Carlos Baixauli Soria
Centro de Experiencias de Cajamar
Centro de Experiencias de Cajamar
Como
consecuencia del proceso global de industrialización, la temperatura en la
atmósfera se viene incrementando a un ritmo históricamente desconocido en las
últimas décadas, debido al efecto invernadero provocado por la emisión de gases
como el dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. El calentamiento global es
un aspecto fundamental para la agricultura venidera, que está afectando a
frutas y verduras, a la agricultura en general y de lleno a la mediterránea,
por lo que será muy importante adaptar adecuadamente el sector agrícola con el
objeto de asegurar la producción de alimentos.
Entre las causas más frecuentes de estrés en las plantas destacan el estrés hídrico, las bajas o altas temperaturas, la salinidad y la acidez de los suelos
Como
consecuencia de este cambio climático se pueden ver incrementadas las
enfermedades no parasitarias que son muy variadas, pero que generalmente se
reducen a las desfavorables condiciones del medio. Entre las causas más
frecuentes de estrés en las plantas destacan el estrés hídrico, las bajas o
altas temperaturas, la salinidad y la acidez de los suelos.
Determinados
agentes no parasitarios, como el granizo, las heladas, los problemas
nutricionales, problemas fisiológicos, etc., conocidos como accidentes o
fisiopatías, pueden afectar a numerosas especies. Entre otros, se pueden citar
los denominados ‘tipburn’, podredumbre apical ‘blossom end rot’, planchados o
golpes de sol, agrietados, ahuecado de los frutos, etc., que se producen tanto
en frutas como en hortalizas.
En el caso del tomate, la incidencia de elevadas temperaturas, superiores a 35 °C, disminuye la viabilidad del polen
En
el caso del tomate, la incidencia de elevadas temperaturas, superiores a 35 °C,
disminuye la viabilidad del polen. La floración, su cuaje o polinización con
esas temperaturas también se aminora, lo que tiene un impacto importante sobre
el rendimiento productivo y, consecuentemente, poniendo en entredicho la
viabilidad económica de muchos productores.
Las
frutas y hortalizas en general requieren de un suministro regular y uniforme
del agua que asegure un flujo adecuado a través de la planta, para que los
procesos fisiológicos de floración, cuajado y engrosamiento del fruto, o los
desórdenes como la podredumbre apical del fruto y/o agrietado del mismo, y en
definitiva la cosecha y su calidad no se vean afectados negativamente.
Cuando
los cultivos se desarrollan al aire libre se presenta una multitud de
situaciones de estrés. La mayor parte de ellas se mantiene durante un corto
período de tiempo, pero frecuentemente se dan a la vez varios estreses. Por
ejemplo, cuando la temperatura es superior a 35 ºC puede producirse una
situación de estrés por alta temperatura unida a otra de déficit hídrico, de
absorción de nutrientes por la raíz y desequilibrios hormonales que pueden
complicarse con vientos fuertes, aguas de mala calidad, etc.
El estrés osmótico creado por la salinidad en la zona radicular dificulta la toma de agua por las plantas y también la absorción de calcio
En
el caso de la lechuga, se ha comprobado que con temperaturas superiores a 30 ºC
puede manifestarse una peculiar fisiopatía, conocida como ‘tipburn’, en forma
de quemaduras o necrosis en los extremos y márgenes de las hojas, consecuencia
de que el metabolismo normal de la planta se altera, se liberan ácidos
orgánicos que quelatan el calcio, que no se puede traslocar adecuadamente. El
efecto de las elevadas temperaturas en la incidencia de esta fisiopatía también
ha sido constatado en otros cultivos como la col china, tomate, pimiento o
berenjena, donde ciclos con altos saltos térmicos y elevadas temperaturas, en
cultivo tanto al aire libre como bajo invernadero, pueden incrementar la
incidencia por esta fisiopatía. El estrés osmótico creado por la salinidad en
la zona radicular dificulta la toma de agua por las plantas y también la
absorción de calcio, incrementando este tipo de alteraciones, lo que puede
suceder incluso con niveles suficientes de este elemento en el suelo.
Es de interés desarrollar programas de mejora genética, con la búsqueda de variedades resistentes a las altas temperaturas
Existe
una cierta susceptibilidad varietal a estas alteraciones, por lo que en
situaciones de riesgo es conveniente seleccionar aquellas que sean más
resistentes. Es de interés desarrollar programas de mejora genética, con la
búsqueda de variedades resistentes a las altas temperaturas. Un ejemplo como es
el caso del proyecto ‘TomGem’, incluido en el programa Horizonte 2020 que
financia proyectos de investigación e innovación en el contexto europeo, y en
el que participa Cajamar. La iniciativa cuenta con la colaboración de 17
universidades y centros de investigación de ocho países.
El
correcto manejo del riego puede ayudar a soslayar en parte estas fisiopatías,
por ello es necesario establecer estrategias de manejo eficiente del mismo.
Considerando un suministro adecuado de los nutrientes, en ocasiones puede ser
adecuada aplicaciones foliares con alguna sal de calcio de manera preventiva en
momentos clave y considerando predicciones de tiempo, actuando antes de que se
produzcan estas situaciones de estrés. Otras prácticas culturales, como
sistemas de poda para reducir la exposición de los frutos a los posibles golpes
de sol, sistemas de sombreo, manejo de control de clima y utilización de
cubiertas flotantes, son herramientas que ayudan a paliar los problemas debidos
a los cambios en el clima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario