Periodista / Consejero de Cultura
La derecha está viviendo un escenario inédito. Partido Popular y
Ciudadanos se marcan encarnizadamente en pos de la hegemonía en esa franja
ideológica y, al mismo tiempo, ambos miran de reojo a Vox, la ultraderecha
envalentonada y sin complejos como ha demostrado en Vistalegre, para no tener
fugas por el ala más radical de su espacio electoral. Están unos y otros más
entretenidos en su rivalidad particular que en ofrecer propuestas para el
conjunto de la sociedad. Y lo más llamativo es que esta competición los está
escorando a posiciones extremistas.
Composición gráfica de El Español |
En el caso de las elecciones
andaluzas del 2 de diciembre, la pelea consiste en reafirmar la pureza de raza,
en demostrar quién es más de derechas. Por eso un día Pablo Casado le pide a los naranjas que firmen ante notario que no van a
apoyar a Susana Díaz en la próxima legislatura y Juan Marín, el candidato de Cs por estos pagos, le responde que no van a
facilitar ni siquiera su investidura, que votarían que no siempre. Una suerte
de riña de patio de colegio... o quizá simple postureo electoralista.
Ciudadanos, en su estreno en el Parlamento de Andalucía, ha colaborado a la estabilidad y ahora está más preocupado en dar el sorpasso a los populares que en los intereses generales de esta tierra
Que el PP no arrime el hombro en
esta tierra es todo un clásico, lo llevan en el ADN, lo suyo es la
confrontación y el obstruccionismo. Nada nuevo bajo el sol: los andaluces los
tienen bien calados. Por el contrario, Ciudadanos, en su estreno en el
Parlamento de Andalucía, ha colaborado a la estabilidad y ahora está más
preocupado en dar el sorpasso a los populares que en los
intereses generales de esta tierra. Los naranjas han pegado un volantazo por
puro tacticismo electoral (pillar cacho en el caladero de la gaviota
jugando en su mismo terreno). Eso sí, pensando más en las ambiciones
de Albert Rivera que en la propia contienda electoral
andaluza.
La disputa se antoja interesante.
Hasta ahora el PP había estado muy tranquilo en su parcela, muy acomodado en
ser el primer partido de la oposición andaluza. Y ahora no sólo tiene que
fajarse con los naranjas, sino que Vox les enseña la patita por debajo de la
puerta.
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