Emilio Ruiz
➤➤ El pasado 16 de octubre falleció
Antonio Maresca García-Esteller. Ha sido concejal del Ayuntamiento de Almería
por el PSOE y por IU, portavoz en la Diputación por estas dos formaciones
políticas, presidente de la institución provincial y senador. Emilio Ruiz hace
un recorrido por la actividad política de quien considera la persona que transformó la
Diputación de una institución del siglo XIX en una del siglo XXI.
Antonio Maresca |
Antonio Maresca-García Esteller nació en Pechina (29-04-1938) por
circunstancias de la guerra. Sus padres y su hermano mayor, el primero de los
dos hijos que el matrimonio bautizó como Ángel, residían en la calle Zaragoza
de la capital almeriense, pero durante la contienda la familia se estableció en
su casa de Pechina. Hizo el bachillerato entre el Instituto e interno en La
Salle y no continuó con los estudios. No obstante, era un empedernido lector y constante
en la autoformación. “Siendo niño, leí varias veces las obras completas de
Echegaray, que se encontraban en mi casa”, confesó a Antonio Torres en una
entrevista en ‘La Voz de Almería’. Hasta su muerte ha conservado ese espíritu
bohemio que le caracterizaba. Dotado de una profunda imaginación, para hacer
liviano su paso por la ‘mili’ se inventó, junto a un grupo de soldados
almerienses, la Asociación Apostolado Castrense de Marinería, de la que fue
elegido presidente. “Viajábamos a Lourdes, editábamos un boletín y celebrábamos
certámenes de teatro y poesía. Fue un recurso de cinismo para escaquearnos del
trabajo cuartelero”, confesaría a Juan María Rodríguez en el mismo diario.
Finalizada la ‘mili’, Maresca se quedó en Madrid para trabajar en la
empresa de importación de ultramarinos Exintrade. Eran los años sesenta. En la
capital frecuentó tertulias culturales. “Era muy amigo de Carlos Tena, y por
allí también iba Umbral. Era un ambiente erótico-etílico y literario”. A
Manola, su mujer, se la presentó precisamente Carlos Tena un día de San Fermín.
Se casaron en Madrid a final de ese año.
Instalado en Almería, fue durante muchos años delegado del
laboratorio Margens y presidente del Colegio Oficial de Visitadores Médicos.
Las visitas a comisaría que no hizo durante el franquismo las tuvo que hacer en
1976 a raíz de la muerte de Javier Verdejo. Fue uno de los organizadores de la
exposición del pintor Jorge Castillo en homenaje al joven anarquista. Se trataba de un conjunto de acuarelas de tono surrealista
sobre el tema de la muerte. Una de ellas tenía como lema “Pan, trabajo y libertad”, las palabras que no pudo
terminar de escribir Javier cuando fue asesinado. Completaba la exposición un
poema sobre el joven que Rafael Alberti envió desde Roma. Todo el material fue incautado y depositado en el
Gobierno Militar.
Cuando se organizó esta exposición, promovida por gente próxima al
Partido Socialista Popular (PSP), Maresca ya formaba parte del partido fundado
por Enrique Tierno Galván. Lo afilió su hermano Paco. Joaquín Fernández Palacios era el
secretario general. En junio de 1977, ya con un senador, Joaquín Navarro
Estevan, la ejecutiva fue renovada. Jorge Pérez Company fue elegido secretario
general y Maresca, secretario de Formación. También estaban en la ejecutiva
Eloy López Miralles y Paco Maresca. Todos ellos menos este último, que abandonó
la militancia política, se integrarían en el PSOE. En las elecciones generales
de 1977 el PSP se presentó bajo la denominación de Unidad Socialista. No obtuvo
ningún representante y Antonio Maresca apareció en cuarto lugar de la lista,
tras Laudelino Gil, que terminaría en el PSA.
En 1978 se produjo la integración del PSP en el PSOE. Maresca fue elegido
secretario de Organización de la ejecutiva socialista local. Desde entonces ha
tenido múltiples cargos orgánicos en las ejecutivas local y provincial
socialista, así como cargos institucionales: concejal, diputado provincial,
presidente de la Diputación y senador. El 17 de diciembre de 1978 fue elegido
secretario de Organización provincial. En las elecciones locales de marzo de
1979 figuró segundo de la lista del PSOE tras quien sería alcalde, Santiago
Martínez Cabrejas. Además de miembro de la Comisión de Gobierno fue presidente
de la Comisión de Sanidad e Higiene y vocal de la Comisión de Medio Ambiente.
