Antonio Torres
Director de Canal Sur en Almería
Mojácar, con el símbolo del Indalo, busca reinventarse para recuperar el liderazgo de prestigio turístico.
Se trabaja en consolidar proyectos culturales que por diferentes razones no
encuentran el respaldo suficiente para convertirse en oferta complementaria
para huir de sol y playa. Hay un turismo exigente que pide alternativas de ocio
y cultura.
Antonio Martínez |
Nadie hallará otra tierra ni
otra mar porque cautivarán siempre a quienes, lejos de toda imaginación,
desentrañen su alma de colores, los colores de la vida. Vida para el amor, para
la libertad: Mojácar. El belga
Albert T´Serstevens, retrató, tras su viaje de 1931, las cualidades turísticas
de varias poblaciones como los famosos baños de Alfaix (Los Gallardos) y especialmente
se impresionó de la pobreza extrema y del abandono de Mojácar. “El transporte
del agua es su principal ocupación, al menos la más visible. No hay más que una
fuente: está en lo más bajo de la villa, y es necesario casi una media hora
para bajar. Vienen a tomarla en jarras en forma de ánfora que llevan apoyadas
sobre la cadera, en el brazo arqueado. Esto es, a lo largo de la cuesta que
baja a la fuente, un doble cortejo de mujeres...”.
Nada que ver con la
realidad que encuentran en la actualidad ilustres visitantes de todos los
ámbitos, como el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien, como
Zapatero, apostó por la ciudad mojaquera antes de llegar a sus cargos
políticos. Mojácar está etiquetada como una de las ciudades más bonitas y
con mayor encanto de España. Se hacen esfuerzos con centros de cultura, pero
falta el gran punto al que se le mire internacionalmente.
El pequeño teatro El
Aquelarre, de Ginés Carrillo, impulsó el conocimiento. Beatrice Beckett
(Valparaiso, 1929), autora de Aún en el Paraíso, persiste la fragancia
de las flores los almendros (2004), preside la Fundación Valparaíso,
un referente europeo para el apoyo a jóvenes talentos. Hubo un intento de alto
nivel con los Cursos de Arte de Mojácar desarrollados en el periodo 1992-2002,
con figuras internacionales como Antonio Bonet Correa, su hijo Juan Manuel,
exdirector del Instituto Cervantes, pintores cotizados como Juan Genovés, el
crítico de arte y cofundador de El País Alfonso Albacete y el
arquitecto José Luis Gallego, entre otros, a los que dio cobijo el entonces
alcalde Bartolomé Flores.
La última idea de salir de las fronteras provinciales
lo representa el análisis de la propuesta España/Europa: Difusión de la
Producción Cultural Española, objetivo de los II Encuentros Literarios y
Culturales de Mojácar, celebrados recientemente, impulsados por el catedrático
Antonio Sánchez Trigueros y el escritor y periodista Francisco López
Barrios.
Mojácar dejó el hambre para ser capital estética y de embrujo.
Una foto de Francisco Ontañón (Barceona, 1930-Madrid, 2008), que vimos en el
Museo Ibáñez Cosentino de Olula del Río, recoge la dignidad de un grupo de
niñas contemplando la venta de pescado de la arrolladora personalidad del
mítico Amadeo. La actual alcaldesa, Rosa María Cano, trabaja por convertir
Mojácar la Vieja en un punto de encuentro y a la larga ser el lugar más
visitado aportando conocimiento y cultura. El alcalde que aventura la promoción
turística fue Jacinto Alarcón, persona clave para la construcción del Parador de
Turismo en 1966.
El promotor del complejo
Continental de Mojácar, Pedro García García (Albox, 1935-Mojácar, 2003), creó
en los años 70 el Centro de Iniciativas Turísticas del Levante Almeriense.
Merece la pena plantearse la evolución del desarrollo turístico. El
primer hotel que acogió a los ilustres visitantes fue Hotel Indalo, construido
en 1962 por Francisco Haro Zamora, que lo dotó de 25 habitaciones dobles con
teléfono y cuarto de baño. Todo un lujo que pronto se quedó pequeño, y rompió
con la imagen sórdida de una ciudad que se situó en la cima del aperturismo. En
los tiempos actuales reúne a una cafetería, bar y terraza.
Un gran profesional,
Antonio Martínez Alonso (Cuevas del Almanzora, 1947), yerno de aquel gran
innovador Francisco Haro, ha visto pasar la vida desde su atalaya en el
centro de Mojácar, un lugar estratégico. “La evolución para bien es
brutal. Empezamos a sacudirnos la suciedad, la doble crisis del petróleo y la
quiebra del tour operator Court Line. Ahora son mis hijos Francisco y Antonio
los que contemplan una ciudad más cuidada. El famoso que más me ha llamado la
atención por su sencillez y compromiso es sin lugar a dudas Miguel Ríos, sin
desmerecer a otros grandes de la cultura...” dice desde su privilegiada
atalaya, la ciudad del símbolo del Indalo.
El libro Momentos estelares
de la historia de Almería, coordinado por el editor Juan Grima y el pintor
Emilio Sánchez Guillermo, da un tratamiento especial a Mojácar como génesis
del turismo en Almería.
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