferente. Esto mismo deberíamos aplicarlo a nuestra
democracia. No quiero restar el más mínimo mérito a nuestra Constitución, que
supuso la superación del enfrentamiento entre las dos Españas y la base para
una larga época de prosperidad, aunque lamentablemente esta prosperidad no haya
llegado a todos. Hay que reconocer, sin embargo, que esta misma Constitución
dejó abierta la puerta a desigualdades entre personas y regiones y fomentó unos
privilegios que vistos desde la perspectiva de hoy nada tienen que ver con una
auténtica democracia.
Y esta falta de acoplamiento
entre el ritmo de la sociedad y el ritmo de nuestra democracia nos ha llevado a
la situación actual, una situación que estamos sufriendo todos y de la que son
responsables tanto los que forzaron esas situaciones de privilegios y
desigualdades como los que las permitieron entonces y las siguen permitiendo
ahora. Pensar que con depositar el voto en una urna cada cuatro años ya se es
demócrata, pensar que con decir sí o no a cualquier propuesta, por muy
importante que sea, ya hemos decidido nuestro destino, es tener muy poca estima
de sí mismo, es contentarse con unas migajas y dejarse manipular no sólo por
los factores económicos, como diría cualquier marxista, sino, sobre todo por
los factores mediáticos y por los factores políticos.
¿Después de 20 años de adoctrinamiento promovido o consentido por los partidos políticos, alguien cree en la veracidad de la información?
¿Qué quiere decir “derecho a
decidir”? ¿Qué quiere decir derecho a votar? ¿Decir únicamente sí o no a lo que
otros nos proponen? ¿Decir sí o no, cuando otros, con los medios de
comunicación, con la educación en las escuelas, con la prensa subvencionada y
con la información más o menos trucada ya han dirigido el sentido de nuestro
voto? ¿Decir sí o no a unos partidos políticos con los que yo no comulgo, pero
a los que me veo obligado a votar para que las cosas no vayan aún peor? ¿Decir sí o no a un partido político, cuando
en principio yo no elegiría ni a la mitad de los candidatos de la lista que
proponen?
¿Alguien está seguro acaso en
la limpieza de las elecciones del 21 de diciembre de Cataluña, cuando ni
siquiera tenemos garantías de que no se puedan manipular los resultados?
¿Después de 20 años de adoctrinamiento promovido o consentido por los partidos
políticos, alguien cree en la veracidad de la información? Después de los muchos años de subvenciones de
la gran parte de la prensa en Cataluña, ¿alguien cree que Rusia es el principal
peligro? Creo firmemente en la
democracia. Pero no creo que se den unas mínimas garantías para poder hablar de
unas elecciones limpias y democráticas.
Si no se pretende acabar con todas las desigualdades y privilegios que consagra la Constitución, ¿para qué modificarla?
Si después de las elecciones
todo va a seguir igual. ¿para qué ha servido la aplicación del artículo
155? Si no se pretende acabar con todas
las desigualdades y privilegios que consagra la Constitución, ¿para qué
modificarla? Si los partidos políticos
van a seguir asumiendo el monopolio de la política, ¿por qué se extrañan de que
surjan partidos xenófobos, populistas y nacionalistas? Si el ciudadano va a
seguir estando excluido, ¿por qué no desterrar la palabra democracia y utilizar
únicamente la de partitocracia? Dentro
de 25 años los ciudadanos nos tratarán de ignorantes y se reirán de nuestra
democracia.
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