También fue elegido diputado provincial y portavoz del Grupo Socialista de la
Diputación que presidiría José Fernández Revuelta (UCD). El día 3 de febrero de
1980, en el 2º Congreso Provincial, fue elegido secretario de Formación. Y en
el congreso extraordinario de 4 de julio de 1982 -“el de las tres candidaturas:
la renovadora, la continuista y la testimonial”-, la candidatura de la que
formaba parte como secretario Institucional, encabezada por José Batlles
Paniagua como secretario general, fue la ganadora.
Las elecciones locales de 1983 fueron las de la mayoría absoluta
del PSOE en la capital y en la provincia. Maresca volvió a ser reelegido, pero
en esta ocasión su partido le preparaba un destino de mayor responsabilidad: la
presidencia de la Diputación Provincial. El día 12 de junio de 1983, Fernández
Revuelta cedió el bastón de mando a quien iba a ser el segundo presidente
democrático de la Diputación, el socialista Antonio Maresca García-Esteller. El
nuevo presidente trazó en su primera intervención plenaria las líneas de
actuación para los próximos cuatro años: transformar la Diputación “desde una
entidad prestadora de subvenciones a una entidad prestadora de servicios”, la
potenciación de las mancomunidades, la animación socioeconómica y cultural, la
política medioambiental y el futuro del Colegio Universitario, entre otras.
Antonio Maresca se propuso desde el primer día realizar un
profundo cambio en la Diputación, centrada hasta entonces, según creía, en la
gestión de trámites burocráticos, la conservación de caminos y el otorgamiento
de subvenciones. “Todo el que pedía una subvención, se le daba”. A los pocos
días de hacerse cargo de la presidencia, se encontró sobre su mesa una de esas
peticiones. Era para el certamen de Miss Turismo Almería. No solo no la
concedió sino que aprovechó una entrevista en el programa ‘La Tarde’, de TVE, presentado por Javier Basilio, para arremeter contra este tipo de eventos: “Son denigrantes para la condición
humana porque se somete a la persona a una serie de valoraciones, medidas, que
llevan a reducir bastante esa condición humana. Es una forma de marginación más
de las que ya tiene la mujer”. Era el mes de agosto de hace 33 años. Aún hoy
muchos de sus compañeros de partido e ideología siguen colocando bandas de
belleza femenina.
Por ese tiempo era tal la popularidad de Maresca que el PSOE
decidió presentarlo al Senado. Salió elegido y durante un tiempo simultaneó su
presencia en la cámara alta con la presidencia de la corporación provincial.
También en 1986 fue cuando el PSOE de la capital decidió dividirse en cuatro
agrupaciones. Antonio Maresca fue elegido secretario general de la más
importante, la de Poniente.
El 27 de julio de 1987 Antonio Maresca García-Esteller cumplió con
su mandato de presidente de la Diputación. Transformó una institución de
principios del siglo XIX en una institución del siglo XXI. “Llenó de contenido
el cargo”, escribió Juan María Rodríguez, “y su política de promoción de la
cultura anuló al Ayuntamiento y borró a las otras instituciones”. El 30 de
enero de 1988, con motivo de la concesión de la Medalla de la Provincia, ‘La Voz de Almería’ publicó un inusual
editorial de despedida de un político: “Antonio Maresca ha sabido romper las
barreras que distanciaban a la Diputación del ciudadano de a pie e,
introduciendo grandes dosis de imaginación, consiguió transformar este
organismo en un centro de canalización de todas las inquietudes del pueblo
almeriense”. “Maresca es uno de los políticos de más talla que ha dado esta
provincia”, añadía el diario dirigido entonces por Paco Pérez. En parecido tono
se pronunció Miguel Naveros: “Tras cuarenta años de franquismo y burocracia y
unos cuantos de postfranquismo, Almería, o sea, su gente, desde el estudiante
de Tíjola al cartero de Macael y del mundo que corre del Poniente al estancado
de otras comarcas, sabe qué es y para qué sirve la Diputación”.
Los halagos a la gestión de Antonio Maresca como presidente de la
institución provincial fueron interminables. “Ha protagonizado una apertura de
la Diputación a los ciudadanos”, dijo Antonio Cañadas (PCE). “Es un almeriense
que ha hecho mucho por Almería”, señaló Antonio Sáez (AP). “Lo más importante
de la figura de Antonio son todas las cosas que nos ha enseñado”, confesó su
compañero Juan Manuel Llerena. “Ha sabido planificar todas las carencias de
infraestructuras que tenía la provincia”, valoró Juan Gómez, alcalde
Huércal-Overa. “Logró conectar con todas las instituciones y con el pueblo en
sí”, dijo el presidente de la Cámara de Comercio, José Vallejo. El exportavoz
del Grupo Popular en la Diputación Andrés García Lorca se sumó a la cadena de
halagos: “Su profunda fe en el sistema democrático le ha permitido desarrollar
un gran respeto por la oposición a la que nunca le ha ocultado nada. Esto,
unido a su sensibilidad por la justicia, le ha hecho adoptar actitudes algunas
veces no comprendidas por sus propios compañeros de partido. Ambos aspectos han
permitido un desarrollo de la vida institucional exento de crispaciones y
profundamente vinculado al trabajo por mejorar la realidad provincial”.
