Dejen el cierre de Cemex fuera de la campaña electoral


Emilio Ruiz

Cuando a principios de este mes Cemex aceptaba dejar en suspenso la presentación del ERE de la fábrica de Gádor hasta la finalización del diálogo abierto con el Ministerio de Industria, los gobiernos de Andalucía y Baleares y los sindicatos UGT y CCOO, algunos de las reacciones ‘políticas’ produjeron bochorno. Presentaron el acuerdo –“¡Lo hemos conseguido, Gádor no se cierra!”, gritaban- casi como una solución definitiva, cuando no era más que una corta moratoria con fecha de caducidad definida. La mesa negociadora no era para encontrar vías de continuidad de la producción cementera (la decisión es irreversible), sino para “contribuir a la búsqueda de nuevos proyectos industriales que permitan paliar los efectos de la paralización” y buscar “soluciones que minimicen el impacto en el empleo de las medidas adoptadas”. Difíciles objetivos para cumplir en solo dos meses.

No al cierre (Foto: Lao)

Las muestras de solidaridad son de agradecer cuando tienen origen espontáneo o desinteresado. Cuando llevan carga política se pueden considerar oportunistas. El Comité de Empresa se está mostrando respetuoso con cualquiera que le hace llegar su solidaridad. Pero algunas visitas políticas se podían haber evitado. La política está para resolver los problemas de la gente, no para mostrarle sus condolencias. Eso queda reservado para los momentos luctuosos.

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