En el acto de relevo de Maresca por Tomás Azorín (27-07-87), éste
aventuró que “Antonio tiene aún mucho que decir y que aportar al progreso y a
Almería, como ese buen hombre y ese buen izquierdista que es”. La realidad y
posiblemente los pensamientos de quien pronunciaba esas palabras eran bien
distintos. El futuro político del aún senador estaba sentenciado. Maresca
agotaba sus dos últimos años como senador (22-06-86/02-09-89) con una
importante defensa de la Ley de Costas, pero su devenir político estaba determinado
hacia la irrelevancia.
En marzo de 1991 Antonio Maresca tomó la decisión política más
dolorosa de su vida. “Quiero seguir trabajando por Almería”, decía el texto de
la carta que el día 6 envió a la Agrupación Gabriel Pradal del PSOE presentando
su dimisión, y por eso aceptaba el ofrecimiento de Pedro Baldó (IU-CA) de
figurar en segundo lugar en la candidatura de la coalición de izquierdas al
Ayuntamiento de Almería. “Entré en las instituciones con un mínimo patrimonio y
salí con deudas”, declaró al periodista Abelardo Alzueta como respuesta a
quienes consideraban que este cambio se debía a intereses personales. El tema
pecuniario no era algo que eludía el entonces candidato de IU: “Yo no he dejado
que se compre mi continuidad en el partido”, añadía en esas declaraciones, “y
mira que estoy en el peor momento económico de mi vida, pero tampoco se me ha
dejado ganarme la vida; la persecución llega a límites increíbles, pero no es
ya el momento de hablar de agravios”. El secretario general del PSOE en mayo de
1991 era José Antonio Amate, a quien le hizo saber su “desengaño por haber
llegado a esta situación, máxime cuando yo he sido uno de los fundadores del
PSOE en Almería y he luchado por este partido”.
Los cuatro años de Antonio Maresca en IU se pueden dividir en dos
partes. La primera, que duró más de tres años, fue de gran actividad y consideración.
Además de concejal fue diputado provincial. Al final del periodo la ruptura fue
total, llegando incluso a tener que alojarse en el Grupo Mixto municipal. El
desencadenante fue la licencia de lo que hoy es el Centro Comercial
Mediterráneo, promovido por la gallega Irco. IU y el mismo Antonio, además del
PA y el PP, siempre se habían manifestado en contra de su apertura, en
contraste con el PSOE, que estaba a favor pero con falta de dos votos. Era el
mes de marzo de 1995 y Maresca ya sabía que no iba a repetir en la candidatura
izquierdista. El pleno del día 3 sacó adelante el nuevo centro comercial. A los
12 votos socialistas se unieron el de Antonio Maresca y el del concejal expulsado
del PP Emilio Marín de Burgos. El portavoz del PP, Fernando Cabezón, insinuó
intereses económicos en el cambio de voto. Manuel de la Fuente (PSOE) le llamó
la atención: “O tiene pruebas y se va a los tribunales o le exijo que
rectifique”. En el mismo sentido se manifestó Maresca: “¿Está usted llamando
chorizos a los que votamos que sí y prevaricadores a los técnicos que han
emitido el informe favorable?”.
La vida política de Antonio Maresca terminó reconciliándose, al
menos de forma sutil, con sus excompañeros del PSOE y expulsado como concejal
de IU-CA, ya que no como militante, que no lo era. Rafael Lázaro (que sustituyó
a Ojeda) y Natalia Huertas le pidieron el acta tanto de diputado como de
concejal. No lo hizo y en una descarnada rueda de prensa celebrada el día 8 de
marzo de 1995 se sinceró: “Necesito el sueldo, yo no puedo irme a casa y no
cobrar un sueldo durante tres meses”. Manifestó que tenía suscrito un
precontrato laboral con una empresa para incorporarse transcurrido ese periodo
de tiempo. Efectivamente, meses después, en la licitación de la explotación del
cementerio, se supo que el apoderado de una de las empresas concurrentes era
Maresca. Hasta su jubilación trabajó en Acisa. Y hasta el día de su
fallecimiento se mantuvo cercano a los socialistas, pero nunca más volvió a
participar en puestos orgánicos o institucionales del partido.
Desde hace unos días Antonio Maresca no está entre nosotros.
Durante 20 años ha sido protagonista de la vida política provincial. Apreciado
por unos más que otros, creo que merece un lugar de honor en el grupo de
personas que han servido con honor a esta tierra.
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